“Ocho minutos antes de morir”

Un viaje a otra dimensión

Un viaje a otra dimensión
 

Laura Osti

El capitán Colter Stevens despierta sobresaltado en un tren que se dirige a Chicago, tiene enfrente a una hermosa joven que le habla amistosamente y no entiende nada. Debería estar en Afganistán luchando contra talibanes y sin embargo... La joven lo llama por otro nombre y la confusión es total.

Pero la mente del capitán está entrenada, muy entrenada para afrontar situaciones difíciles y asumir lo desconocido en un abrir y cerrar de ojos. Le sigue el juego a la chica (después de todo el cambio de escenario parece prometedor) y anda de aquí para allá haciendo una que otra rareza para tratar de descubrir qué está haciendo allí, hasta que de repente el tren se convierte en una bola de fuego y el militar aparece encerrado en una especie de cápsula oscura, aislado del mundo pero conectado mediante algún sofisticado método de comunicación con alguien que a través de una pantalla le da órdenes.

Poco a poco se va a ir aclarando la situación. Se trata de un experimento de los servicios de inteligencia y de seguridad de los altos mandos para tratar de descubrir quién fue el autor del atentado al tren que voló en mil pedazos sin dejar sobrevivientes y así tratar de evitar el próximo ataque que sería peor.

Mediante una compleja manipulación científica de las coordenadas tiempo-espacio, pasando por algunos cálculos de mecánica cuántica (supuestamente), la mente de Stevens es capaz de transportarse, ocupar el cuerpo de otra persona y actuar donde sea que vaya con ese cuerpo.

A Stevens no le gusta este nuevo trabajo, quiere recuperar su vida anterior, volver a casa, pero sus superiores le dicen que no pierda tiempo en eso y que se concentre en el objetivo de la misión. Stevens se somete y aunque parezca raro le encuentra algún gustito al asunto y cada vez que regresa (porque el experimento debe repetirse varias veces) a intentar descubrir al terrorista, tiene ganas de quedarse y conseguir algo más, que tiene que ver con la chica y tratar de salvarla y por qué no salvar a todos y etcétera. Pero ése no es el plan original así que Stevens deberá enfrentar varios problemas a la vez, además de lidiar con sus emociones.

“Source Code” es el segundo largometraje de Duncan Jones, más conocido como “el hijo de David Bowie”, después del elogiado por los críticos “Moon”, también de ciencia ficción.

Entretenimiento puro

En esta oportunidad el relato combina acción, intriga, romance y algunas insinuaciones que no dejan muy bien parados a los servicios de inteligencia de Estados Unidos, por lo menos, desde el punto de vista humano. Mucha tecnología, mucho armamento, pero quedan picando dudas acerca de las verdaderas intenciones.

Con esa pizca de crítica, la película se sostiene gracias al ritmo narrativo y las actuaciones respetables de Jake Gyllenhaal (Stevens), Vera Farmiga (su contacto con los altos mandos) y Michelle Monaghan (la chica del tren). No es nada más que un entretenimiento sin demasiados alardes, cosa que hay que agradecer porque así los 90 minutos que dura se pasan volando y uno se va del cine tan fresco como llegó. Sin ánimo de ofender a nadie, mucho menos al padre de la criatura, “Source Code” tiene más de telefilme que de cinemascope.

Jake

Gyllenhaal

contrarreloj en una secuencia de la película de Duncan Jones. Foto: EFE

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BUENA

“Ocho minutos

antes de morir”

“Source code”, EE.UU./2011, hablada en inglés. Dirección: Duncan Jones. Guión: Ben Ripley. Fotografía: Don Burgess. Edición: Paul Hirsch. Música: Chris Bacon. Diseño de producción: Barry Chusid. Elenco: Jake Gyllenhaal, Michelle Monaghan, Vera Farmiga, Jeffrey Wright, Cas Anvar, Russell Peters. Duración: 90 minutos. Calificación: Apta para mayores de 13 años. Se exhibe en Cinemark.