MUSEO DE ISRAEL

Cambio de cara para uno de los museos más importantes del mundo

Se encuentra entre los diez más importantes del mundo. Abre sus galerías al público hoy, después de haber superado tres años de un completo lavado de cara, que ha costado 100 millones de dólares.

 

DE LA REDACCIÓN DE EL LITORAL

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EFE

Considerado la joya de la corona de las instituciones culturales del Estado judío, el nuevo museo se descubrirá ante el público hoy, tras ser inaugurado en una gala el domingo previo.

Fundado en 1965 sobre una colina de Jerusalén occidental desde la que se divisa el Parlamento israelí y el Valle de la Cruz, la institución hoy podría ser denominada como el Nuevo-Viejo Museo de Israel, parafraseando e invirtiendo el orden de los apelativos de la conocida sinagoga de Praga Vieja-Nueva.

Y es que el visitante puede reconocer las líneas maestras del trazado y los viejos pabellones de la arquitectura de vanguardia en la Europa de finales de los cincuenta, pero que hoy lucen totalmente frescos, llenos de luz y de espacio.

Distribuido en varios edificios y zonas abiertas que interactúan de forma funcional con el entorno, alberga una miscelánea de objetos y obras que abarcan desde la prehistoria -como unos cuernos de bisonte de un millón de años, la pieza más antigua que se exhibe-, hasta el arte más contemporáneo.

También atesora las colecciones más importantes de objetos bíblicos y arqueológicos encontrados en Tierra Santa, siendo su carta de presentación los Rollos del Mar Muerto, los manuscritos más antiguos que se conocen del Antiguo Testamento.

El museo es puntero en colecciones de judaica, el arte de objetos litúrgicos generalmente hechos de orfebrería en plata utilizados por las comunidades judías en todo el mundo, y es el más importante en toda Asia en colecciones de arte precolombino.

DIÁLOGO CULTURAL

La renovación, que han doblado prácticamente el espacio de exhibición, ha corrido a cargo de James Carpenter Design Associates de Nueva York y Efrat-Kowaslky Architects de Tel Aviv.

“La renovación de la antigua arquitectura trata de reordenar completamente el museo y doblar las galerías”, declaró su director, James Snyder, en una presentación ante los medios.

Pero pese a contar con más espacio y a los 500 mil objetos que se han logrado reunir en los 45 años de andadura, la nueva concepción museística pretende no desbordar al visitante ante vitrinas inundadas de artefactos.

La nueva filosofía, según explican los responsables, es exponer piezas significativas, muchas de ellas al alcance de la mano e incluso enfrentadas a otras de diferentes épocas o culturas para dar una idea del contexto histórico y su valor artístico, humano o religioso.

Tal es el caso de una singular exposición en el Ala Arqueológica en la que se yuxtaponen los restos de una sinagoga y una iglesia del período bizantino, que muestran sus similitudes y diferencias, junto a otra construcción musulmana de la época.

Este diálogo cultural, de la que no es ajena la propia Ciudad Santa, puede casi tocarse en la nueva Ala de Arte y Vida Judía, donde se expone, por primera vez una sinagoga, la de Zedek-ve-Shalom, del siglo XVIII, recientemente restaurada y traída desde Surinam, que fue construida por sefardíes expulsados de España y Portugal.

Un santuario de libros iluminados acoge por primera vez un raro ejemplar del “Códice de Maimónides” procedente del norte de Italia, fechado en el siglo XV, y una Biblia española del siglo XIII.

A diferencia del anterior museo, en éste, el arte israelí ocupa un papel destacado con obras de los primeros pioneros judíos que arribaron a la zona el siglo pasado, y otros de máxima actualidad como Adí Ness y su conocida fotografía mural de la “Última Cena“ (1999), donde jóvenes soldados israelíes protagonizan una escena que rememora al mítico cuadro de Leonardo da Vinci.

El hilo conductor que conecta los edificios es su vía principal, denominada “Cardo”, al igual que la céntrica calle romana de la ciudadela de Jerusalén y que disecciona el campus de arriba a abajo.

Corona el espacio abierto una obra monumental del escultor indio Anish Kapoor, “El mundo al revés, Jerusalén”, una estructura de acero con forma de reloj de arena que pretende ser una metáfora del carácter espiritual y profano de esta ciudad, que sigue debatiéndose entre lo vetusto y lo moderno.

Cambio de cara para uno de los  museos más importantes del mundo

Una de las nuevas salas de arte moderno con cuadros del pintor surrealista belga Rene Magritte.

Foto: EFE

Cambio de cara para uno de los  museos más importantes del mundo

El recién ampliado Museo de Israel aparece reflejado en la escultura “Turning the World Upside down, Jereusalem” (“Poniendo el mundo del revés, Jerusalén”), del artista indio Anish Kapoor. Foto: EFE

Cambio de cara para uno de los  museos más importantes del mundo

El visitante puede reconocer las líneas maestras del trazado y los viejos pabellones de la arquitectura de vanguardia en la Europa de finales de los cincuenta, pero que hoy lucen totalmente frescos, llenos de luz y de espacio. Aquí, un trabajador saca brillo a la escultura “Unique Forms of Continuity in Space, 1913” (“Formas únicas de continuidad en el espacio”), del artista italiano Umberto Boccioni. Foto: EFE