En “Villa Amalia”

Isabelle Huppert interpreta

una “fantasía universal”

En el filme es “Anna”, una pianista y compositora que un día decide fabricarse una nueva existencia.

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La excelencia interpretativa es una de las notas distintivas en la carrera de la actriz.

Foto: Archivo El Litoral

 

De la redacción de El Litoral

La actriz francesa Isabelle Huppert, protagonista de “Villa Amalia” (2009), de Benoit Jacquot, cinta que se estrenará próximamente, comentó en una entrevista con EFE el placer vivido durante su rodaje, convertida en “Anna”, pianista y compositora que un día decide fabricarse una nueva existencia.

La protagonista, mundialmente célebre desde que protagonizase “La Dentelliere” (1976), interpreta aquí “la fantasía universal” de dejarlo todo, incluida una notable y reconocida actividad creadora, para empezar una nueva vida, sin que nada ni nadie pueda frenar ese impulso radical.

Es prueba “de su fragilidad y de su fuerza, porque hace falta valor para hacer eso”, aunque, sobre todo, “muestra que estamos ante alguien muy frágil”, consideró.

Quienes hacen eso “son gente un poco loca (...) Conozco a gente así y es algo que me da miedo”, tener la impresión de que se perdió definitivamente “el acceso a la persona”, confesó.

Sentada en un pequeño salón levemente iluminado de un céntrico hotel del barrio de Saint Germain, en París, la también productora y gran actriz de teatro dedicó gran parte de jornada a la prensa para hablar de su sexto filme a las órdenes de Benoit Jacquot. Un director de quien dijo sentirse tan próxima que considera como un hermano, y que estrenará el próximo junio esta película absolutamente intimista y de extraña profundidad, dulce y austera a la vez.

Encontrar una nueva vida

“Es un filme que me gustó mucho hacer” y, como todos los de Benoit Jacquot, “bastante riguroso”, al mismo tiempo que aborda un tema “muy profundo, la fantasía muy universal de dejar su vida para encontrar otra”, manifestó.

En Francia “funcionó muy bien”, aunque “sé que las reacciones fueron muy contrastadas”, entre quienes la encontraron melancólica y quienes la encontraron alegre, comentó.

Al igual que la casa, Villa Amalia, situada al borde de un abrupto precipicio frente al mar, termina convirtiéndose en el refugio de la protagonista, añadió.

Isabelle Huppert (París, 1953) consideró “muy interesante” la imagen metafórica de esa casa que da título a la cinta y desde la que el espectador vislumbra increíbles paisajes, amaneceres y vistas marinas.

Es, a la vez, “muy bella y está muy retirada del mundo”, se puede pensar que la heroína encontró en ella, después de todo, “una cierta idea de la felicidad, o que es de una gran tristeza el estar sola en ese lugar”, resaltó. El sitio es además “peligroso” y puede ser mortal, si se cae de la pequeña terraza sin protección que da acceso de un lado a la vivienda, del otro al infinito horizonte.

“Todo puede ocurrir, para bien como para mal”, resumió Huppert, tras evocar otro aspecto particularmente interesante del filme, como es, en su opinión, el abandono de la actividad de pianista y compositora de la protagonista.

Mujer de cierta edad que previamente dejó ya al marido infiel -en el origen de la debacle-, dijo adiós a su agente, vendió su magnífico piano de cola y también su lujoso departamento. Anna “renuncia a eso también”, a su actividad creadora, “lo que quizás es todavía peor que renunciar a su marido”, subrayó la actriz.

Como “si tampoco la música fuese suficiente” en su intensa búsqueda situada, de repente, “en un lugar todavía más fuerte que la creación”, pues quiere darse “las máximas posibilidades para ir al encuentro de la vida y cuando está creando no está ahí completamente”, explicó.

Sí lo está, en cambio, nadando, actividad capital de su nueva existencia, para la que la actriz se entrenó a fondo durante los dos meses que precedieron el rodaje, y que en el filme está a punto de costarle la vida a la heroína.