EDITORIAL

Racionalización a la cubana

El régimen comunista cubano ha vuelto a sorprender a sus seguidores internos y externos con medidas de racionalización económica que dejan a cientos de miles de cubanos en la calle con la promesa de que deberán capacitarse para intervenir en la vida económica. El enunciado es bueno en los papeles pero de difícil aplicación en la práctica ya que luego de décadas de servilismo estatal no resulta sencillo adaptarse a la economía de mercado o a la más elemental actividad económica.

La decisión se articula con las recientes declaraciones de Fidel Castro -luego corregidas- diciendo que el modelo cubano no le sirve ni siquiera a los cubanos. Pareciera que la enfermedad lo ha ungido al comandante con un toque de realismo burgués. Las reformas económicas promovidas en estos días parecen confirmarlo. La iniciativa, a primer golpe de vista, luce brutal, al punto de que un reconocido analista norteamericano llegó a decir que por la mitad de eso cualquier gobierno de una sociedad capitalista afrontaría insolubles conflictos sociales.

Los comentarios pueden tener algún toque de ironía, pero lo que no es irónico es el dato cierto de que en Cuba ni la opinión pública ni los sindicatos están en condiciones de protestar. Hace años que toda resistencia en Cuba ha sido quebrada por la vía de la represión, la cárcel y el exilio. Hoy, los Castro pueden proponer reformas durísimas porque saben que nadie las resistirá, del mismo modo que en su momento los trabajadores no resistieron las duras condiciones laborales impuestas por los dueños de los hoteles extranjeros.

En este sentido, es una sociedad derrotada por el gobierno y sometida a las más diversas formas de dominación y humillación, derrota singular porque se hizo en nombre de la emancipación y la igualdad. Entre tanto, la ausencia de libertad no es sólo la carencia de un lujo burgués sino el despojo del único instrumento o derecho del que dispone una sociedad -y sus sectores postergados- para protestar por su condición social, económica y política.

Parece que los Castro han llegado a la conclusión de que algunas reformas son necesarias para que el sistema de dominación se mantenga. Los ejemplos a seguir son los de China y Vietnam. Se trata de implementar reformas económicas de signo capitalista manteniendo la estructura de poder político, la dictadura y el partido único.

El modelo está disponible, pero ponerlo en práctica no les va a resultar tan sencillo a los Castro. En la URSS y en la mayoría de los países del este europeo, esto no ha sido posible. La transición del socialismo al capitalismo nunca lo va a ser, salvo en países como China cuya tradición despótica es milenaria. Una alternativa para Cuba podrían ser los recursos humanos del exilio capacitados para vivir en una sociedad capitalista. Pero por elementales razones de seguridad política, por el momento esa salida no parece factible.

Da la impresión de que los Castro han llegado a la conclusión de que algunas reformas son necesarias para que el sistema de dominación impuesto se mantenga.