Apuntes de la India

La crónica de viaje es un tradicional género periodístico. Pero lo curioso de este material, es que se trata de una crónica familiar, de un texto elaborado de manera grupal mientras los “Grobo” recorrían el mosaico cultural de un país con raíces milenarias y notable vigor contemporáneo; un país singular, implantado en Asia central y proyectado al futuro como un actor relevante de la escena mundial. En consecuencia, es muy interesante la visión de una familia argentina, moderna, emprendedora, abierta al mundo, que a través de estos apuntes innova, como es su costumbre, en un terreno no habitual: el de la escritura. A continuación, con la venia de Gustavo Grobocopatel, ofrecemos a nuestros lectores extractos de su jugosa bitácora de viaje que incluye imágenes capturadas durante el recorrido.

Olivia, Margarita, Rosendo, Paula y Gustavo Grobocopatel

Casi todas las crónicas indias escritas por occidentales comienzan relatando el shock del primer día y caen invariablemente en la comparación con otras culturas, sociedades o países para describir lo que están percibiendo. En nuestro caso, es como si hubiésemos llegado a un lugar muy diferente pero con un cierto aire familiar.

Estamos en vuelo hacia Bombay, Gustavo acaba de terminar de leer el libro maravilloso de Octavio Paz “Vislumbres de la India” y con emoción le vienen estos últimos 25 años de vida en los que estuvo preparándose para este viaje. El libro de Paz lo hizo revivir sus lecturas de joven curioso sobre hinduismo -de Vivekananda- y yoga -de Ramacharaka-, así como las enseñanzas de los discípulos de Shivananda, y la lectura de algunas hojas del Bagavad Gita.

Paz le mostró el camino para renovar esa lectura, que en otros tiempos le resultaba incomprensible; le hizo entender más sobre la política mística de Ghandi, ejemplo admirado y fuente de inspiración. En los últimos tiempos, su trabajo le llevó a leer sobre el fenómeno social actual, la economía y sus desafíos y la importancia que puede tener nuestro país como socio de la India.

Hace un año, decidimos que era momento de viajar todos a la India. Leímos varios libros, y varias cenas y almuerzos fueron escenarios de ricos intercambios sobre lo que cada uno descubría. Así, por ejemplo, nos internamos en el mundo de Bollywood (la industria cinematográfica del país).

El querido embajador de la India en la Argentina, R. Vishnawatan, lo hizo todo mucho mejor. Nos rebautizó “Patel” y, por su intermedio, Gustavo participó en los últimos meses en varios encuentros con empresarios de la India. También se le ocurrió llamar APO (agriculture process outsourcing) al modelo organizacional de los “Grobo”. Estamos ansiosos de tener ese primer contacto. Nos sabemos mínimos ante tanta cultura, tanta historia, y estamos hambrientos de aprendizajes.

En Bombay

Luego de aterrizar en Bombay, la oscuridad magnífica de lo diverso nos espera. Caminamos varias cuadras hasta encontrar la Van que nos lleve al hotel y es fácil establecer que hay algo poderosamente diferente...

Es 24 de diciembre, estamos cansados y lo único que queremos es dormir. Sentados en la combi miramos por la ventana intentando descubrir Mumbai, pero no identificamos nada extraño en el camino. Esperábamos ver mucha más gente en la calle, más tránsito, tal vez se deba a la hora de nuestra llegada. Luego de 30 minutos, llegamos al hotel, nos sorprende la cantidad de seguridad que había en la puerta, varios guardias cuidaban la entrada y otros revisaban a las personas en la puerta de acceso.

Al entrar al hotel nos encontramos con un lujoso hall y nos enamoramos de la ropa que llevan puesta las mujeres: los saris. Son telas de cinco metros que usan las mujeres indias alrededor del cuerpo y con las que forman una especie de vestidos hasta los tobillos.

Subimos a los cuartos y quedamos impresionados al ver en una misma habitación tanta tecnología... Las pocas horas que dormimos se pasaron en un suspiro, estábamos en pleno jet lag. Desayunamos varias frutas raras y huevos fritos y luego nos acostamos otra vez hasta las 14, cuando salimos a recorrer la ciudad con una guía que nos explicó varias cosas sobre el hinduismo. Recorriendo la ciudad, vimos que las casas no están pintadas porque la lluvia del monzón las lava.

Esa noche fuimos invitados a cenar en la casa de un empresario. La familia nos trató muy bien y a las 10 regresamos al hotel a esperar la medianoche en familia.

De día se ve mucho más claro, pero desde el aire uno tiene la idea cabal de cómo es el proceso de mutación de esta ciudad de 20 millones de habitantes, aunque nadie sabe exactamente cuántos son ya que una gran mayoría de los indianos son indocumentados.

otro mundo

Desde el aire, se ven las favelas pequeñas, atomizadas, conviviendo con edificios más modernos, de 10 años, en mal estado exterior pero confortables por dentro, y construcciones que crecen a gran velocidad desparramadas por las cinco islas interconectadas que ocupa la ciudad.

