La cumbre más alta

/// OTRA CUMBRE PARA WIKI

 

Una experiencia distinta para un grupo de personas no acostumbradas a la montaña. Cuando la cumbre no está en lo alto de una montaña, sino en vencer los propios límites y animarse al desafío. Esas son las verdaderas cumbres. Un puñado de santafesinos tomó el desafío y sin importar sus edades, capacidades o condiciones físicas, salieron a conquistar su propia cumbre.

 

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DESAFÍO UNO

Viernes 9 hs. - Día de sol (esto me quedó de la primaria).

Ya habíamos desayunado, la incertidumbre y la emoción del momento nos tenía ansiosos.

La cara del baqueano que cargaba las mulas era una mezcla entre asombro y enojo.....por quienes, o sea nosotros, osaban pisar ‘su montaña’ y fuimos pasando por el sendero que lleva al Champaquí, ingreso obligatorio para ascender el cerro La Mesilla, esa era nuestra cumbre para el Viernes y a su vez la aclimatación para el desafío del día sábado...., trepábamos..., Facundo (35), profesor, líder y Alma Mater de la salida a la montaña, María Chara (25), Mariano Fernández (42), Edgardo Allignani (58), Chabela Zanutigh (57), Andrea Faimberg (44), Alfredo Hediger (48) y el baqueano no se aguantó “DONDE VA CON ESOS CRISTIANOS”, nos dijo en la cara y eso nos llenó aún MÁS el pecho de aire para ascender ese día.

La idea de aclimatarnos para el verdadero desafío del día Sábado, la había previsto el profe Facu en tres tramos, mucha agua, con recupero en cada uno de los arroyitos que cruzan la montaña, frutas frescas, barras de cereales, almendras, pasas de uvas, más y más agua.

En un momento dado con nosotros ya encaminados hacia La Mesilla, nos cruzó el baqueano con las mulas cargadas, yo creo que ahí se dio cuenta que ni el sobrepeso de algunos, ni los años de otros, ni la inexperiencia de todos, iba a empañar ese DIA en la montaña.

Luego de cruzar el bosque de pinos, en donde por algún motivo la baja presión se hace sentir, logramos recuperar un poco de aire, y restaurar energías con un pequeño refrigerio. El sendero ya no era el del Champaquí, debimos tomar un desvió escarpado y de gran pendiente, pero el esfuerzo se pagaba solo con la vista que teníamos.

El cielo se cubrió de nubes, y en la medida que ganábamos altura la temperatura bajaba y el viento disminuía su sensación térmica.

El tiempo apremiaba, no podíamos bajar sin luz de día, pues debíamos cruzar un tramo de bosque que no debía tomarnos de noche.

De los siete, cuatro hicieron cumbre en La Mesilla, a 2005 msnm, y los otros tres hicimos nuestra propia cumbre. Los cumbreros de ese día debieron apurar su paso para que los tiempos de descenso puedan dar, esa acelerada marcha costo a Edgardo sufrir de fuertes calambres durante el descenso. Subimos y bajamos en ocho horas para retornar a los 1300 msnm.

Llegamos al refugio, Chabela se lució con unos capelettis frescos con salsa de hongos que nos permitieron reponer las energías para el Gran Desafío del siguiente día, y a la cama. El objetivo del viernes estaba cumplido, los que mas agotados estábamos nos replanteábamos el ascenso del día siguiente, pero bueno, mañana es otro día, un sueño recomponedor y ya soñábamos con el Sábado.

DESAFÍO DOS

SÁBADO - 8 Hs - Día de sol. Llego el gran día, nos levantamos con algo de fatiga, pero dispuestos al gran desafío,

“La Horqueta”. Tras un suculento desayuno, mermeladas, margarina, tostadas, galletas, y queso y bastones en mano, encaramos el ascenso.

NUNCA, NADIE, NINGUNO.....había escalado una montaña en su vida, solo el profe que marcaba con buen paso y fabricaba el sendero cuasi virgen por el que subíamos, subíamos y subíamos, mucha piedra, barro, más piedra, cruzamos un bosque cerrado lleno de hongos silvestres de diversos colores, y al salir de este apareció en toda su dimensión la montaña, más altura, precipicios, más piedra, el paisaje era espectacular, los colores inimaginables, tornasolados y cambiantes minuto a minuto.

