Puerto Rico:  rural y ecológico

Atardecer en el oeste de Puerto Rico.

Puerto Rico: rural y ecológico

La región oeste de Puerto Rico, la bella isla del Caribe, ofrece bellas playas, zonas ecológicas protegidas, tierras fértiles y una sabrosa gastronomía.

TEXTO. ADRIANA BIANCO. FOTOS. EFE REPORTAJES.

“El oeste de Puerto Rico tiene un microclima y una geografía propicia para el desarrollo de la agricultura; por eso encontramos plantaciones de café, mango, naranjas, piña y todo tipo de vegetales”. Así lo explica la agrónoma Ingrid Rivas. La región que menciona y por la que se propone una travesía para conocer cultura, ecología y gastronomía, abarca los pueblos de San Sebastián, Moca, Maricao y Las Marías, con viejas haciendas azucareras y cafetaleras para explorar.

Para llegar hasta la zona lo mejor es hacerlo a partir del moderno aeropuerto internacional de Aguadilla y, mejor aún, es partir a continuación hacia el pueblo de Moca, centro tradicional del “mundillo”.

El “mundillo” es un tejido fino que se hace con varias agujas o usos. Lo realizan las mujeres en las haciendas para decoración de ropas o para labores de tapicería.

“Es una tradición que tratamos de mantener -dice Cuca, hábil tejedora- y por eso organizamos nuestro festival del “mundillo” todos los años”.

A continuación se puede visitar San Sebastián, donde todos los viernes del año se organiza un bazar de agricultura en la plaza principal del pueblo.

Igualmente interesante es el festival de la “hamaca”, en el cual se exhiben reposeras de variada confección, usadas como cama en todo el Caribe y Latinoamérica. La tentación de hacerse con alguna es grande.

La localidad de Las Marías tiene una bella arquitectura y fue fundada en 1887. Es llamada “la ciudad de las naranjas” por su importante producción y porque, durante el mes de marzo, se lleva a cabo el festival de la China Dulce, en el cual se prueban recetas y bebidas elaboradas con la deliciosa fruta.

El siguiente destino de esta ruta es Maricao, que históricamente fue un lugar de asentamiento de los indios tainos y luego refugio de los españoles ante los ataques piratas. Actualmente es “la ciudad del Café”. Cuenta con un famoso festival que se realiza en febrero, al finalizar la cosecha, y en él se puede degustar la aromática bebida, comida típica y gozar de música conviviendo con la gente amable y hospitalaria del lugar.

RUTA ECOLÓGICA

Para los amantes de la naturaleza, de las caminatas y del avistamiento de pájaros, nada mejor que visitar algún parque natural. Cabe destacar que Puerto Rico tiene más de diez bosques de áreas protegidas; entre ellos se destaca el Parque Seco de Guánica.

Francisco Jusino, guía certificado, comenta que el parque fue declarado por la Unesco Reserva de la Biosfera en 1981, por ser un modelo de bosque seco en el mundo.

Amparado por la Cordillera Central, sobre un basamento volcánico de doscientos mil millones de años, tienen escasa precipitación pluvial. Abarca una área de 4.000 hectáreas, con 57 kilómetros de caminos y senderos, 600 tipos de plantas y animales, y 12 circuitos para bicicletas.

Pueden encontrarse en él más de 40 tipos de aves, pero pueden verse también magüeyes gigantes, cactus, y el maravillo guayacán, árbol que alcanza los 400 años debido a su lento crecimiento, (apenas 10 centímetros por año) y cuyas hojas son medicinales.

Es una bella experiencia abrazar a este gigante del bosque que tantas leyendas despertó a lo largo del tiempo.

Descendiendo hacia el mar se encontrará el balneario Caña Gorda y la bella isla de Gilligan, a la cual se llega por barco o con el servicio de ferry local. Es un lugar paradisíaco que conserva la maravilla de la naturaleza virgen y exuberante.

RUTA GASTRONÓMICA

Vaya por donde vaya, en Puerto Rico disfrutará de buena comida y la región oeste es privilegiada por sus excelentes pescados, vegetales y frutas.

Los paladares exigentes pueden deleitarse con un menú internacional en Mayagüez (la ciudad más grande de la zona). Otros prefieren la “milla de oro del buen comer” (The Gourmet Golden Mile), que va de Mayagüez a Cabo Rojo, destacando la localidad de Joyuda, donde existen una serie de restaurantes que ofrecen mariscos y platillos caribeños con sabor puramente puertorriqueño.

Algunas sugerencias para los amantes de la buena gastronomía pueden ser la degustación de mofongo de caracol; los bacalaitos o los sorullos de maíz, acompañados de “frappé” de mango y piña colada.

Algunos turistas buscan también su espacio culinario en las tienditas de la playa que ofrecen pescado frito, una buena cerveza o una copa del famoso ron Boricua, que data de la época de Juan Ponce de León, en el siglo XV, cuando se plantaron las cañas de azúcar y surgieron las destilerías.

Para los románticos, nada más soñador que una cena a la luz de las velas, con pétalos de flores y vinos añejados en algún centro de restauración de la zona, como el sofisticado Horned Dorset Primavera, un hotel boutique, muy privado y ubicado junto al mar.

Cualquiera sea el itinerario que elija, Puerto Rico le espera con su especial sabor y sus paisajes inolvidables.

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Una imagen de Isla Ratones.

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Bosque seco Guánica con el guía Justino.

DOS CITAS OBLIGADAS

A pocos kilómetros de Guánica se encuentra La Parguera, un lugar ideal para los amantes del “snorkeling” y el buceo. Según el capitán Ángel Rovira “con una costa de trescientas cincuenta millas hay varios lugares interesantes de buceo en Puerto Rico, pero La Parguera es el mejor por su famosa “pared coralina”, un estuario natural formado por manglares negros y la saliente Enrique, donde circulan peces de colores, tortugas marinas y delfines. La temperatura del agua es cálida y la visibilidad muy buena, lo que facilita la visión”.

Por si esto fuera poco, en la región también encontramos la famosa Bahía Fosforescente, un lugar privilegiado en el mundo, donde viven microorganismos que, al agitarse las aguas, producen una reacción química fosforescente. El fenómeno natural puede verse en noches sin luna, con tiempo seco, y solamente al sumergirse en las aguas. Al moverse el cuerpo, el plancton produce un halo de luz que hechiza y deja pensando al visitante en lo maravillosa que puede resultar la naturaleza.

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Un guayacán en el bosque Guánica.