Ataliva, al rescate de su pasado e identidad

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Toda la austera magnificencia de la Sociedad Italiana de Ataliva en esta postal. Por el edificio pasó y pasa buena parte de la vida social del pueblo, que ahora sale a rescatarlo y a ponerlo en valor.

Ataliva, entrañable pueblo del departamento Castellanos, como muchos otros de la región, tiene casi excluyente inmigración italiana en su origen y también su Sociedad Italiana. En este caso, sus pobladores decidieron rescatar y poner en valor el viejo edificio por donde pasó buena parte de la historia del lugar.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTOS. GENTILEZA ARQ. MANUEL MINA.

En su momento, estas sociedades de inmigrantes tenían la función de preservar la lengua de origen, mantener las costumbres, ayudar a quienes tenían problemas -“socorros mutuos” es el nombre común de muchas de estas entidades- y albergar buena parte o toda la vida social de la comunidad.

Instituciones parecidas han tenido también suizos, alemanes y otras colectividades, pero si hablamos de Ataliva debemos referirnos a la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos “Patria y Trabajo”, que fue fundada el 1º de junio de 1913, con el objetivo expreso de “brindar un ámbito de colaboración recíproca entre sus asociados”.

La metodología fue muy común entre los colonos provenientes de Italia, que una vez arraigados en su terruño adoptivo, dieron origen a numerosas instituciones promotoras del bien común, que se convirtieron en verdaderos baluartes sociales y culturales en los albores del siglo XX.

A lo largo de su vida institucional, casi centenaria, la Sociedad Italiana mantuvo vivo el espíritu de sus fundadores desarrollando su actividad en el campo del mutualismo, fomentando las actividades culturales y sociales, convirtiéndose -de esta forma- en lugar de encuentro identitario de fuerte presencia comunitaria.

RIQUEZA ESTILÍSTICA

A pocos años de su fundación, y dado el crecimiento institucional, la Sociedad Italiana inicia en 1928 la construcción de su sede actual, un edificio de una gran riqueza estilística, con cuidados detalles estéticos, formidable técnica constructiva y un particular diseño arquitectónico, que alcanza sus puntos más notables en la fachada y en la sala teatro.

Son destacables los solados, las aberturas, las decoraciones murales y numerosos detalles que proporcionan al edificio un alto valor patrimonial y lo posicionan como referente y testigo de una época fundacional de la cultura de la región.

El valor arquitectónico del edificio sede de la Sociedad Italiana de Ataliva radica esencialmente en ser un ejemplo de la manera de construir de aquellos pioneros en el desarrollo de nuestra pampa gringa.

Su fachada, como muchas otras de edificios de la región, muestra su mampostería desnuda que quizás quedó esperando una terminación revocada que nunca llegó y hoy ha adquirido un enorme valor en la memoria colectiva. Esta falta de terminación deja a la vista un trabajo artesanal de ladrillo digno de ser admirado.

EL EDIFICIO

La distribución de los ambientes, el hall de ingreso, el foyer, la secretaría, el antiguo bar y la gran sala teatro con su tertulia, configuran un edificio único, que aún hoy se presta adecuadamente a las funciones culturales y sociales que en él se siguen desarrollando.

La calidad de los materiales y de las técnicas empleados es un testigo inequívoco de la intención de permanencia y de la dignidad de las obras emprendidas por aquellos precursores. Merecen especial mención las decoraciones murales, los pisos, las aberturas, los vidrios y, muy especialmente, el cielorraso de chapa estampada de la sala que, para sus dimensiones, es único en la región.

La solidez de la construcción y una constante preocupación de los miembros de las sucesivas comisiones directivas de la Sociedad Italiana han permitido llegar a nuestros días con el edificio en un aceptable estado de conservación.

Se verifican las patologías típicas para un edificio de su edad vinculadas a filtraciones, humedades, envejecimiento de materiales y algún problema estructural de importancia relativa. Existen también en el edificio intervenciones que, a lo largo del tiempo, fueron intentando subsanar patologías que se iban suscitando y han desvirtuado, de alguna manera, su aspecto original.

