Las ratas preocupan a los vecinos de Candioti, Guadalupe y del Centro

Están convencidos de que en la ciudad creció la cantidad de estos roedores. La Municipalidad, el Ministerio de Salud y las empresas que desratizan dicen que la población es normal, pero hay algunos factores que pueden estar influyendo para que sean más visibles.

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Por todos lados. El Paseo de los Pescadores, en la Costanera Vieja, es un sector en el que siempre se ven roedores. También en la zona del puerto y en los barrios cercanos a la Setúbal y al Salado.

Foto: Archivo/Flavio Raina

 

Gastón Neffen

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Las ratas conquistaron el mundo con un plan efectivo y barato. Desde los fenicios y los griegos viajan como “polizones” en las bodegas de los barcos y así se extendieron por todo el mundo. Hay científicos que aseguran que están entre los mamíferos más numerosos del mundo, junto a los hombres, pero es una estimación porque no hay un censo mundial de ratas.

Lo que está claro es que “donde hay hombres hay ratas”, al punto que desde hace siglos hay especies de estos roedores que se definen como sinantrópicas o urbanas, porque viven en estrecha relación con los seres humanos (ver infografía).

Son este tipo de ratas (por ejemplo, la Rattus ratus o la Rattus norvegicus) las que están preocupando y volviendo locos a los vecinos de barrio Candioti, del centro y de las zonas de la ciudad que están cerca del río. La gente está convencida de que en Santa Fe hay más ratas que otros años y se sorprenden por su audacia y agilidad.

Las miran trepar por las enredaderas y los cables, las escuchan correr por el techo y las encuentran en sus balcones y patios. “Es una estampida”, asegura Marta Villanueva, que hace 28 años que vive en calle Alvear, entre bulevar Gálvez y Balcarce.

“Yo nunca ví tantas ratas y hace más de diez años que estoy en el barrio”, asegura Mariela Cian, que durante todo noviembre dejó cerrado el balcón para que los roedores no puedan entrar a su departamento de barrio Candioti. “Me sorprende la cantidad que hay, con los vecinos juntamos firmas para que desraticen esta zona”, coincide Patricia Ribaudo, también de Candioti.

¿Hay una invasión de ratas en Santa Fe? Javier Colombo, jefe del programa de Zoonosis y Control de Vectores del Ministerio de Salud, no cree que haya una mayor cantidad de roedores, ni que su densidad poblacional haya aumentado. Lo mismo piensa Roberto Celano, subsecretario de Ambiente de la Municipalidad.

Los últimos picos fueron en el 2003 y en el 2007, y en este caso el fenómeno se relacionó con la crecida del Salado (2003) y con las intensas lluvias del otoño que inundaron varios barrios de la ciudad (2007).

Las empresas que venden cebos para controlar la población de ratas también insisten en que la demanda de productos es normal para esta época del año. Se lo confirmaron a El Litoral, Juan Pablo Páramo, del servicio técnico de Sanitek, y Alexis Acosta, responsable técnico de Fumitec. “El movimiento es normal”, asegura Acosta. “La población de roedores es más o menos estable, lo que pasa es que en primavera y verano la gente las ve más, aunque en realidad están más activas en el invierno, cuando necesitan encontrar alimento”, explica Páramo.

Tal vez haya cifras más confiables este año. En Rosario, el Ministerio de Salud está realizando un mapeo de roedores para identificar los tipos de ratas y ratones que hay en esa ciudad e intentar cuantificar su población. “La idea es replicarlo en Santa Fe en el 2011”, adelanta a El Litoral Andrea Uboldi directora de Promoción y Protección de la Salud.

Pero hay tres factores que podrían sostener la hipótesis de que hay más ratas, o que al menos se están desplazando más. Los casos de leptospirosis, son la primera variable. En el 2010 se detectaron 140 pacientes afectados en la provincia. La región de Santa Fe fue la zona con más casos (70 contra 48 en Rosario). La cifra queda muy cerca de los 161 casos confirmados de leptospirosis en 2007, cuando se produjo un pico en la cantidad de ratas que circularon por la ciudad, según las empresas que venden cebos. De todas formas, es importante aclarar que la orina de algunos tipos de ratas no es único vector de la enfermedad.

