La histórica mansión se encuentra en avanzado estado de deterioro

El Palacio Stoessel al borde de la demolición en Esperanza

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Peligro latente. Dada la precariedad que presenta el edificio, incluso fue cercado para que no ocasione ningún inconveniente a los peatones.

Foto: Corresponsalía Esperanza.

Graciela Bertotti confirmó la idea de demoler el Palacio Stoessel, propiedad heredada de sus padres Hipólito y Ada Pavani de Bertotti. “Los costos para mantenerlo son muy altos y no hay interés por comprarlo, por eso la decisión está tomada”, disparó.

 

Cintia Roland

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La imponente mansión está ubicada en la esquina céntrica de las calles Belgrano y Lehmann. Hoy, en avanzado estado de deterioro y falta de conservación, está al borde de ser demolido, según sus actuales propietarias.

En declaraciones periodísticas, Graciela Bertotti confirmó la idea de demoler el “Palacio Stoessel”, propiedad heredada de sus padres Hipólito y Ada Pavani de Bertotti.

Al respecto precisó que “los costos para mantenerlo son muy altos y no hay interés por comprarlo. En vida, mi padre nos decía que su deseo era que quedase para la Municipalidad, para alguna repartición específica o centro cultural, pero es evidente que a nadie le interesa”.

Las negociaciones fracasaron, no se dieron como esperábamos o no interesaron tanto a este gobierno que expresó no tener dinero para semejante inversión, como para la gestión anterior. Por eso la decisión está tomada: no podemos asumir esos costos. Sabemos que tiene un valor arquitectónico muy valioso ya que es un edificio con historia e imponente en su arquitectura. Pero no podemos abandonarlo ni mantenerlo” y el peligro está latente dada la precariedad que presenta. Incluso fue cercado para que no ocasione perjuicios a los caminantes.

Emblemático

Está ubicado en la esquina céntrica de las calles Belgrano y Lehmann. Conocido también como la casona “de los Bertotti”, fue construido en 1886 por Juan Stoessel, empresario asociado a Guillermo Lehmann y a Carlos Bosch, con quien fundó el Molino Bosch Stoessel, luego denominado Molino Angelita.

El solar, vendido al Banco de la Nación Argentina, fue sede del mismo hasta 1923. Subastado, fue adquirido en 1926 por Marcos Bertotti.

En las dependencias de la planta baja, que dan sobre la esquina, instaló su estudio fotográfico Fernando Paillet y en las dependencias familiares funcionó el primer sanatorio en Esperanza.

“El estilo predominante es ecléctico. Se destacan su mansarda, techos de tejas francesas, columnas de mármol y detalles de herrería artesanal. Fue uno de los primeros palacios y casas de estilo que se construyeron en la colonia, cuando alrededor sólo se levantaban ranchos y viviendas precarias”, explican en la web del municipio local.

“La memoria menospreciada”

Para el magister Arq. Rubén Osvaldo Chiappero, director del Instituto de Historia, Teoría y Crítica de Arquitectura y Patrimonio de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Santa Fe, la aparición de la noticia, en medios periodísticos de Buenos Aires, de la demolición anunciada del Palacio Stoessel “es indicativo del contexto cultural en que nos hallamos inmersos los argentinos en general: un menos-precio, o por decirlo de un modo más elegante, un no aprecio de los bienes que se heredaron y que, casi con liviandad rayana en la in-conciencia (o, no-conciencia, que así suena más posmoderno, ¿no?) se permitirá legar al futuro de la ciudad de Esperanza la sola posibilidad de una foto amarillenta, una imagen digital y un comentario más o menos benévolo de la última etapa de decrepitud de la otrora impactante casona que, en medio de la pampa gringa, remedó con éxito la imagen pomposa de los palacios y palacetes de la burguesía cosmopolita de Buenos Aires.

El Palacio Stoessel es una obra del patrimonio esperancino que debería ser protegida, puesta en valor y, por sobre todo, conocida y amada por los pobladores para que, con el genuino orgullo de pertenecer a la primera colonia agrícola consolidada del país, sea mostrada y señalada como un ejemplo de la expresión cultural que, teniendo epicentro en la capital de la República se extendió hacia todos los puntos de esa Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX empeñada en desarrollar sus riquezas y potencialidades a fuerza de arado y mano de obra europea

Y a Esperanza le cabe el privilegio de tener una obra de arquitectura de ese “valor especial” y otros propios y locales que, más allá de banderías ideológicas, clama por un cambio de actitud de la comunidad frente a su condición de bien patrimonial.

“De buenas intenciones está sembrado el camino al infierno”, reza el refrán popular pero, con ésta la buena intención de elevar una queja por la inminente destrucción del Palacio Stoessel, se pretende alertar sobre la determinación de colocar una piedra más en el “no hay vuelta atrás” del olvido y de la destrucción -en este archivo tangible de la arquitectura esperancina- de otra pieza fundamental para la historia regional, provincial y nacional. Porque, ¿alguien se acuerda del Palacio Lehmann?”.

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Deseo frustrado. “En vida, mi padre nos decía que su deseo era que quedase para la Municipalidad, para alguna repartición específica o centro cultural, pero es evidente que a nadie le interesa”, señaló Graciela Bertotti, hija de Hipólito Bertotti. Foto: Corresponsalía Esperanza

Conocido también como la casona “de los Bertotti”, fue construido en 1886 por Juan Stoessel, empresario, asociado a Guillermo Lehmann y a Carlos Bosch, con quien fundó el Molino Bosch Stoessel.

 

/// EL DATO

Sin apoyo

La dueña de la mansión esperancina puntualizó que “nunca nos apoyaron, ni la Municipalidad, ni la ONG del Museo, ni otra institución”.

Al referirse a la Comisión de Patrimonio Histórico que presta atención al cumplimiento de las reglamentaciones sobre los edificios que superan los 80 años comentó que “nadie se acercó y tampoco vinieron a ver el edificio o a hablar conmigo. En otras ciudades, conozco casos en Santa Fe y Córdoba, sí se preocupan por preservar este tipo de construcción. Pero aquí no, a nadie le interesa” reiteró.

 

/// LA CLAVE

Trámite en marcha

Al pensar en derribar la mansión, Bertotti aclaró que “no tenemos que pedir permiso a nadie porque somos las propietarias. Ahora nos decidimos a demolerlo y por eso ya iniciamos los trámites correspondientes. Nos causa mucho dolor pero no tenemos alternativas. Hay otras historias parecidas en Esperanza, como el Palacio Lehmann, pero hasta el momento se trata de un problema sin solución” precisó.