PUESTA EN VALOR

La Sociedad Italiana ha encarado un proceso de puesta en valor de su sede a partir de un convenio firmado con la Universidad Católica de Santa Fe, que a través de profesionales del Instituto de Historia, Teoría y Crítica de Arquitectura y Patrimonio, ha desarrollado un trabajo de relevamiento, diagnóstico y proyecto de restauración integral para el edificio.

Este proyecto implica intervenciones sobre la fachada, la caja muraria exterior, las cubiertas de techo, el cielorraso de la sala teatro, los pisos y zócalos, las aberturas y vidrios, los desagües pluviales, la instalación eléctrica, el rescate de la decoración mural interior, iluminación, climatización y sanitarios nuevos.

En marzo de este año comenzaron las primeras etapas de la obra de restauración, que consisten en la ejecución de los nuevos sanitarios, los desagües pluviales, la intervención en la caja muraria exterior (excepto la fachada) y la restauración del cielorraso de la sala teatro, además del retiro del revestimiento de madera machimbrada de sus muros.

Los trabajos -actualmente contratados y en ejecución, solventados con fondos propios de la Sociedad Italiana- rondan los 400.000 pesos. Se estima que la inversión restante para la restauración total del edificio llegará a los 500.00 pesos, que incluirán los siguientes rubros: tareas generales de albañilería; restauración del piso de la sala; climatización; restauración de aberturas; pintura; intervenciones artísticas e iluminación.

El valor arquitectónico y patrimonial del edificio ha sido tenido en cuenta de tal manera que el proyecto de declaración de éste como “Monumento histórico provincial” ya cuenta con media sanción de la Cámara de Senadores de la provincia.

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El gran salón, con balcones, escenario de casamientos, bailes, cine, cumpleaños de quince, despedidas y recepciones.

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Se previeron intensos trabajos de restauración en el salón, que incluyen los cielorrasos, con el concepto de preservar todos y cada uno de los elementos originales.

Proyecto

El proyecto de restauración pertenece a los Arq. Rubén Chiappero, María Clara Supisiche y Juan Ortiz, del Instituto de Historia, Teoría y Crítica de la Arquitectura y el Patrimonio dependiente de la Universidad Católica de Santa Fe, quienes ejercen también la Dirección de la Obra. En tanto que el Arq. Manuel Mina es el conductor técnico de la obra.

Nostalgias y recuerdos

Olga Montini de Socín reconoció que “son muchos sentimientos plasmados en recuerdos gracias a una institución, la Sociedad Italiana; un edificio que guarda y recopila tantos felices acontecimientos que marcan una vida, tantos anhelos hechos realidad. Muchos recuerdos afloran: bailes en honor a las fiestas de este querido pueblo, donde conocí a la persona que se convirtió en mi esposo; padre de nuestros 5 hijos, nuestra fiesta de casamiento (un 4 de abril). Los bailes de 15 donde se presentaron nuestras 4 hijas, los de egresados de ellas, finalizando tan hermosa etapa, sus fiestas de casamientos... ¡Cuántas alegrías, cuántas emociones grabadas en nuestro corazón, al igual que en estas paredes! Felicitaciones a los que -con esfuerzo, tiempo y dedicación- están haciendo posible la restauración de tan importante edificio, jerarquizando a Ataliva”.

Por su parte, Hugo Montini trajo otros recuerdos: “Sabiendo que me olvidaré de algunos, intentaré volcar algunas de las vivencias ocurridas en el emblemático salón. Nací en otra localidad pero una vez trasladado a Ataliva, éste fue mi pueblo, porque aquí nació mi amor que aún perdura después de 46 años. Muchos de los acontecimientos sociales de mi vida ocurrieron allí. Recuerdo cuando los domingos asistíamos al cine (con algunos cortes, bastante silbados, por cierto). También realizamos el baile de despedida de los conscriptos clase 1938, después del cual era costumbre salir a dar serenatas a los vecinos, que nos compensaban con alguna bebida, así que al final lejos estábamos de estar disponibles para servir a la patria, por el cansancio, por supuesto”.

