Chile hoy (II)

La cultura, factor de integración nacional

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J.M. Taverna Irigoyen

“Los artistas, para el pueblo, son como el alma para el cuerpo.” Gabriela Mistral

Más allá de lo socio-político y de lo económico, Chile merece (e importa) ser analizada en esta segunda nota desde la faz cultural. Faz en la que equivale a un Jano bifronte: con una cara positiva, auspiciosa, y otra adversa. Un país donde la delincuencia bajó algo, pero existe una real desconfianza interpersonal (sic) que alarma. Los agentes de seguridad y custodios privados están por todos lados. Hasta en las iglesias. Y resulta sumamente dramático presenciar, en la fila de comulgantes dominicales, cómo por la fuerza arrastran a un punguista en acción fuera del templo.

En el área educativa, hay guarismos que alarman. En los dos últimos años abandonaron la escuela más de 500.000 niños. Antes y después del terremoto, aclárese. Y en estos días, otra estadística más que preocupante: obesidad 20% de los educandos; tabaquismo, 25% y alcoholemia, 36%, con elevados grados de embriaguez, dentro de los ciclos inicial y medio. No se hace mención alguna al tema drogas. También en estos días (seguramente para contrarrestar lo antedicho) se habla de un plan de Escuela Salud, que se está implementado no sólo desde la cartera de Educación.

Chile tiene una Universidad Nacional de excelente nivel, que abarca más del 40% del total académico. Y una veintena de universidades privadas. En todos los casos, la enseñanza es de carácter pago, no existiendo educación gratuita en el nivel terciario, si bien el Estado otorga becas. Se ha dicho en la nota anterior que un maestro percibe, al inicio, un sueldo de 500.000 pesos (unos u$s 350) y esto puede subir a 600.000, después de cierta permanencia en funciones.(Hacia 2009 se habló largamente sobre “umbrales sociales”, que resolvieran subsistencia, educación, vivienda y salud, pero aún no se ha arribado a coincidencias respecto al nivel del ingreso ético familiar).

Patrimonios y acervos

El país posee patrimonios importantes, tanto en los repositorios naturales de instituciones, cuanto en el campo de los diversos ejidos urbanos. Por cierto, hay que saber comprender aspectos difíciles de su conservación: edificios públicos, iglesias, monumentos, frente a la adversidad geológica que con frecuencia sufre el país. No sólo derrumbes, también deterioros graves que cierran totalmente su visita y funcionalidad, a veces, por varios años.

Los museos chilenos desconciertan un tanto. No porque no estén debidamente valorizados en sus acervos. En cambio, en plena temporada turística, muchos están cerrados al público por vacaciones. Este cierre es, en todos los casos, hasta el 1º de marzo. No se comprende tal decisión burocrática. Viña del Mar registra cuatro museos no habilitados y sólo el Francisco Fonck, repositorio de la cultura Rapa-Nui de la Isla de Pascua, puede visitarse. Idem, el Museo de Bellas Artes de Valparaíso. Pero a más, desconciertan los museos por la carencia de folletería u otras cartillas para ofrecer al visitante. Hay muestras importantes, de alto valor didáctico, que carecen de estos y otros aportes.

En el Nacional de Bellas Artes, dentro del Ciclo Centenario 1910-2010, se exhibe una selección de autores chilenos preparada por su director, Milan Ivelic. La muestra se titula Colección en Viaje y recorre el territorio en dos tiempos; Talca, Concepción, Temuco y Viña, y posteriormente, este año, La Serena, Antofagasta e Iquique, a través de sus principales artistas. Otras muestras (La mirada en reposo/Objeto cotidiano; En torno al paisaje; El cuerpo en el arte; Convergencia y divergencia) integran la totalidad del espacio. En el hall de entrada, una instalación de 400 m2, recupera un refugio cordillerano con toda su construcción y enseres, en una búsqueda arqueológica del artista Sebastián Preece (1972) que sorprende por su audacia y belleza. Detrás de este centro, en el mismo Parque Forestal de Santiago, el gran Museo de Arte Contemporáneo impone su severo cierre estival.

