Adiós a un grande

Falleció uno de Los Pumas 65

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Su imagen, en tiempos no muy distantes.

Foto: Gentileza RugbyFun

Luis García Yañez fue un símbolo del célebre plantel argentino.

 

César Miño

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A los 72 años, ayer dejó de existir Luis García Yañez, uno de los emblemáticos integrantes del Seleccionado Argentino de Rugby que en 1965 provocó el nacimiento de Los Pumas, a través de las extraordinarias actuaciones en la histórica gira por Sudáfrica.

Paradójicamente, quien fue un granítico segunda línea desde sus inicios en el Club San Fernando, luchaba de manera denodada contra severos problemas en su columna vertebral, que lo tuvieron a maltraer desde comienzos de la década del ochenta.

En Los Pumas “65 integró la recordada primera línea junto a Ronnie Foster y Nicanor González del Solar, constituyéndose en el sostén de un bravío pack de forwards, que también contenía a verdaderos colosos de la época como Aitor Otaño, Héctor Silva y José Luis Imhoff.

Quienes se complementaban a la perfección con el resto del equipo, en el que se destacaban Luis Gradín, Raúl Loyola, Eduardo Poggi, Arturo Rodríguez Jurado y Marcelo Pascual, entre otros.

Ellos no sólo construyeron un tour memorable, sino que inscribieron el primer gran hito en la historia del rugby argentino de todos los tiempos: derrotaron a los Juniors Springboks por 11 a 6, en el mismísimo Ellis Park de Johannesburgo, el 19 de junio de 1965.

García Yañez fue un grande entre grandes, por lo que su deceso provocó un profundo pesar en el ambiente del rugby nacional y del deporte argentino en general.

Amén de su destacadísima trayectoria como rugbier, García Yañez fue un deportista notable, ya que se destacó en remo y natación, disciplinas en las que obtuvo múltiples distinciones. Además, fue un eximio jugador de básquetbol y un gran atleta, que se lució en la mayoría de los deportes que le tocó practicar; algo que por entonces no resultaba extraño entre los disciplinados jóvenes que pululaban en los diferentes clubes de nuestro país.

Médico de todos

Sus amigos, allegados y conocidos siempre hablaron de su grandeza espiritual y de su infinita bondad. Fue un médico destacado, pero también el humilde facultativo que atendía a quienes no podían pagarle, sobre todo en la zona de islas de su querido Delta.

Como lo señalan hoy diferentes medios porteños (Clarín.com, Canchallena.com, Rugby Fun, etc.), su enorme fortaleza física y anímica hizo posible que a través de tantos años disimulara sus problemas congénitos de columna vertebral, ya que nació con el canal estrecho y su genética le hacía crecer el hueso que le oprimía la médula.

Por ese motivo, fue intervenido quirúrgicamente varias veces en Estados Unidos. En los últimos tiempos, desde su casi inmovilidad, recibió el cariño inmenso de todos quienes le retribuyeron lo que él brindó a lo largo de toda su vida.

Tras ser velados hasta promediar la tarde de hoy, los restos de Luis García Yañez serían inhumados en la ciudad de San Fernando.

Un gran primera línea

Quienes lo disfrutaron en un campo de juego coinciden en definirlo como “muy potente y tenaz, incapaz de rendirse ante nada...”.

Tampoco puede obviarse que sus inicios fueron precoces, ya que debutó en su querido San Fernando con edad de Reserva -en aquellos tiempos- y como apertura, puesto que con el tiempo abandonaría, direccionándose hacia el pack de forward.

Justamente, pese a que en el club fue fundamentalmente segunda línea, su gran trayectoria nacional e internacional la desarrolló en la posición de pilar, desde donde tuvo a maltraer a sus rivales, producto de una fortaleza digna del mejor de los elogios.

De su tenacidad existen pruebas irrefutables, pero bien vale detenerse en aquella anécdota que seguramente en estas horas ha cobrado especial valor entre quienes tanto lo admiraron.

Fue cuando “Pato o Negro” afrontó uno de sus partidos consagratorios, después de haber padecido lo indecible durante toda la noche, con un profundo e insoportable dolor en el cuello, que prácticamente lo privó del descanso.