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Una de las escuelas que visitó el penal.

Coronda y su “Cárcel Modelo”

Para los corondinos sigue siendo la “Cárcel Modelo” aunque actualmente su nombre sea Instituto Correccional Modelo U l Dr. Tabares. Porque aquella vieja denominación con la que se hacía referencia a esta institución de la provincia de Santa Fe, creada en 1933, se fue transmitiendo de padres a hijos y así se la sigue identificando.

TEXTOS. ALFREDO MIGUEL CEBALLOS. COLABORACIÓN. PROF. TERESITA CAMPANA DE OLIVARES.

 

Quienes llevamos varias décadas viviendo en Coronda, desde muy temprana edad hemos oído hablar de las características de la “Cárcel Modelo”, institución que la convertían en paradigma, no sólo dentro del país sino en Sudamérica. Y a la luz de las leyes que señalan la necesidad del respeto a los Derechos Humanos, justo es reconocer que desde sus comienzos contó con una infraestructura y una organización que, aún hoy, son dignos de elogio.

Sin la pretensión de lograr un análisis profundo del tema, cabe destacar el aspecto relacionado con la privacidad de los internos al contar con celdas individuales y, también la posibilidad de aprender un oficio en los diversos talleres: herrería, alpargatería, sastrería, zapatería, carpintería y escobería. La panadería y la granja ofrecían otros rubros para desarrollar actividades de laborterapia y una salida laboral en la etapa de reinserción en la comunidad. Al respecto, cabe recordar que el trabajo realizado era pago y ese salario ingresaba a una cuenta personal.

VISITAS ILUSTRES Y UNA BANDA

Sin embargo es sabido que, además del aspecto ocupacional, el ser humano necesita recreación y actividades culturales y, en ese sentido, la institución brindaba diversas oportunidades. Basta con señalar que, en 1939, ya existía una banda de música con participación de los internos.

Asimismo, fueron reiterados los espectáculos ofrecidos por diversas compañías teatrales y grupos musicales que visitaron el penal. Entre otros, Luis Sandrini y Tita Merello, Yaya Suarez Corvo con Lalo Suarez y Jorge de la Riestra; el Dúo Buono-Striano; el violinista Harrington, quien ofreció un concierto; Juan Carlos Mareco (Pinocho); Los Hermanos Gigena; Mario Millán Medina; la orquesta de Domingo Sala, y otras típicas famosas como Juan Darienzo, Horacio Salgán, Donato Raciatti, Varela Varelita, Los Hermanos Ábalos, Alba Solís, la inolvidable Niní Marshall (Catita) y Don Pelele con Alfredo Barbieri junto a un par de vedettes (que actuaban vestidas). Era el comienzo de la década del “40 y también de los años “50. A esta lista podemos sumar un grupo de teatro de primer nivel, de los mismos internos que recorrían otras unidades e incluso actuaron en el teatro Municipal de Santa Fe.

A ESTUDIAR Y A JUGAR

Por otra parte, la apertura a la comunidad se hacía evidente en la buena recepción que tenían los grupos de alumnos, tanto de la localidad como de otras ciudades, que visitaban la institución. Previamente se hacían clases alusivas y preparatorias.

También se recuerdan los espectáculos de bailes tradicionales que la Academia de Danzas Folklóricas Argentinas de Coronda, dirigida por los profesores Elvira Sodero y Juan Falbo, ofrecieron en varias oportunidades en el Salón de Actos del Penal para internos.

Otra actividad que vale la pena destacar es la realización de torneos de fútbol de niños y adolescentes que tenían como espectadores a los internos. Los trofeos esperados por los pequeños protagonistas, aparte de la galleta y el mate cocido, eran los clásicos muñecos chinos confeccionados en hilos plásticos por los mismos presos.

En 1999 la historiadora local Alcira Marioni Berra escribió y publicó “Un aporte de la Provincia de Santa Fe a la Renovación de los Institutos Carcelarios del País en la Primera Mitad del Siglo XX; La Cárcel Modelo de Coronda“.

EN PRIMERA PERSONA

Luis Dante Scarano ingresó como soldado en 1958 y se acogió a la jubilación en 1991 como inspector General del Servicio Penitenciario, aunque su primer contacto con la institución fue informal: como adolescente jugaba al fútbol en el lugar y pertenecía, según él, al “deportivo galleta y mate cocido”.

En una extensa charla, cuenta que “lo nuestro fue una continuidad de todas esas cosas, recuerdo que había dos comisiones: una de actos recreativos culturales y la otra de actividades deportivas que promovían un gran movimiento positivo, visitas de importantes firmas comerciales de Rosario y Santa Fe por ser proveedoras, como Tienda La Favorita y Banco de Boston. Y en lo deportivo, visitas de veteranos de Ñuls , Rosario Central, Unión y Colón. Y, en 1989, vino la primera de Colón, todo un acontecimiento.

Cuando se lo consulta por la relación entre Coronda y la cárcel, afirma que ésta es “permanente” y añade: “la función social que cumplía la cárcel en Coronda tenía varios ribetes, desde el aporte para instituciones y para las escuelas ya que salían cuadrillas de internos a realizar trabajos de pinturas y albañilería, y el aporte a la Municipalidad con las tan frecuentes crecidas del río, para realizar trabajos de limpieza”.

“Hoy es distinto -admite-, el interno es otro. En aquel entonces se respetaban ciertos códigos de vida en el penal, ahora no; el sistema no fue evolucionando de acuerdo a cómo evolucionó el delincuente; hoy se mete todo en la misma bolsa”.

“Recuerdo -dice Scarano- internos que cursaron estudios terciarios y universitarios estando en prisión, viajaban diariamente, tenían la posibilidad de manejarse como cualquiera en el mundo de la libertad y con límites de horario, pero no era para todos. Para tratar la reinserción social del interno deben hacer méritos como para ser sometidos al régimen”.

UNA ANÉCDOTA

“Contábamos -recuerda Luis Dante Scarano- con tres guitarristas y un cantor de primer nivel; los habian escuchado en la costanera de Coronda y los pidieron del festival Paso del Salado, de Santo Tomé. No concursaron por razones obvias, pero causaron sensación esa noche. Recuerdo que dos guitarristas tenían prisión perpetua, el otro había sido condenado a 20 años y el cantor a 18 años de prisión”. Eso fue en 1972. “Cuando ocurrió el tornado de San Justo se organizó un festival a beneficio en el estadio de Unión y nos pidieron este número de mucha jerarquía. Pedimos autorización al juez y los llevamos, como siempre, sin esposar. Cuando llegó el momento de actuar estaban los tres guitarristas pero el cantor había desaparecido, se había fugado. Nos queríamos degollar con una tapa de alfajor, se escapó, era el sacristán de la capilla del penal, se conocía a la perfección el desarrollo de la misa; un tipo macanudo, pero desapareció. Pasó el tiempo y lo detuvieron en un pueblo de Santiago del Estero. En una de las visitas que hacía periódicamente Monseñor Zaspe para charlar con los internos, me pregunta: “¿lo trajeron a Tello?’ “Si, está reintegrado’, le contestamos. “ Voy a hablar con él’, dice Monseñor. Estábamos almorzando cuando Monseñor Zaspe nos cuenta: “este interno fue y engrupió a un cura en Santiago del Estero y le dijo que era sacerdote, que andaba por el lugar y quería colaborar; mencionó que me conocía, organizaba retiros espirituales y oficiaba misas en toda la zona’ “.

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Niní Marshall y su inolvidable Catita.