Desde lejos, las favelas parecen montones de escombros... La gente vive en la calle y allí suceden muchas cosas al mismo tiempo. Pasamos los primeros días en coche de aquí para allá en un tránsito extraño porque las manos están invertidas, y donde la bocina es parte del sistema de manejo. “Horn Ok please”, reza detrás de la mayoría de los vehículos. La ciudad tiene una cadencia propia, atemporal. Tuvimos oportunidad de pasear por el museo de Gandhiji y los lugares más característicos, desde el sitio en que los descendientes de los persas, los zoroastros -seguidores de Zaratustra- dejan a sus muertos para que se los coman los buitres, hasta los jardines colgantes, que son francamente kitsch.

La circulación vehicular es caótica, conviven modernos autos con una especie de triciclo a motor que se utiliza como taxi (tuctuc), y las bocinas suenan de continuo. Lo increíble es que no hay choques, los autos se ven sanos y la gente no se violenta. Imposible no compararla con el tránsito de Nápoles o de otras ciudades de Occidente, mucho más violento a pesar de ser infinitamente menor y de alguna manera más organizado.

También llama la atención la suciedad, aunque es diferente según la zona de la ciudad donde uno se encuentre, la cantidad de niños y gente joven (el 75 % de la población tiene menos de 35 años), el colorido de los saris y la buena predisposición, no impostada, de la gente. Vikram, nuestro amigo indiano, nos dice que la gente es muy pobre pero feliz. Nos parece una afirmación aventurada, pero entendemos que se refiere a la actitud de dignidad que aparece con frecuencia en casi todos.

El darhma -es decir el orden universal que rige al mundo-, la reencarnación, el karma, son básicos para vivir en medio de permanentes tensiones y contradicciones. A nosotros, nos cuesta entender esto. No sabemos si es por nuestra condición de occidentales o porque es tanta la pobreza que se ve que resulta imposible no afectarse. Pareciera que todo sucede sin tiempo, es decir sin pasado ni futuro. Mejor dicho, según el hinduismo, las personas ya tenemos decidido adónde vamos por las acciones de hoy. El hoy condiciona el futuro y por eso sólo el hoy importa.

Nos llaman la atención los carros que llevan agua y la distribuyen en los slums o en los hoteles de lujo. Lo que para nosotros sería una tragedia, aquí es una fuente de trabajo; lo que para nosotros es un déficit del Estado, aquí es una solución.

reflexiones

Nos invitaron a una cena de bienvenida con varios empresarios y funcionarios públicos en un suntuoso hotel. Sin tener idea adónde iban, Gustavo, Paula y Rosendo se encontraron con varios líderes y sus esposas, todos muy interesados en el sistema de producción argentino. Estaba la TV y Gustavo dio una pequeña entrevista hablando sobre los mercados con una periodista socialista. El intercambio fue muy interesante. Muy amablemente, pidió reflexiones sobre la intervención en los mercados para proteger a los pobres, habló de gobiernos que compran tierras en África por la seguridad alimentaria, y de la globalización como responsable de todo esto. Pero poco después, la periodista adoptó una posición más abierta al diálogo... La gente, aquí, tiene convicciones pero las revisa y esto no es un dolor, más bien es la felicidad de la iluminación.

Hay que industrializar más, dicen los políticos. Les cometamos que la producción agrícola tiende a ser un proceso que integra la industria y los servicios. Por ejemplo, se podría utilizar IT o GPS para hacer agricultura de precisión.

Tienen el problema de la agflación (inflación provocada por el aumento de los precios agrícolas). Los provocamos diciendo que cuando los mercados funcionan y hay suficientes oferentes, la solución es dejar que suban los precios y subsidiar directamente a los consumidores pobres.

Frente a estas opiniones diferentes, su reacción es más de apertura que de cerrazón. Adjust, escuchamos con frecuencia. En general pareciera que prefieren aprender a tener razón.

La otra cosa impactante es la sensación de que todo está en construcción, las veredas están sin terminar, llenas de escombros, las calles, las rutas, las casas, lo cual impacta más si se tiene en cuenta que mucha gente camina descalza. En la India pareciera que el celular es más importante que el calzado. Esto lo vimos durante todo nuestro viaje especialmente en el interior.

Nos parecen muy lindas gentes, de rasgos suaves, hermosos ojos y cabellos, muy sensuales, y elegantemente vestidos. En rigor, veníamos preparados para un impacto mayor. Todo lo que vemos y recibimos son enseñanzas de una cultura sofisticada, honda, cuyas manifestaciones de compleja cotidianeidad pueden parecerles trágicas a un occidental y son desafiantes para un indiano.

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La gente, aquí, tiene convicciones pero las revisa y esto no es un dolor, más bien es la felicidad de la iluminación... pareciera que prefieren aprender a tener razón.

