Vivir la música del grillo

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“¡Qué sencillo/ Es a quien tiene el corazón de grillo/ Interpretar la vida esta mañana!”, así concluye Conrado Nalé Roxlo su célebre poema. Foto: Archivo El Litoral

María del Carmen Villaverde de Nessier

“El grillo” es un pórtico verde en el que Roxlo dice una verdad poética (con conocimiento de la realidad y sentido de evasión) que va a durar para siempre y que es la síntesis de su poesía, con sus dos formas líricas: profundidad y gracia; hondura y levedad; emoción y dolor.

“El grillo” pertenece a sus años juveniles y canta al goce de vivir. Es una purísima exteriorización de un estado de ánimo que no busca ni reconoce causas. El poeta se ha despertado “grillo” como el tenedor de libros se metamorfosea en cucaracha en el cuento de Kafka. En Roxlo no existe ese patetismo kafkiano, sino una alegría que se ha hecho universal y de allí la cosmovisión gozosa del poema con una enorme carga conceptual sugeridora de claroscuros luminosos.

“Música porque sí, música vana”

Roxlo, en un rico juego de elementos lingüísticos, estilísticos, semánticos, en el que la palabra poética debe convertirse en símbolo de algo que está por debajo de las palabras, va a llevarnos hacia sus sentimientos interiores de un yo “eglógicamente” vivo, alegre y cuestionante. Así expresa:

1- Su despertar sencillo y mágico, su metamorfosis: “Mi corazón sencillo se ha despertado grillo esta mañana”.

2- Ese puro goce de vivir, dándose en la gracia natural de la flor: “¿Es una copa de oro el espinillo?”

3- Responde él mismo al final, porque es fácil interpretar la vida cuando su sencillo goce transforma al poeta en un grillo de los campos: “Qué sencillo es a quien tiene corazón de grillo...”.

4- La poesía es un cántico al triunfo de la vida manifestada en expresiones donde:

a. El sentido unitario de cada oración da sentido total a la poesía.

b. Las palabras valen por sí solas como piezas de un engranaje total con su propio cuerpo semántico: grillo- música- mañana- porcelana- flauta... A veces dos o tres vocablos forman una admirable unidad expresiva: corazón grillo - copa de oro - cielo azul de porcelana - gotas de agua sonora.

c. Los dos pequeños seres que se mencionan tienen un claro simbolismo musical, son productores de deleite estético y cantan porque sí. El agua está involucrada por su sonoridad al “correr”, y el verbo “desgranar” sugiere la caída de las notas.

d. El deleite visual lo produce un elemento del paisaje: el cielo azul; y otro embellecido por la magia del sol: el espinillo, convertido en “copa de oro”.

A través del poema de tono mágico- afectivo- aleccionador, se sugiere una clara sensación de cambio vivencial propio de la poesía lírica.

Dice el poeta: “Música porque sí, música vana”

Música de la naturaleza, no de instrumento, música de grillo, música bella , y “vana”, sin realidad sustancial, casi mágica, como es su mágica transformación. La reiteración de la palabra vana y la comparación sugeridora, denotan hábilmente su nuevo estado: “Mi corazón eglógico y sencillo/ Se ha despertado grillo esta mañana.”

Ese corazón humano se siente también tocado por la magia de ser pura naturaleza, no contaminada, con simplicidad “eglógica y sencilla”.

La novedad y la alegría flotantes en el soneto, se agigantan en interrogantes metafóricos: “¿Es este cielo azul de porcelana?...¿Es una copa de oro el espinillo?...”

“Cielo”, “espinillo”, “copa”, con presencia de porcelana y oro. Qué visión plena del mundo imaginario infantil que representa ese grillo cantor. Todo está en función de un tiempo interior que produce un hombre diferente, su nueva condición de grillo.

El hombre no mira ya las cosas desde el orgullo de su estatura enhiesta, no se aferra al énfasis de los dogmatismos, desconfía de la comodidad estética de las convenciones y cambia, viéndolo todo desde el mirador de la simplicidad y la hermosura. Nace entonces el interrogante y el equívoco gracioso con una ordenación creciente de sustantivos (grillo, porcelana, copa, flauta...) que estalla tras la exclamación, en el “cristal vibrante” de esa expresión aseverativa después de la intencionada reiteración de flauta. Ese estallido se difunde y la tierra no se humilla entonces ante quien danza sencilla y burlonamente revelándose en un cambio, por el contrario, lo observa purificándose en belleza con un soplo de eterna sabiduría, de poética filosofía de vida: “¡Qué sencillo es a quien tiene corazón de grillo/ Interpretar la vida esta mañana!”

La situación de cambio se logra a cada paso por la estricta unidad de sentido que reina en el grupo: sustantivo- adjetivo. En el caso de las expresiones interrogativas, los sustantivos cielo y copa transmiten el sentido y el anhelo del poeta, pero la unidad se logra en los grupos: cielo azul de porcelana y copa de oro, corazón eglógico, vibrante cristal, sonoro platillo...

Todo es canto al final enmarcado en la vibrante metáfora que nace en el verso diez y termina en la palabra sonora del verso doce.

La metamorfosis visual se difunde con sentido universal.

Cielo... (el espacio infinito)

Copa... (el mundo)

El color, desarrolla una irreprimible alegría y es una síntesis de un estado de ánimo gozoso: el azul de porcelana del cielo - La transparencia del agua.

Desde adentro del poeta, se proyecta el mensaje: transferir la alegría cantarina de vivir desposeída de oscuras formalidades, desde lo sencillo, verdadero y musical, con resonancias ascendentes y una ilimitada riqueza sensorial; un claro poder de trascendencia para alcanzar el azul nombrándolo adjetivado y unido a la totalidad cósmica de la naturaleza.

El grillo

“Música porque sí, música vana/ Como la vana música del grillo/ Mi corazón eglógico y sencillo/ Se ha despertado grillo esta mañana// ¿Es este cielo azul de porcelana?/ ¿Es una copa de oro el espinillo?/ ¿O es que en mi nueva condición de grillo/ veo todo a lo grillo esta mañana?// ¡Qué bien suena la flauta de la rana!/ Pero no es son de flauta: en un platillo/ De vibrante cristal de a dos desgrana// Gotas de agua sonoro. ¡Qué sencillo/ Es a quien tiene el corazón de grillo/ Interpretar la vida esta mañana!” (Conrado Nalé Roxlo).