LA OBRA DE JUAN JOSÉ SAER, REVISITADA
LA OBRA DE JUAN JOSÉ SAER, REVISITADA
Prólogos con un prólogo de prólogos (*)

Ricci es Licenciado en Comunicación Social y Gestor Cultural. Ha ejercido el periodismo radial y gráfico. Obtuvo una beca del Conicet y tiene pendiente su tesis del Doctorado en Ciencias Sociales que cursó en Buenos Aires. Es, además, programador del Foro Cultural (Argentino de Literatura, Santa Fe Muestra y Argentino de Teatro) y director artístico del Beckett Teatro (www.teatrobeckett.com). Foto: ARCHIVO.
Estanislao Giménez Corte
http://blogs.ellitoral.com/ociotrabajado/
Trabajos de Beatriz Sarlo, Martín Kohan, Julio Premat, Elvio Gandolfo, Noé Jitrik, Martín Prieto, Alan Pauls y otros tantos, más de una veintena, se agrupan en “Zona de prólogos”, compilación del santafesino Paulo Ricci, a propósito de la obra de Juan José Saer. “Dialogamos” vía correo electrónico con su autor.
Sostiene Ricci que “... la obra de Saer permite pensar de una forma inesperada unas cuantas cosas (...) nuestra ciudad, la literatura y eso tan inexplicable e inasible que llamamos, por pura convención, realidad (pero) en este libro creo que la condición de santafesino de Saer es absolutamente irrelevante, importan su literatura, sus libros y las lecturas que podemos hacer de ellos.
-¿Cómo se puede pensar al Saer narrador, puede hablarse de su narrativa como una narrativa experimental, por ejemplo tomando el caso de la extraña o novedosa forma de trabajar la puntuación en algunos de sus textos?
-La voluntad de experimentar con el lenguaje y sus posibilidades es una de las características relevantes de la obra de Saer, sobre todo a partir de la década del ‘70. De todos modos me parece en su caso eso no sólo se percibe en el uso, tan particular y a veces inesperado, que hace de la puntuación, sino también, y sobre todo, en la puesta en duda permanente de la posibilidad de narrar un acontecimiento, una historia o un suceso que, sin embargo, termina por ser narrado. Se trata de una narrativa que es consciente de los límites que el lenguaje presenta en relación con aquello a lo que pretende referir pero que desde esa certeza puede narrar. Algo así como una narrativa cartesiana. Del mismo modo que la filosofía, a partir de la certeza de sus limitaciones, a partir de lo que pone en duda, piensa. La de Saer es una literatura que sabe que no se puede narrar todo, pero sin embargo lo intenta.
-En algunos de los prólogos se observan ideas recurrentes al trabajo de Saer, en especial las nociones de “zona” y “lugar”, como decisión de situar geográficamente su “universo”, digamos, o los enfoques sobre su obra como una obra inacabada e “infinita”?
-La idea de zona, o mejor dicho, la noción de zona es tanto cuestionada como reforzada desde la producción narrativa y crítica de Juan José Saer. Se trata de un escritor que se aferra a un espacio para situar su literatura pero que no es, de ningún modo, costumbrista o regionalista. En tanto que desde sus intervenciones críticas y también ficcionales Saer reniega de la importancia de nociones como la de “patria” o “nación” para entender y valorar una literatura, está claro que no pretende ser reconocido como “el” escritor de determinado lugar. Construir una zona o un territorio preciso y reconocible a partir de una obra artística (sea esta literaria, cinematográfica o plástica) no significa hacer un folleto turístico de ese lugar, sino que se trata, por el contrario, de orientar los interrogantes que la creación artística inevitablemente despierta hacia ese espacio y reflexionar sobre la posibilidad de contar sus historias.
-Cuando hablás de proyecto literario o narrativo de Saer ¿podemos sintetizar algunos lineamientos generales del proyecto dado (se trata de algunas pocas afirmaciones estéticas; se trata de la inclusión de personajes conocidos en diversas obras del mismo autor)?
-La obra literaria de Saer se reconoce como un proyecto narrativo más que como la suma de artefactos indiferentes entre sí por la recuperación de temas, tonos poéticos, preocupaciones narrativas y filosóficas, problemáticas y preguntas sobre la cuestión del arte más que por la recurrencia de una zona geográfica y la presencia de un “elenco estable” de personajes.
