Escarapelas

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Entre el día propio -el 18 de mayo pasado-, la semana de mayo, el bicentenario y el mundial (porque todo tiene que ver con todo), hay un fervor celeste y blanco que se traduce en escarapelas, banderas y otros. Para mí es fantástico: ¡aguante Racing!

TEXTO. NÉSTOR FENOGLIO. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI.

No se sabe qué repartían exactamente “las calles” French y Berutti al resto de las calles (Saavedra, Paso, etc.) en 1810, pues hay gente que asegura que eran cintas blancas, otros que eran celestes y blancas y otros que también daban cintitas rojas. El tema no es menor: si es celeste y blanca, es igual que Racing, equipo del que soy hincha (y te regalo el nombrecito inglés); si es rojo, se trata del otro equipo -no quiero nombrarlo- con lo cual yo sería menos patriota.

Pero entre French (francés), más el tano Berutti, más la ascendencia borbónica de los colores en cuestión, tenemos desde el arranque un kilombo de naciones de novela que luego el Billiken se encargó de consagrar y magnificar: Entre esta duda sobre el objeto que repartían, más las paraguas que todavía no existían, hay que entrar a admitir que el Billiken o el dibujante que popularizó la imagen hicieron desastres y consagraron versiones que luego fueron y son muy difíciles de contradecir.

Igual, desde 1812, la escarapela es más o menos la que tenemos. Y digo más o menos porque ahora hay una diversidad de modelos y estilos que por ahora preservan los colores de base, pero cambiaron absolutamente todo lo demás, sobre todo los materiales y el diseño.

En mi época de escolar, época de unilateral guardapolvo blanco, más blanco y almidonado los días festivos, la escarapela era o bien redonda y de significativo tamaño o bien una cinta igualmente generosa, ambas clavadas impiadosamente con una aguja o alfiler. Como los guardapolvos tenían telas de un grosor importante, en los apuros de última, era absolutamente probable que a tu vieja en el afán de pinchar la dura trama se pasara de esfuerzo. Hay gente que registra heridas y traumas arrastrados luego para el resto de su fallida argentinidad (al palo) y que más que emoción sienten como un pinchazo en el pecho.

Con el correr de los años, y si uno tenía suerte, podía ser acreedor de una escarapela especial, redonda, con dos lacitos -una especie de patitas- celestes y blancos primorosos y dentro, en el medio, un escudo, como para que no se dudara de la filiación chauvinista del poseedor, que además la portaba con indisimulado orgullo. Si uno perdía, en el chocolate y juegos posteriores, esa escarapela, estaba en problemas.

Hoy hay superproducción escarapelísitica, porque no sólo podés comprarla sino que tenés un montón de frenches y berutties a las vueltas. Te las dan en las escuelas, te las dan los candidatos a algo, te las dan las firmas y marcas comerciales, aparece en todas las promociones comerciales, en fin: escarapelas sobran, faltan pechos, carajo.

Decía que ahora hay innovadores diseños, desde coquetos prendedores con piedras, escarapelas en forma de moño, en forma de bandera, en forma de escarapela incluso -cualquiera que ésta fuera- hasta autitos, barbies, escarapelas musicales, con mp4, con gps, porque hasta el más gil sabe que en determinadas ocasiones lo celeste y blanco tiene demanda y por ende hay que generar ofertas que la satisfagan. Y ofertas sectorizadas, porque hay gente que no se banca una simple escarapela sino que requiere que le combine con el maquillaje, el color de las botas y el diseño del cinto.

Se sabe, además, que ahora muchos guardapolvos vienen ya con la escarapela incorporada, como si se tratara de un mero botón y que además en los jardines y en las escuelas -lo cual está buenísimo- hacen otras con los más diversos materiales.

Todo ese blanquicelestismo de última se vio además enriquecido por el bicentenario y por el mundial, con lo que tenemos un añito en que seguimos siendo los mismos energúmenos de siempre, todos peleados y quejosos, pero con los colores de ¡Racing! bien puestos en el pecho. No tenemos casi equipo, siempre estamos a punto de descender, pero hinchada nos sobra, no sé si les dije.

Igual, desde 1812, la escarapela es más o menos la que tenemos. Y digo más o menos porque ahora hay una diversidad de modelos y estilos que por ahora preservan los colores de base, pero cambiaron absolutamente todo lo demás, sobre todo los materiales y el diseño.