Contrapunto

Ricardo Alfonsín confía en un triunfo opositor

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Es un político que mira hacia el siglo XXI. Esa mirada se la puede compartir o criticar, pero es propia, genuina. Foto: Guillermo Di Salvatore.

Rogelio Alaniz

Se parece a su padre, pero tiene vuelo propio. Basta intercambiar algunas palabras con él para convenir que es algo más que un hijo. Sus opiniones políticas son claras y provienen del estudio y la experiencia.

—¿El motivo de su visita a Santa Fe?

—Hemos estado varias veces en Santa Fe como en otras provincias. Hace rato que venimos trabajando por recuperar a la UCR. Ahora estamos en un año electoral y las visitas tienen más repercusión. A ello hay que agregarle que ahora estamos en los umbrales de una elección interna para definir quiénes son los candidatos que el partido ofrecerá a la sociedad.

—¿Por qué una interna ahora cuando se supone que están previstas para dentro de unos meses elecciones primarias obligatorias?

—No está prohibido por la ley que un partido dirima sus candidatos a través de elecciones internas. Es lo que vamos a hacer nosotros. Además, estoy convencido de que hay una fuerte demanda de cambios en la sociedad. Este país no es el mismo que el de 1983, pero entonces se demostró que existía un amplio consenso en admitir que el radicalismo era el partido indicado para gobernar el país. Y así fue. Hoy tengo una sensación parecida. Como si la sociedad creyera que los destinos de la Nación deberían estar a cargo de un partido o de un frente con otras características, es decir, con más respeto a las instituciones, con más vocación para el diálogo, con una visión estratégica del país, con políticas de Estado acordadas con las otras fuerzas. En definitiva, lo que la sociedad hoy se está preguntando es cuál sería la oposición capaz de reemplazar al gobierno.

—¿Por qué supone que los radicales en estas internas lo van a votar a usted y no a Cobos o a Sanz?

—A mí no me parece de buen gusto andar diciendo cuáles son las diferencias programáticas. Todos somos grandes ya...

—Con todo respeto, a mí me gustaría conocerlas...

—Cuando empiecen a conocerse las propuestas, se verán las diferencias que existen pero son de matices. Si repasamos lo que ha ocurrido en los últimos años se las podrá apreciar con más claridad. A cada candidato yo le preguntaría qué piensa de la política, cual es el ámbito legítimo de acción política, cuál es su idea de la libertad, qué relaciones hay entre libertad e igualdad, como se resuelve esta tensión, que relaciones puede haber entre mercado y Estado...

—Me parece que en general los radicales tienen grandes puntos de coincidencias en estos temas.

—Algunas diferencias hay, pero de todas maneras van a conocerlas cuando se hagan los programas. Con respecto a nosotros, digo que somos la auténtica visión del radicalismo para el siglo XXI; creo que somos la actualización, el aggiornamento de lo que fue en otros tiempos el Movimiento de Renovación y Cambio. Además, somos los que estamos en condiciones de ganarle al oficialismo desde una convicción republicana, democrática, progresista.

—¿Qué hay de común y qué hay de diferente en Raúl Alfonsín y Ricardo Alfonsín?

—Esa pregunta se la debería hacer a todos los candidatos.

—Se las vamos a hacer, pero empiezo por usted.

—Está bien. Lo que le digo es que soy hijo de Raúl Alfonsín, pero sobre todas la cosas soy un militante de la UCR, que además tuvo la suerte de ser hijo de Alfonsín. Me he formado en sus mismos valores, en sus mismos principios.

—Sus opositores dice que usted fue el candidato gracias al velorio de su padre.

—Lo he escuchado y por supuesto, no estoy de acuerdo. Es verdad que hubo una resignificación de la obra de Alfonsín en los últimos años y yo, de alguna manera, soy el destinatario de ese cariño, ese respeto, ese afecto. Ahora... yo también habré actuado de alguna manera para estar donde estoy.

—¿Y cuáles son la ideas centrales que reivindica de su padre?

—El respeto por las instituciones, la búsqueda del diálogo, la integración de América latina, la idea de que el Estado debe luchar por conciliar libertad con igualdad; la idea de que la igualdad no es una cuestión ajena a la política y la concepción de la política como una ética de lo colectivo.

