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Armelinda cumplió 100 años rodeada de sus seres queridos.

Una inmigrante italiana que festejó sus 100 años

Las cinco generaciones que suceden a Armelinda Canciani de Scurato quisieron homenajearla nuevamente en estas páginas de la revista Nosotros por sus 100 años de vida laboriosa y dedicada.

TEXTO. MARIANA RIVERA.

Hace 10 años, estas páginas de la revista Nosotros contaron la historia de Armelinda Canciani de Scurato, una inmigrante italiana que llegó a nuestro país cuando era muy pequeña, junto a su familia.

Por entonces, su nieta Delia y otros familiares contaron su historia de vida a modo de homenaje por sus flamantes 90 años. La vida quiso que Armelinda siguiera disfrutando de los suyos y que el pasado 27 de mayo llegara a soplar 100 velitas, rodeada de las cinco generaciones que le siguen, entre las que se cuentan sus dos tataranietas.

Delia se puso en contacto nuevamente con De Raíces y Abuelos para recordar este importante acontecimiento familiar, que tanta alegría les causa, y para volver a homenajear a esta mujer “persona de bien, de trabajo incansable, ejemplo de tenacidad, fortaleza y su presencia incondicional”, cualidades que “hacen que no sólo sus seres queridos la respetemos y la queramos bien sino también un centenar de amigos y vecinos que también reconocen estos valores”, admitió.

“Hace 10 años, en este mismo diario, De Raíces y Abuelos me dio la posibilidad -como a tantas familias- de manifestar historias y vivencias de aquellos que han sido nuestros queridos padres o abuelos inmigrantes, que con tanto cariño, consejos y buenas enseñanzas han abierto estos caminos que hoy transitamos”, recordó.

Asimismo, explicó que “en 2000 presenté a una persona muy querida y, aunque quizás algunos se acuerden o no de esa nota, les cuento que ella nació en Udine, Italia, y vino desde muy pequeña a la Argentina, en 1920 con sus padres y hermanos. Se radicó en Esperanza y luego, al contraer matrimonio con don Luis Scurato, se trasladó definitivamente a la localidad de Ángel Gallardo, donde reside actualmente, y formó una lindísima familia”.

Y continuó su relato: “Ustedes se preguntarán el por qué de esta nota; qué hay de nuevo. Pasaron 10 años y, en ese momento, me parecían increíbles sus jóvenes 90 años y por eso la publicación de aquella nota. Pero hoy, más conmovida aún quiero contarles que mi querida nona Armelinda Canciani de Scurato, el 27 de mayo pasado cumplió sus 100 años”.

CULTURA DEL TRABAJO

Armelinda era hija de agricultores (Calixto Canciani y Maximina Zuccolo) y trabajó desde pequeña para cooperar con la economía familiar, motivo por el cual sólo asistió a la escuela hasta el segundo grado.

Cuando tenía 5 años falleció su madre, quien dejó a cuatro pequeños hijos: Arturo, Libio, Herminia y Armelinda. Su padre volvió a contraer matrimonio, fruto del cual nació Ermenegildo, a quien apodaron Gildo. Luego llegarían dos hijos más: Alice y Antonio.

Hacia 1923, y desde hacía ya varios años, la situación en Europa era desesperante. Los problemas económicos, el hambre y la falta de oportunidades para progresar como consecuencia de la Primera Guerra Mundial impulsaron a Calixto a emigrar a la Argentina con toda su familia.

Según contaron los familiares en aquella nota de hace 10 años, “la abuela suele recordar el viaje en barco. Ella tenía 13 años y sus padres renegaban mucho para tenerlos a todos quietos. Además, todo se vivía con una gran expectativa porque no sabían con qué se iban a encontrar”.

Luego de llegar a Buenos Aires, la familia se trasladó a Esperanza, adonde todos sus integrantes se vieron obligados a trabajar. Armelinda y su hermana fueron empleadas en la casa de una familia muy conocida en esa época: los Schneider, adonde permaneció hasta los 17 años, cuando conoció a Luis Scurato y se casó.

FAMILIA PROLÍFERA

Luego, el matrimonio se trasladó a una localidad cercana: Ángel Gallardo, adonde formó una gran familia, ya que llegaron otros hijos: Domingo, Isidro, Ilda, Otilio y Raúl. Se dedicaron a cultivar la tierra, oficio que Armelinda conocía desde chica cuando veía a sus padres trabajarla en su tierra natal.

Delia aseguró que su abuela “ha trabajado desde pequeña en quehaceres domésticos y luego, junto a su esposo, en la actividad ardua del campo, alternando la crianza de sus cinco hijos, y brindando cariño y dedicación a los que vendrían luego: sus nietos, bisnietos y hasta el día de hoy sus dos tataranietas, sin demasiado confort ni lujos, sólo con amor”.

A diferencia de lo que le ocurrió a la gran mayoría de los inmigrantes, ella no sufrió el amargo dolor que provoca el desarraigo, ya que dejó Italia cuando era sólo una niña pero también porque se trasladó con la familia completa.

Sin embargo, la pobreza que padeció durante su infancia marcó su vida. Según contaba su nieta, “ella recuerda que eran tiempos muy difíciles, durante los cuales se vestían con lo que tenían, y solían armar y desarmar vestidos entre ellos. Tuvo una niñez y una adolescencia muy dura porque venían de una guerra. Además, cuando llegaron a estas tierras no les fue fácil la vida”.

Para finalizar, la nieta de Armelinda, Delia, advirtió que “aunque todos los días de mi vida le manifiesto lo importante que ha sido y sigue siendo en todos mis momentos, quería publicar este acontecimiento, que tiene a toda la familia muy emocionada y agradecida a Dios por tenerla y disfrutarla. En nombre de toda la familia te deseamos un feliz cumpleaños. Nona Armelinda: gracias por todo lo que sos, nos diste y nos das cada día. Es un tesoro poder tenerte y disfrutarte”.

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Casa en Ángel Gallardo, que todavía se conserva, donde vivió la familia Scurato.