-Conozco avezados lectores que aman y elogian a Saer, y avezados lectores que lo rechazan por aburrido, incomprensible, lento, insoportable ¿tenés una reflexión sobre porqué suscita esto la obra de Saer?
-Creo que el efecto de encantamiento o rechazo ante una obra artística es una sensación subjetiva absolutamente indescriptible e intransferible. Precisamente, en muchos momentos de su obra, el propio Saer desarrolla como tema de la narración, como argumento central de cuentos y novelas, esa imposibilidad de dar cuenta por ejemplo desde la escritura- de lo que percibimos y sentimos ante determinados estímulos. No creo que haya ninguna obra artística, por ejemplo, y por poner un caso entre tantos posibles, ninguna novela, que logre el mismo efecto en todos sus lectores potenciales. Lo que sí es cierto es que cuando el tono o la cadencia de la prosa de Saer resuena en sus lectores, se despierta un interés por sus otros textos, por sus restantes historias y sobre todo por volver a sentir la música de su prosa.
-Julio Premat dice que Saer es “un narrador que escribe desde la poesía”, y vos mismo en tu trabajo referís más de una vez a la prosa poética de Saer a su poética de la prosa ¿qué podés agregar a esto? ¿no es una condición lógica del trabajo de un autor? ¿vos observás una tendencia mayor en Saer a la construcción de una narrativa poética?
-No creo que sea una condición lógica del trabajo literario la búsqueda de un efecto poético aun cuando se escribe en prosa. Es ese efecto, en muchos casos premeditado y para nada azaroso, que me permito llamar, con un juego de palabras un poco simplón, “prosa poética o poética de la prosa”. Con eso quiero decir que observo en Saer, en paralelo aunque no necesariamente al mismo tiempo, una prosa que por su música interna, por el despliegue de palabras y la puesta en página de los propios procedimientos construcción literaria, bien puede ser leída, claro que no siempre, como si se tratara de poesía (el comienzo de La mayor, “Otros, ellos, antes, podían. Mojaban, despacio, en la cocina, en el atardecer, en invierno(...)”, sirve de ejemplo y puede ser leído como si se tratara de breves líneas de versos poéticos). Pero también sucede que esa otra condición simultánea, la que llamo “poética de la prosa”, es la que propone una reflexión que, a medida que se narra una historia y se cuentan peripecias de los personajes, también se permite interrogarse o filosofar- sobre la tarea del narrador, sobre lo que significa (parafraseando al propio Saer) “el arte de narrar”.
-¿Hay un mito Saer, un mito en construcción de parte del pensamiento académico regional o local, hay una utilización de su nombre, un poco exagerada; hay una sobrevaloración de Saer o, por el contrario, esa reivindicación se relaciona con el “descubrimiento” de la importancia real de su obra, en muchos casos algo tardía?
-Me parece que en gran medida, y sobre todo desde la década del ‘80, existe un consenso crítico bastante extendido sobre la importancia de la obra de Juan José Saer como proyecto literario de gran alcance para la literatura argentina. De todos modos no creo que haya un culto exagerado a su figura (a la persona escritor) sino que en todo caso de lo que se habla, y tampoco tanto, no exageremos, es de su obra literaria. En lo que a la figura de Saer como autor consagrado respecta, confieso que no he visto suplementos especiales de diarios nacionales dedicados a él, ni debates televisivos sobre la pertinencia de sus palabras o mucho menos cadenas de noticias transmitiendo en vivo durante horas alguna noticia de último momento sobre él. Muy por el contrario, a lo sumo se trata de algunos cuantos lectores apasionados que encuentran en sus libros la proximidad con una literatura que admiramos. Eso sí, se trata de lectores convencidos y vehementes.
“No creo que sea una condición lógica del trabajo literario la búsqueda de un efecto poético aun cuando se escribe en prosa. Es ese efecto, en muchos casos premeditado y para nada azaroso, que me permito llamar, con un juego de palabras un poco simplón, “prosa poética o poética de la prosa”

(*) El título hace referencia a un libro de prólogos de Borges publicado por Alianza en la década del ‘70.