La crecida de los ríos en el verano y el otoño del 2010, por el impacto del fenómeno de “El Niño” es otro factor que puede haber influido durante todo este año. Sobre todo, en la mayor presencia de la rata colorada, que vive en la zona de islas.

¿El “boom” de la construcción?

La tercera hipótesis vincula la mayor circulación de roedores con la cantidad de edificios que se construyen en la ciudad y la puesta en valor de espacios que antes estaban abandonados y muy vulnerables a las ratas, como el Molino Franchino, el Marconetti y la restauración de la Redonda en Santa Fe Cambios.

Hay una ley provincial que obliga a desratizar antes de iniciar la construcción. Por eso se especula que las ratas y ratones que tenían sus madrigueras ahí se vieron forzados a desplazarse.

En barrio Candioti, pero también en Guadalupe y en el Centro -en realidad en toda la ciudad-, los vecinos sospechan que esto es lo que puede estar pasando. En los últimos dos meses vivieron situaciones insólitas. Cian, por ejemplo, puso cebos con veneno en el balcón de su departamento. Y durante 30 días vió como tres o cuatro ratas se acercaban cada noche para alimentarse, sin preocuparse por la atenta mirada de ella y su marido.

Ribaudo se asustó mucho cuando su gato le trajo una rata en la boca. Y Villanueva se cansó de contar roedores en las bocas de tormenta, en los techos y en las calles de Candioti.

Para que esto no siga pasando son claves las normas de higiene y limpieza de parte de los vecinos (ver recomendaciones), la responsabilidad de las empresas constructoras (que siempre deben desratizar) y la constancia del programa de desratización de la Municipalidad,en las plazas y espacios públicos.

 


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Cebos. Los bloques parafinados y los que tienen forma de cereal (en este caso trigo) se utilizan para reducir la densidad de roedores.

Foto: Archivo El Litoral

Recomendaciones

Control químico. Hay dos tipos de cebos: bloques parafinados y en forma de granos. En los dos casos, el animal muere a los tres días para que las otras ratas de la madriguera no desconfíen y lo sigan comiendo.

Higiene. Es importante evitar la acumulación de desperdicios y escombros. También cortar la maleza y almacenar la basura en envases con la tapa cerrada.

Casa. Debe taparse o repararse cualquier agujero de la vivienda (cañerías, mampostería, puertas, etc.) para evitar el ingreso de los roedores.

Frutas. En los patios con árboles frutales es clave retirar los frutos maduros para que no atraigan a las ratas y ratones.

Baldíos. Los basurales y los espacios abandonados deben ser desratizados. Es clave cortar el pasto y no permitir la acumulación de basura.

Fuente: Ministerio de Salud/Sanitek

Las ratas preocupan a los vecinos de Candioti, Guadalupe y del Centro

Viajeras, trepadoras y voraces

La rata negra (Rattus ratus) y la parda (Rattus norvegicus) son las especies más extendidas en todo el mundo. Estos pequeños mamíferos vienen viajando con el hombre en los barcos desde la antigüedad.

La Rattus ratus habría llegado a América con los conquistadores españoles en el siglo XVII y la norvegicus en los barcos del siglo XIX.

Las ratas comen de todo (son omnívoras, es decir digieren tanto carnes como vegetales). “Eso de que les gusta el queso es un mito de Disney”, dice Juan Pablo Páramo (Sanitek). En realidad, sobre todo se alimentan de cereales, frutas y harinas. “En los supermercados lo que más atacan son los envases de salsa de tomate”, cuenta Páramo. Además son excepcionales nadadoras y trepadoras. Y se reproducen con velocidad (pueden parir a más de 20 crías cada vez).

Hay que tener en cuenta que las ratas y los ratones no son lo mismo. En realidad son diferentes especies de roedores. Y tienen diferencias morfológicas y de comportamiento.

Pero los dos roedores son un vector de varias enfermedades: rabia, leptospirosis, hantavirus y fiebre hemorrágica argentina, entre otras.

El problema de salud más grave que desencadenaron fue la epidemia de peste bubónica en el siglo XIV, que aniquiló a un tercio de la población europea (según las estimaciones más conservadoras). Se contagiaba cuando las pulgas de las Rattus ratus picaban a las personas en las ciudades medievales.