El miércoles en Rosario

La soja, de remate

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Plana mayor. El estrado estuvo presidido por el intendente local, Miguel Lifschitz, el gobernador Hermes Binner, el presidente de la Bolsa, Cristián Amuchástegui, y el ministro Julián Domínguez.

 

Foto: Gentileza BCR

Con la presencia del ministro de agricultura de la Nación Julián Domínguez y del gobernador Hermes Binner, se remató en la Bolsa de Comercio el “primer” lote de soja de la campaña 2010/11, oportunidad que sirvió para medir la realidad del cultivo y el clima “gobierno-campo”.

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Enviados especiales a Rosario.

Despejemos rápidamente la parte informativa, esto es, que el primer lote de soja de la campaña 2010/2011 arribó el 3 de enero a la plaza de Rosario y fue descargado en la planta de Vicentín SAIC de Ricardone; que se trata de una partida de 26.640 kilos producida en la localidad de Colonia Elisa (Chaco) por Angel Ernesto Goujón; que intervino como corredor la firma Enrique Zeni Y Cia; y que finalmente fue comprado el miércoles -como en los últimos años- por AFA a $3.250 por tonelada. Ese acto de compra, testimonial y simbólico -por cuanto hace rato que los camiones colapsan los precarios accesos a los puertos ubicados al norte y sur de Rosario- se realizó en el recinto de la Bolsa de Comercio pero, esta vez, más que una operación bursátil, se vio claramente el “año político” que vivimos.

el pulso de un año político

Habitualmente, en estos casos, se da paso rápidamente al rematador. Pero en esta oportunidad hubo autoridades importantes y discursos que, si bien previsibles y exentos de anuncios, dejaron elementos para el análisis. Hablaron el titular de la Bolsa anfitriona Cristián Amuchástegui; el intendente de Rosario, Miguel Lifschitz; el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Julián Domínguez y el gobernador Hermes Binner.

El contrapunto que se esperaba era entre Amuchástegui, que reclamó una vez -esta vez con matices- liberar la exportación de trigo y maíz, además de mayor infraestructura para la producción; y el ministro de Cristina, quien estuvo en todo momento componedor.

Lo más novedoso del discurso de Amuchástegui es que reclamó que se mantengan “abiertos los registros de exportación a lo largo del año”, pero esta vez “sin perder de vista la posibilidad de cerrarlos cuando fuere necesario para asegurar el abastecimiento interno”, y evitando favorecer a sectores en detrimento de otros que cumplen similares funciones.

De alguna manera funciona el pedido como una “inversión de la carga de la prueba”, esto es, hacer al revés del gobierno, que mantiene cerrada la exportación y la libera ocasionalmente. Pero antes el reclamo era liso y tajante: liberación completa de la exportación; ahora se acepta que se pueda asegurar el mercado interno.

Y el ministro Domínguez, que no opinó sobre este tema (en el cual realmente parece tener más peso Moreno que su cartera) volvió a elogiar a los productores y la camada de empresarios y dirigentes (cuya franja etaria ubicó entre los 35 y 45 años) nacionales que hicieron una verdadera revolución en el negocio, y que hoy es modelo en el mundo. Y abogó por la constitución de firmas con capitales netamente argentinos para que sean éstos los que intervengan en la otra parte del negocio, la exportación y colocación de excedentes en el mundo, hoy en manos de multinacionales extranjeras que, de paso, este año, oliendo quizás el mal clima, no aparecieron por el recinto...

Así, la moderación del reclamo desde la producción y las “flores” al menos verbales que el campo recibe desde el gobierno, hablan de otro momento de la difícil relación, muy diferente de los meses posteriores a la resolución 125, cuyas cicatrices hoy exhiben todos: el gobierno porque recibió un rechazo y unas movilizaciones masivas como nunca antes; y la gente de campo porque de allí en más hubo un endurecimiento de relaciones que se tradujo en una batería de medidas con la taba “de culo”...

Corrió agua bajo el puente, ambas partes parecen respetarse y buscan el modo de funcionar juntos, unidos siquiera por el “espanto” ya que no por el “amor”. En el medio, marcha otra enorme cosecha con cincuenta mil toneladas de soja, que beneficia a todos, empezando por el propio gobierno: el yuyo, al fin y al cabo, es su más limpio y fuerte ingreso.

Domínguez volvió a elogiar a los productores y la camada de empresarios y dirigentes nacionales que hicieron una verdadera revolución en el negocio.