Epidemia de inconformismo

Clary Miroznik German

Señores directores: Tan desbordados de deseos estamos que ya nada nos conforma y cada día cuesta más hacer contactos de corazón a corazón. No seamos pesimistas pensando en que nada sirve o que todo está mal, no seamos optimistas pensando en lo bueno de cada catástrofe. Vivimos corridos por la prisa de la actualidad ¿Qué sucede con nuestros sueños de libertad y de justicia? En esta epidemia de inconformismo en que tenemos las manos atadas no podemos poner más días a nuestra vida pero sí mas vida a nuestros días.

Los hombres van y vienen pero la tierra permanece ¿Por qué dejamos de ser un país casi de pleno empleo, de una amplia clase media, trabajando con buenos ingresos y la mayoría de los niños yendo al secundario? ¿Por qué se extendió la pobreza, la inseguridad, la violencia urbana, los vicios y desajustes familiares? Preguntas terribles, motivo de reflexiones. Porque hemos retrocedido dando paso a una epidemia de inconformismo.

¿Serán dichosos aquéllos que se atreven a decir: para mí la vida es una eterna despreocupación? Muchos deben escaparse de sus propios demonios; la paciencia es para el sabio una forma de solución, la intolerancia es un crimen. Si un hombre es perseverante, aunque sea débil, se transformará en fuerte y hasta poderoso. Estamos inmersos en un incomprensible y contradictorio mundo globalizado, con la melancolía de querer desentrañar complicados panoramas. La haraganería desestabiliza, con la voluntad se suelen alcanzar los sueños. La violencia ya desborda lo imaginado, se vive en alerta y en situaciones impensadas; estar a la expectativa es ser inteligente, los tontos carecen de preocupaciones. Dicen que la felicidad está a la vuelta de la esquina ¿de qué esquina?

En lo que más peca el hombre es en prometer, sabiendo que el porvenir es un edificio tambaleante.

A quienes no conocen otro idioma que la violencia, habría que hablarles en el mismo idioma. Hay que transformar la irritabilidad en energía disponible. Nuestro es el día presente, luego no seremos más que una sombra, una fábula. Lo extraño de la muerte es el misterio que la envuelve, pero ¿acaso la vida no es un misterio?

Si queremos triunfar en este mundo matemos nuestra conciencia pero recordando que hay una moral social y esencial que consiste en no hacer daño a nadie. Necesitamos mayor seguridad, porque en ella va la vida, la integridad y los bienes de todos, se requiere firmeza de propósitos y constancia en el tiempo.

Las respuestas convincentes son la gran ausencia en estos días, pareciera que nos hemos graduado de especialistas en crisis, aunque todavía nos falta aprender aún más. La situación es dudosa, mala para muchos y con el escepticismo en alza. Se necesita que los hombres tengan ideas y el arte de asociarlas, pero debemos tener las ideas ordenadas en esta epidemia de inconformismo. En un mundo convulsionado, confuso, extraño, ¿se puede ser feliz?