“Fama”

Buscando vivir para siempre

Ignacio Andrés Amarillo

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“La fama cuesta, y es aquí donde empiezan a pagarla... ¡con sudor!”. La frase es un clásico de la franquicia de Fama, surgida con la película de 1980 escrita por Christopher Gore y dirigida por Alan Parker, y expandida en una serie de televisión que tal vez ha quedado más marcada en las retinas de los espectadores ochentosos que el filme que le dio origen. Y también está en el nuevo producto, tratando de mostrar continuidad entre las generaciones de jóvenes artistas que buscan grabar su nombre entre los grandes del espectáculo.

La historia es bastante imaginable: miles de jóvenes se presentarán a audiciones para ingresar a la prestigiosa High School for the Performing Arts (o “PA”), una escuela pública de Nueva York que en cuatro años (la high school suele durar tres, como el Polimodal argentino) ofrecerá un doble programa de educación secundaria y formación en artes, que pueda abrir las puertas de una promisoria carrera. Los 200 elegidos comenzarán así un viaje lleno de alegrías y sinsabores, de amores contrariados y realizados, de gloria y fracaso.

El nuevo filme busca seguir las andanzas de varios estudiantes (un bailarín clásico, una pianista clásica devenida cantante popular, un actor-rapper, un tecladista y productor junto a su novia bailarina contemporánea, una cantante y actriz y su novio cantante) a lo largo de los cuatro años, lo que de por sí es bastante difícil de meter en una hora 40 minutos. Por este motivo, el relato es bastante fragmentario, y tal vez algunas historias y personajes están un poco desaprovechados.

Lo que sí se trata es de hacer balance: alguien tendrá éxito, pero otro fracasará; alguien perderá un amor, pero otro lo recuperará; alguien priorizará el trabajo artístico por sobre la escuela, pero la mayoría podrá ponerse la toga de graduados en la ceremonia final.

Actualidad

Por supuesto, el intento es reflejar los elementos de esta época, tanto sociales como culturales, con desigual resultado. El cineasta que cuelga material en YouTube, el karaoke, la fusión de hip hop y R&B, por ejemplo, hacen así su aparición, pero se le reprocha a este filme políticamente correcto (eso no es un reproche, es cierto) la falta de conflictos juveniles, más allá del (algo ya trajinado) chico negro que tiene una historia de balas para contar.

Lo que sí se ha intentado es romper algunos estereotipos: los actores son negros, los bailarines anglosajones, despuntan los latinos y no hay mayores apariciones de judíos e italianos, quizás ya suficientemente integrados.

Musical

La clave es que todos o casi todos canten: en la era de “High School Musical” y “Glee”, es necesario que los chicos sufran y rían, pero en el marco de algún número de musical. Así, la variedad va desde la jam session del comedor en el primer año, al “CarnEvil” con cierta estética alla Baz Luhrmann, a la ceremonia del final, en la que sólo faltan Zac Efron y Vanessa Hudgens para que parezca parte de la franquicia HSM.

Referencias musicales no hay demasiadas, la más notoria, la interpretación de “Thumbtumping” de Chumbawamba en el karaoke (y es de hace unos varios años); la música original no aporta nada nuevo tampoco. Pero la interpretación vocal y dancística es irreprochable, como suele ser en este tipo de productos, más con un coreógrafo de director.

Los intérpretes

El juvenil y desconocido elenco se mueve con soltura. A la hora de destacar a algunos (que puedan, como sus personajes, hacer carrera) podríamos destacar la frescura de Kay Panabaker, la cualidad vocal de Naturi Naughton y los movimientos de Kherington Payne, aunque casi no haga nada. Asher Book, Collins Pennie, Anna María Pérez de Tagle y Paul Iacono están bien, y seguramente repetirán. De todos modos, valga recordar que ninguno de los que salieron de la “Fama” original tuvieron demasiada suerte posterior...

En lo que respecta a los adultos, tiene algún lucimiento Charles S. Dutton como un exigente profesor teatral, y la veterana comediante Megan Mullally en un papel no imaginado para ella: una artista de musical fracasada, devenida en maestra, que puede enloquecer a sus alumnos interpretando “You took advantage of me” con su voz aguda y algo nasal.

La conexión con el pasado está dada por la participación de Debbie Allen (la Lydia Grant de la película original, la misma que en la serie repetía la frase del comienzo mientras golpeaba el suelo con un bastón) en un papel secundario. Un dato divertido para los viejos telespectadores es la reunión en el elenco de Kelsey Grammer (conocido por su personaje del psicólogo Frasier Crane, que comenzó en “Cheers” y siguió en una serie con su nombre) y la veterana de Broadway Bebe Neuwirth (quien supo interpretar a la doctora Lilith Sternin, alguna vez esposa de Frasier).

En definitiva, seguramente una remake innecesaria, como la mayoría, pero de todos modos bastante entretenida. Quizás no sea del gusto de los viejos “famamaníacos”; y, seguramente, desde el cielo de los personajes del pasado, Lydia Grant, Leroy Johnson, Elizabeth Sherwood, Doris Schwartz, Bruno Martelli y el maestro Benjamin Shorofsky miren este filme con una sonrisa melancólica.

Buscando vivir para siempre

Persiguiendo un sueño: Denise Dupree (Naturi Naughton) quiere ser cantante y no pianista clásica; Malik Washburn (Collins Pennie) quiere triunfar como rapero y actor, y comprarle una casa a su madre.

Foto: Gentileza MGM

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REGULAR

“Fama”

“Fame” (Estados Unidos. 2009, hablada en inglés). Dirección: Kevin Tancharoen. Con Kay Panabaker, Walter Pérez, Naturi Naughton, Asher Book, Kherington Payne, Collins Pennie, Debbie Allen, Charles S. Dutton y Kelsey Grammer. Guión: Allison Burnett, basado en el filme de 1980 escrito por Christopher Gore. Fotografía: Scott Kevan. Música: Mark Isham. Edición: Myron I. Kerstein. Diseño de producción: Paul Eads. Duración: 107 minutos. Apta para todo público. Se exhibe en Cinemark.