Por cierto que Museos como el de Arte Precolombino constituyen un aporte excepcional al conocimiento de las expresiones arqueológicas americanas. Las piezas mayas son deslumbrantes por su calidad y conservación. Allí se pueden admirar, asimismo, otras culturas prehispánicas, así como piezas y tejidos mapuches (con un folleto en idioma inglés). El Museo Postal y Telegráfico, ubicado frente a la Plaza de Armas, en la que durante más de 300 años fuera la residencia de los presidentes, a partir del fundador Pedro de Valdivia, es un buen ejemplo museológico. Y casi colindante, en el Palacio de la Independencia, el Museo Histórico Nacional que, a más de su valioso patrimonio, exhibe una muestra celebratoria: La razón del Bicentenario. Muestra muy bien estructurada, en la que José de San Martín sólo figura con un retrato de Carrillo y una brevísima mención de su presencia en el acto de la Declaración de O’Higgins.

Integración cultural

Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, conviven en el imaginario colectivo de una forma admirable. Y Violeta Parra y Roberto Matta, claro está. No sólo figuran en calles, en paseos, en centros culturales, sino a más constituyen ejemplos de filosofía de vida, de compromiso social. Esos grandes protagonistas de la historia nacional -músicos, escritores, cantantes, pintores- son los que conforman una suerte de integración nacional muy fuerte y sustantiva que supera los tiempos.

Se han inaugurado modernos centros culturales como, bajo el Palacio de la Moneda, uno que recorre tres grandes plantas de salas y auditorios. Muestras de artistas americanos jóvenes y un mercado de artesanías populares muy bien seleccionadas (cerámica, tejido, platería, orfebrería), dan colorido al espacio.

Parra, Neruda y Mistral nominan asimismo otros ámbitos expositivos y de festivales en Valparaíso, Viña y Santiago. Ofrecen espectáculos y convocatorias de todo tipo, con especial apertura hacia las generaciones más jóvenes. En Viña del Mar, específicamente, se dan conciertos de verano en la Quinta Vergara, donde está el grandioso anfiteatro de los festivales de música internacional, con una capacidad para 18 mil personas. Con el auspicio de la Fundación Beethoven y patrocinantes privados, se ofrecen espectáculos del Ballet Folklórico Nacional, la Orquesta de Cámara de Chile, la Orquesta Sinfónica Juvenil y la Nacional. Esta última, dirigida por Michel Nesterowicz, dio (en una noche de muy bajas temperaturas) un concierto inolvidable a una audiencia que colmaba las instalaciones. Tchaicowsky, con el concierto para violín Nº 35 y la intervención del violinista argentino Xavier Inchausti, Premio Litz de Chile, y Scherezade, de Rimsky-Korsakov, recibieron la sostenida aclamación del público.

El Festival de Teatro de Providencia, en Santiago, con la participación de 22 delegaciones de países extranjeros también convoca multitudes. Y el Festival Popular de Valparaíso (que reemplaza a las murgas populares de varias décadas) constituye una nueva expectativa cultural para este 2011.

Llaman la atención las importantes galerías de arte privadas. En la zona centro, tanto como en Providencia y sobre todo en Vitacura, se pueden visitar espacios expositivos casi únicos en Latinoamérica. La galería de Patricia Ready, por citar un ejemplo, tiene más de 2.500 m2 de salas, jardines para esculturas, auditorio y salones para eventos. Allí, en el superespacio dedicado a expresiones conceptuales, el ya citado artista Sebastían Preece presenta la continuidad de su instalación del MNBA, con una arquitectura autoconstruida, que genera un paisaje singularmente original.

Finalmente, importa destacar los ciclos musicales de la Universidad Nacional de Chile, que conmemorando sus 70 años, ofrecerá en 2011 una temporada excepcional, con directores invitados.

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Dos casas, un poeta. Una, la esquinada, se llama “La Sebastiana” y se alza en la zona portuaria de Valparaíso; la otra, “Isla Negra” se ubica más al norte y balconea sobre el oceáno Pacífico. Una tercera, “La Chascona”, se erige en Santiago capital. Las tres son visitadas por propios y extraños, al tiempo que mantienen viva la memoria de Pablo Neruda, el escritor que las construyó y habitó. Foto: Archivo El Litoral