Los desafíos del Bicentenario

Natalio Botana recomienda consensos para un nuevo pacto federal y fiscal

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Botana señala que las grandes provincias son las grandes perjudicadas por el sistema fiscal actual. Esa debilidad las hace dependientes del poder central.Foto: Pablo Aguirre

El pensador dijo que deben ser leyes constitutivas de esta década. Las advertencias sobre las distorsiones que provoca el actual sistema de coparticipación. El otro gran desafío es hacer frente a las grandes concentraciones urbanas.

 

Mario Cáffaro

mcaffaro@ellitoral

Natalio Botana no duda en afirmar que hoy la Argentina tiene como principal desafío llegar a nuevo pacto federal y fiscal, a los que define como “las dos grandes leyes constitutivas de la década del Bicentenario”, pero también empieza a preguntarse si es posible construir un federalismo a escala humana con los grandes desequilibrios que ya se están dando en la Argentina.

“El federalismo en la perspectiva del Bicentenario” fue el título de la conferencia que brindó Botana en el aula Alberdi de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNL, invitado por el Foro Democracia de Santa Fe que coordina la presidencia de la Cámara de Senadores. Tal vez nunca mejor elegida el aula Alberdi, dirigente al cual en varias ocasiones recurrió el disertante para tomarlo como referencia ante el desafío actual. Un buen número de público, entre el mismo, muchos jóvenes, siguió a Botana, presentado por Rogelio Alaniz.

“Concibo la necesidad de consensos de naturaleza fundacional para un nuevo pacto federal unido a la exigencia de un nuevo pacto fiscal; éste fue el acuerdo de San Nicolás que tanto trabajo costó incorporar a la tradición republicana y que se plasmó en la Convención Reformadora de 1860, también realizada acá en Santa Fe y de la cual se cumplen 150 años”, señaló tras marcar los graves desequilibrios fiscales y políticos actuales de la Argentina de hoy. Entre ellos, hizo hincapié en la sobrerrepresentación política de las provincias chicas y la subrepresentación de las grandes en el Congreso, especialmente en la Cámara de Diputados. A manera de ejemplo, señaló que las seis provincias australes totalizan poco más de 2 millones de habitantes y tienen 30 diputados. Santa Fe, con 3.700.000 habitantes, tiene 19 diputados, y Buenos Aires, con 13 millones, 70. “De esto no se habla en la Argentina”, afirmó.

También mencionó la grave distorsión en la coparticipación, donde un habitante de Tierra del Fuego percibe 2.665 pesos contra 169 de un bonaerense.

Por eso, a Botana no le sorprende que, desde 1983 a la fecha, los presidentes con mayor poder hayan llegado de provincias chicas como La Rioja y Santa Cruz. “Llegaron porque esas provincias estaban muy bien pertrechadas para catapultar dirigentes al plano nacional, eran provincias que permitían el gobierno fácil. Generar liderazgos en Santa Fe y Córdoba es mucho más difícil porque son liderazgos que deben afrontar realidades mucho más complicadas, sobre todo en términos fiscales. Fíjese que el extremo de esto es la provincia de Buenos Aires, donde se da la paradoja de que ya no produce sus propios liderazgos y funciona con liderazgos prestados. Cumple lo que llamo el rol de provincia indigente. Llegan a tal nivel de indigencia que se habla de que, si Kirchner no es candidato a presidente, lo será a gobernador; o Cristina Fernández de Kirchner, que catapultó su carrera a la Presidencia ganando la Senaduría por Buenos Aires. Scioli viene de afuera. Hay un problema muy serio que padecen fundamentalmente tres provincias, Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba”.

Impuestos distorsivos

Botana advierte que la necesidad de los nuevos pactos se arrastra desde hace muchos años y en la conferencia se detuvo en la inequidad actual del modelo fiscal. “La bolsa fiscal es el conjunto de recursos de los que disponen el Estado y sus provincias, pero, ¿cómo se forman? ¿Qué impuestos contienen? Son preguntas básicas porque solemos olvidar que no hay Estado sin impuestos, y los derechos cuestan dinero. Si los derechos que la Constitución enumera no están respaldados por un sólido sistema fiscal, los derechos son pura virtualidad o, al decir de Alberdi, derechos caligráficos, pero no derechos que vienen en la conciencia y en la praxis de ciudadanos que viven en la democracia”.

Y, entonces, no duda en señalar que “el peso correspondiente en la bolsa fiscal a los impuestos directos a las ganancias, a la renta financiera y al patrimonio personal siguen siendo muy bajos en la Argentina en comparación con las sociedades más avanzadas del mundo, incluido Brasil. En nuestro país, los impuestos predominantes son IVA y otros indirectos como retenciones, consumo y aduana; todos ellos forman casi el 90 % de la bolsa. Son impuestos injustos y regresivos, proporcionales al consumo y no progresivos en cuanto a ganancias y rentas financieras”. Recomienda releer los debates de fines del siglo XIX en las principales democracias del mundo sobre el tema impositivo y lamenta que la Argentina haya perdido la oportunidad de hacerlo. Sugiere leer de Alberdi una obra de 1855 titulada “Sistema rentístico para la Confederación Argentina según la Constitución”.

