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“En el nombre del padre y del rabino”

El padre Rafael Velasco S.J. y el rabino Marcelo Polakoff, ambos argentinos, reflexionan sobre los mismos temas: la existencia de Dios, la relación entre la religión y la ciencia, el papel de la mujer, los dilemas del sexo, la unión matrimonial, la existencia del mal, el aborto, la educación, las acciones ante la pobreza y la injusticia, la relación de religión y política, la libertad de prensa, la pena de muerte, el Mesías...

Dividido en dos partes reversibles, “En el nombre del padre y del rabino” recoge los argumentos, anécdotas, referencias teológicas de estos dos religiosos, con una disposición sincera e intransigente y, sin embargo, demostrando que las coincidencias y afinidad prevalecen sobre las oposiciones, aunque, desde luego, como señala Marcos Aguinis en uno de los prólogos, “también existen diferencias, matices y tradiciones largamente consolidadas que, lejos de provocar las suspicacias del pasado, se convierten en los caminos que aún falta recorrer. Son los que proveen color e intensidad, pasión y afecto, comprensión y tolerancia”.

Incluso sobre una diferencia crucial que separa a judíos y católicos como es la respuesta a la pregunta: ¿Ya llegó el Mesías?, encontramos en las respuestas contrastantes la misma presencia de la responsabilidad humana. Dice el padre Velasco: “Una característica de Jesús, el Mesías, es que en su predicación anuncia la llegada del Reino de Dios. Una realidad que nunca define conceptualmente, sino a través de lenguaje figurado y parábolas de gran belleza y que refieren a que Dios ya está aquí, actuando de manera nueva. Su reinado ya ha comenzado a abrirse paso de manera simple y nueva. En las curaciones a los enfermos se hace presente la compasión de Dios que no quiere la enfermedad ni el sufrimiento; en el alivio de los que están atormentados por espíritus malos se revela la presencia de Dios que quiere tomar posesión del corazón humano para desterrar el sufrimiento, la angustia, el miedo. En su enfrentamiento con los poderes religiosos y políticos que intentan oprimir al ser humano anuncia el fin de una religión opresiva y el comienzo de una fe en la acción liberadora de Dios, que se compromete con la construcción de un mundo más justo y solidario”.

Y el rabino Polakoff: “El Mesías o la era mesiánica estarán mucho más cerca cuando aprendamos a escucharnos, encontrando en el rostro de nuestros prójimos un espejo de lo divino. Mientras eso no suceda, prefiero quedarme con Woody Allen, que opina que “el leopardo se echará con el cabrito, pero el cabrito no va a poder dormir’. Si no nos dormimos en su búsqueda, el mundo no será una porquería”.

Una coincidencia feliz se da cuando, al tratar sobre la existencia de Dios, ambos religiosos acuerdan en concebirlo como una luz de alegría. Dice el padre Velasco: “Tal vez el Dios de la alegría tenga más adeptos anónimos (que se dicen agnósticos o ateos) de los que parece. Adeptos que intentan vivir el amor al prójimo con todas sus consecuencias”. Y el rabino Polakoff, apelando al mantra ateo que predica que Dios quizás no exista, así que es mejor dejar de preocuparse y disfrutar de la vida, señala: “A corto plazo, tal vez la despreocupación lisa y llana puede ser homologada al placer, pero, quizás a mediano plazo, y seguramente a largo, esa acomodaticia despreocupación inevitablemente se tornará preocupante, cuando nos demos cuenta del sentido que perdemos por la ausencia de preocupación. Por eso, y con el permiso de los incrédulos autores de la idea, permítanme recrear el lema y clamar: “Dios existe, así que empiece a preocuparse y disfrute de su vida’”. Publicó Sudamericana.

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