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Movilidad social

La gente pobre opta por ir a las ciudades, allí hay más oportunidades y se puede tener acceso a servicios básicos que el campo le no brinda. Pero la movilidad geográfica es difícil, no hay dinero y no hay suficiente infraestructura. Conocimos una escuela rural, niños uniformados y mucha herencia de los ingleses. En la escuela pública, hay obligación de admitir como mínimo un 25 % de castas bajas. Pero en estas escuelas no aprenderán inglés, y por lo tanto su posibilidad de movilidad social será casi nula.

En los últimos 10 años, todo mejoró mucho. Narasimha Rao, sucesor de Rajiv Ghandi y primer mandatario que no pertenece a la familia Nehru, produjo un giro hacia el capitalismo con más apertura e intercambios. Ahora, su orientación es seguida por el actual primer ministro Singh, economista renombrado y exfuncionario de Rao. Según analistas, estas transformaciones son comparables a las operadas por la dinastía Meiji en Japón o la de Deng en China. Los cambios iniciados en 1991 son diferentes según los segmentos de la economía. En general, los sectores abiertos son más competitivos y tienen una proyección mayor. Los sectores donde el Estado gerencia e interactúa mucho, salvo honrosas excepciones, son más lentos, burocráticos e ineficientes... Sin embargo, se ve que hay más y mejor infraestructura, menos pobreza y, fundamentalmente, mayores oportunidades de trabajo. Las tasas de crecimiento de los últimos 20 años son bien altas (5 a 7 por ciento anual, si bien menores a las chinas y a las de los tigres asiáticos) y el progreso se nota por todas partes. Vota el 70 % de las personas y hay en política una cantidad creciente de actores y gente de la farándula. La corrupción en muy grande, y está presente en la tapa de los diarios. Avanzan, más lentamente, por esa causa. Una persona me dice con claridad: “Aquí, los dos grandes problemas son la población y la corrupción...”. Muchos jóvenes tienen una visión crítica del Partido del Congreso por su tendencia populista y estatista que, a su juicio, impidió el progreso por más de 40 años.

Se estima que puede haber más de 1.200 millones de habitantes. El 75 por ciento de la población es rural y menor de 35 años... Hay 300 millones bajo la línea de pobreza.

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Algunas estadísticas

Se estima que puede haber más de 1.200 millones de habitantes. El 75 por ciento de la población es rural y menor de 35 años, el 15 % es musulmán, el 1 % cristiano, el 2 % budista, el 82 % hinduista. Un 20 % de la población pertenece a la clase media (se triplicó en los últimos 10 años), y por lo menos el 27 % -o sea más de 300 millones de personas- está bajo la línea de pobreza. Es decir que gana menos de 1 U$S por día. El gobierno creó un programa que da trabajo, al menos 100 días por año, a los no incluidos. No sabemos muy bien qué tareas desarrollan, pero entendemos su necesidad vital.

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Los niños, el futuro

¡Qué belleza hay en los rostros! Los niños se ven felices. Pobres, muy pobres, pero con ojos llenos de vida. Y los padres están con ellos, los cuidan y se sienten muy orgullosos de su progenie. Notamos durante todo el viaje la importancia que les dan a los niños; siempre tienen un lugar de privilegio, en los actos públicos, en las miradas de padres y vecinos, en la educación. Vemos durante todo el viaje universidades nuevas, con títulos como “Centro del conocimiento”, open university, instituto tecnológico... Casi todos hablan de las carreras de ingeniería. Ya nos habían advertido que el sueño de los jóvenes indianos es ser como Bill Gates.

En India, sólo el 10 % de los hijos puede seguir carreras universitarias. El sueño indiano es que esos 100 millones de emprendedores perforen la condena a la pobreza que hasta hace cinco años era inevitable. Ellos atraerán a sus familias, los sacarán de la pobreza, crearán nuevas oportunidades y movilidad social. El camino de estos jóvenes es bastante claro. Deben estudiar en un colegio privado con clases de inglés. Para eso, sus padres tienen que pagar 250 U$S/año. Y si bien la

mayoría de los productores no pueden, de lograr este paso sus hijos serán los futuros emprendedores e innovadores que estudiarán ingenierías diversas. Las carreras se eligen por la salida laboral. No tienen tiempo para distraerse o dudar, hay mucha gente que depende del éxito de estos jóvenes, que critican algunas características culturales milenarias de la sociedad -como el sistema de castas o de creencias- y se involucran activamente en discusiones políticas. La gran duda es cómo será en 20 años la sociedad de la India con el liderazgo de estos jóvenes y cómo el impacto en una sociedad que mantiene un delicado equilibrio en el que las tradiciones juegan un rol muy significativo.

Los indios tienen temor y fascinación por los chinos, tal vez porque es el único modelo que pueden imitar debido a la cantidad de gente, y también admiran el orden que tienen los orientales en comparación con ellos. Sin embargo, cuando se los compara dicen: “Sí pero... no son democráticos”. Si hablamos de cuál país prefieren en el Occidente, eligen a EE.UU. sobre Gran Bretaña, quizá porque a los jóvenes (mayoría de población indiana) los atrae más.