La previsión es algo innato en el profe Facu, así que almuerzo en un paramo y a seguir, repusimos energías a 1600 msnm, y mirábamos de ahí la cumbre a la lejanía, todos muy entusiastas, en Andrea afloraba una gran convicción de que ese día haría cumbre. Un tropezón me costo una caída de espaldas sobre mi bastón, un poco de dolor pero no pasó mas allá de un susto, todavía el cuero me daba para no detener al equipo. Trepamos nueve horas. El último tramo exigía para algunos una escalada grado 4, el paisaje se iba dibujando a nuestros pies, el horizonte aparecía en 360 grados, este día 10 pies pisaron la cumbre pero 7 corazones son los que llegaron a la cima de La Horqueta.

Dos, decidimos cien metros antes, tener nuestra propia cima; había que bajar, había que dosificar fuerzas, y ya teníamos claro que la montaña se termina cuando ya estamos abajo de ella,.....y comenzó el descenso.

El sol fue desapareciendo, un tras pie de Chabela y luego otro y la cerrada noche que nos abrazo sumado a la fatiga de todos nos demoró en tiempo y nos unió en fortaleza, se hizo de noche, alguno que no subió nunca a la montaña sabrá lo que es bajar a oscuras con solo la linterna frontal en su cabeza. Si las sensaciones habían sido raras cuando subíamos imagínense caminando en noche cerrada, con el precipicio al lado y casi sin sendero.

El grupo se transformó en equipo, aprendimos de nuevo lo que significa la palabra ‘prevención’, no dábamos un solo paso sino lo había dado de ida y de vuelta Facu, ninguno sintió miedo nunca, pero le dimos a la montaña el respeto que se merecía.

Mariano juntó fuerzas con Andrea y ambos cerraban el grupo desde atrás, en ellos no parecía que esa cumbre les haya dado batalla, mientras que a mi el frío me empezaba a castigar, pero muy lejos todavía de doblegarme.

Demoramos casi seis horas en bajar, en un momento la noche cerrada nos hizo dudar el camino, pero María sin vacilar confirmó el rumbo correcto, todos pensamos en todos, nos seguíamos riendo como cuando habíamos iniciado este viaje, pero todos sabíamos que lo que estaba pasando nos iba a marcar para toda la vida, el sacrificio, la fatiga, la unión de equipo, afloró como muchas lagrimas de alegría al abrazarnos todos al llegar al refugio.

Estábamos exultantes habíamos estado trece horas y media caminando, no importaba nada, estábamos contentos, felices, creo que cada uno disfruto de cada minuto del viaje, personalmente, fue algo muy profundo, que me dejo una gran enseñanza y la estoy aplicando desde que volví, es una axioma de la Montaña que aplico hoy a la vida cotidiana, pruébenlo, CAMINA COMO UN VIEJO, DISFRUTA COMO UN NIÑO, Y LLEGARAS COMO UN JOVEN.

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En pleno ascenso, el desafío no está en el terreno, está en cada uno.

Foto: alfredo hediger.

 

Punto de partida, la felicidad del grupo en el pie del cerro La Mesilla, listos para el desafío.

Foto: alfredo hediger.

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Cuestas que cuestan, la voluntad y la perseverancia pueden más que las cuestas. Andrea con sus muletas da fe de ello.

Foto: ALFREDO HEDIGER.

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OTRA CUMBRE PARA WIKI

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Edgardo. Seguramente has encontrado un lugar más alto desde donde mirar hacia abajo, no tenemos dudas de que la panorámica debe de ser hermosa y la paz que has de sentir es superior a la que puedas sentir en cualquier cumbre. Cada cumbre que subamos el resto de nuestras vidas estarás pisándola con nosotros.

Gracias, por compartir hasta el último de tus suspiros y tu alegría eterna. Tal como la propia sombra, estarás eternamente en nosotros. Una infinita “enciclopedia” a consultar, gracias por tanta sabiduría. Seguro que desde donde te encuentres estarás hablando con todos los que tengas al lado, comentando tus experiencias de vida y agrandando un poquito más tus cumbres tan bien logradas. No cuentes todo, espera a que lleguemos todos, así compartimos más y reímos juntos como lo hacíamos acá abajo. Te vamos a extrañar... hasta pronto Wiki...

foto: alfredo hediger.