Pero el federalismo, además del tema fiscal, se enfrentará en pocos años a otro problema como es la megalópolis. “Estamos frente a un gigantesco problema en lo que atañe a la conformación de la Argentina moderna porque en el siglo XXI se ha levantado la gran esfinge que es la emergencia de la megalópolis. En la historia de la humanidad, el primer siglo donde la población del planeta será predominantemente urbana es éste, y esta población se concreta en megalópolis, que es una ciudad gigantesca, invertebrada, un conglomerado que en términos políticos no es una civitas”. Buenos Aires y su conurbano son 14 millones de habitantes; el Distrito Federal de México, 24 millones; San Pablo, 33, etcétera, son algunos de los ejemplos.

“¿Cómo gobernarlas? Como porteño, envidio a los santafesinos porque gobernar Santa Fe o Rosario tiene escala humana. Gobernar Córdoba tiene escala humana. El federalismo se pensó como una teoría política de escalas. Los federalistas decían “dividamos el cuerpo político para que haya más proximidad, más contacto, mayor control entre gobernante y gobernantes. La megalópolis es la escala del federalismo, gigantesco problema que convoca al arte, que tanto aplicaba Sarmiento, de Tocqueville, de la descentralización. Habría que preguntarse si es posible construir un federalismo a escala humana con este desequilibrio demográfico, social y humano. Busquemos juntos la solución, pero el camino es el de Alberdi de contar con un diagnóstico real, que sirva como palanca inspiradora de estos nuevos pactos fundacionales del Bicentenario”, concluyó.


Hay que pensar en descentralizar. Hay un doble juego, por un lado, descentralizar y, por el otro, trabajar en un federalismo de cooperación entre policías y Justicia. Hay muchos mecanismos de cooperación que no se realizan ni se cumplen”.

Natalio Botana,

politólogo.

Un gobierno con apetencia hegemónica se vería perjudicado si existiera una ley de coparticipación federal que lo obligase a repartir los recursos según la dimensión económica y demográfica de las provincias. Hoy, las provincias viven a merced de los caprichos del príncipe”.

Natalio Botana,

politólogo.

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La vicegobernadora de la provincia, Griselda Tessio, entregó un presente recordatorio al ilustre expositor.

Foto: Pablo Aguirre

Optimista, pese a todo

La reforma de 1994 instruyó a dictar una nueva ley de coparticipación que debe tener acuerdo de todas las provincias y que parece de imposible cumplimiento. Ante esto, Botana le dijo a El Litoral que, “si no van a la reforma, por lo menos lo que podrían hacer es cumplir la ley vigente. La coparticipación tiene dos niveles: uno horizontal, donde hay un reparto proporcional por indicadores de población, de territorio, etcétera; esta coparticipación horizontal debería estar por lo menos en un 50 %, y esto permitiría darles una extraordinaria libertad a las provincias para programar. Posteriormente, podríamos entregarnos a una discusión de más largo aliento acerca de una reforma más integral”.

También recomienda a las provincias unirse y avanzar en esas uniones, como por ejemplo, las regiones. “Más vale que lo busquen porque los intereses comunes que tiene la Región Centro son muy grandes. Hay provincias chicas sobrerrepresentadas que se llevan la parte del león en términos fiscales porque son provincias que exportan minerales y petróleo. Sobre esto, cobran regalías. La Región Centro es la que produce el superávit fiscal argentino a través de las retenciones, produce el récord de producción agrícola y, frente a todo esto, no tiene ninguna clase de privilegios. Entre las provincias deberían gestarse consensos en defensa del interés propio de esas provincias”.

No obstante, Botana dice ser optimista. “Pertenezco a la vieja escuela de Raymond Aron, a la escuela del optimismo razonable que también puede ser un pesimismo razonable; creo que jamás hay que abdicar no sólo del optimismo -que es un estado de ánimo-, sino de la esperanza que es algo más que el optimismo, es el esfuerzo de la razón para no bajar los brazos y para no aflojar. Es un esfuerzo de la razón consciente, necesario; una suerte de ética, de tensión, frente al bien común porque, de lo contrario, los datos que ofrece el país pueden llevar a la melancolía o al pesimismo”.

El esfuerzo intelectual está volcado, además, a llamar la atención a la sociedad civil, la que tiene grandes posibilidades dentro del sistema democrático. “Los líderes políticos saldrán de la entraña de la sociedad civil; el riesgo es cuando hay gobernantes que quieren obturar los caminos de la sociedad civil, como esta política de agresión a los medios y, por carácter transitivo, a la Corte Suprema de Justicia de la Nación o porque fallaría en sentido contrario a los dictados del Poder Ejecutivo”.