—¿Qué le responde a quienes le observan que a usted le va pasar lo mismo que a su padre, es decir que los sindicatos le van a hacer catorce paros generales y que se va ir del poder antes de cumplir el mandato?

—Es como si me preguntara cómo hacen los radicales para gobernar y que no les pase lo que le ocurrió a Arturo Illia que lo destituyeron. Esa realidad ya no existe. Todo aquello tenía que ver con un contexto hoy irreproducible. Hasta Ubaldini se arrepintió por lo que había hecho.

—Sus adversarios le imputan ser el candidato bien visto por los Kirchner.

—Los que dicen eso no lo creen ellos mismos. Yo le digo la verdad: soy una persona seria y me esfuerzo todos los días por serlo. Jamás apelo a ese tipo de recursos para sacar alguna ventaja. Creo que esas imputaciones son una tontería que no vale la pena responder.

—¿Que piensa del Frente Progresista santafesino y qué opina de la estrategia del radicalismo provincial dentro del Frente?

—En primer lugar, creo que lo mejor que le puede pasar a Santa Fe es que en las próximas elecciones triunfe el Frente Progresista; en segundo lugar, deseo que el primer término de la fórmula esté encabezada por un radical. Pero todo esto se va resolver en una elección interna como corresponde.

—¿Qué opina de Barletta?

—Es el mejor candidato que tenemos en la provincia.

—¿Y qué opinión le merece el gobierno de Cristina Kirchner?

—Siempre digo que ningún gobierno hace todas las cosas bien o todas las cosas mal. En todo caso hay algunos que hacen más cosas malas que buenas y espero que no deliberadamente. De todos modos, algunas cosas de este gobierno nosotros hemos reivindicado. Porque además si se las cuestionaríamos nos estaríamos cuestionando nosotros mismos.

—¿Cómo es eso?

—¿Quién empezó a trabajar por la integración latinoamericana? Nosotros, que teníamos casi una guerra con Chile y un conflicto muy serio con Brasil. Firmamos la paz, creamos el Mercosur, insistimos en defender la integración latinoamericana. Lamentablemente esa estrategias política fue echada abajo por el justicialismo en la década del noventa.

—¿Y los derechos humanos?

—Yo le pregunto: ¿quién empezó a luchar por la vigencia de los derechos humanos en la Argentina? Fuimos nosotros después que ellos indultaron a 200 militares. Fuimos nosotros los que juzgamos a los militares y los subversivos. Y somos nosotros los que vamos a seguir defendiendo los derechos humanos no sólo mirando hacia atrás sino también hacia adelante ¿El ingreso universal a la niñez? Si somos nosotros los que lo hemos presentado.

—¿Y qué críticas tiene para hacerle?

—Hay muchas cosas que me parecen muy mal: el capitalismo de amigos, la falta de transparencia, el agravio a las instituciones, la falta de estrategias a mediano y largo plazo, el desaprovechamiento de oportunidades, el déficit en materia de infraestructura de transportes. Seguimos siendo una economía primarizada, exportamos materias primas o productos con escaso valor agregado. Si Alberdi decía que gobernar es poblar hoy yo diría que gobernar es poblar el interior. Si no lo queremos hacer por espíritu fraterno hagámoslo por egoísmo, porque después nos quejamos de las concentraciones demográficas y sus secuelas: pobreza, corrupción, delitos. Y la educación... un desastre... Los chicos hoy reciben peor educación que las que recibíamos nosotros y eso es gravísimo por donde se lo mire. La salud... otro desastre. Hay crecimiento económico, pero no hay un desarrollo social acorde con ese crecimiento. Hoy estamos séptimos en inversiones en América latina y antes estábamos primeros, ¿Por qué pasa eso? Porque no nos creen, no somos confiables, no respetamos las reglas de juego. Esto tiene un nombre: seriedad. Ningún país, ninguna familia, ninguna empresa progresa si no son serios.

—¿Binner va a ser su candidato a vicepresidente?

—Si yo dijera el nombre de un candidato a través de un medio de comunicación sería una falta de respeto, no sería serio.

—O sea que no me lo va a decir.

—No. De todos modos, le adelanto que mi padre siempre luchó por forjar una alianza con los socialistas. En el escritorio familiar de mi padre hay dos fotos: Guillermo Estévez Boero y Simón Lázara.