También se realizaban -recordó- los bailes tan esperados por todos, luego vinieron las ceremonias de graduación de nuestros hijos, familiares y amigos, cenas con baile o con actuación de coros vocales.

No puedo dejar de mencionar las Campanas de Cristal en donde actuábamos y competíamos con otros grupos. Una mención especial merecen los actos de hermanamiento (gemelaggio) con Pancalieri, una localidad similar a la nuestra ubicada en la región del Piemonte, en Italia, y los distintos reencuentros, y cuanto acto social se realizaban en la localidad. Estos gratos recuerdos que conservamos de nuestra Sociedad Italiana son los que nos animan a encarar la restauración total del edificio con la conducción técnica de la Universidad Católica de Santa Fe y con gran esfuerzo de nuestra parte, acontecimiento que esperamos completar para el centenario, en 2013”.

Historias de bailes y amores

Félix Delbo: “Me acuerdo de los bailes”.

“El mejor recuerdo que tengo de la Sociedad tiene que ver con los bailes. Hasta después de las Pascuas no empezaban y sólo se hacían para fechas especiales, como el 25 de mayo, 9 de julio, fiestas patronales, de la primavera, y en octubre las de conscriptos. Yo soy clase 1928 y se acostumbraba a que la clase siguiente organizara el baile de la que le tocaba ir ese año al servicio militar. Los bailes no eran cosa de todos los fines de semana como ahora, por lo que todos esperábamos ansiosos cada fecha. Al salón entraba tanta gente que se hacía difícil salir; era una verdadera avalancha de gente. Era de entrada gratuita.

En 1938 se inauguró el patio de luz, que era una pista de baile al aire libre, toda una novedad, ya que antes de esto -durante el verano- no se usaba la sala por el calor. Vinieron orquestas y artistas muy famosos, no sólo de las ciudades cercanas como Rafaela o Santa Fe, sino también de Buenos Aires. Las orquestas de Francisco Canaro y Feliciano Brunelli, Bertolín, Platini, compañías de radioteatro, Fábrega, Ablesio, que tenían sus programas en las radios y luego salían de gira por los pueblos.

Antes de cada baile, el señor Guglieri se encargaba de rallar vela sobre el piso para que -a medida que la gente bailaba- el piso iba tomando cada vez más brillo. Recuerdo que vinieron unos patinadores que de tan encerado que estaba el piso de madera no pudieron patinar porque se caían.

Otro de mis recuerdos tiene que ver con el cine: cuando empezó con sonido todos queríamos ir. Veíamos películas italianas, además de las de Sandrini, Tita Merello y todas las de esa época. Todos los acontecimientos del pueblo siempre se hicieron en la Sociedad. No tenemos otro lugar”.

Norma Davicino de Walker: “Ahí vi a quien hasta hoy es mi marido” .

“Para mí la Sociedad Italiana fue y será siempre un lugar muy especial. Me trae muchos recuerdos de cuando era niña. En aquella época vivíamos en el campo y siempre que podíamos veníamos al pueblo con mis padres para asistir a las funciones de cine, lo que tenía una magia muy especial y remarcó mi gusto por él. Recuerdo además que venían magos, compañías de radioteatro, Bernardo de Bustinza, Jaime Claner, Norberto Blessio y otros.

Cuando ya fui adolescente eran frecuentes los bailes de conscriptos y las fiestas representaban todo un acontecimiento para los chicos de nuestra edad. Casi por costumbre teníamos que estrenar vestidos, y pasábamos el día arreglándonos y haciéndonos peinados altos, batidos o la toca.

En el salón de la Sociedad vi por primera vez a quien hasta el día de hoy es mi marido. Esto ocurrió una noche que fuimos a ver la actuación de una compañía de radioteatro. Después cuando me casé y mis hijas fueron grandes, disfrutamos de sus bailes de 15 años, manera en que se presentaban las chicas de esa época como señoritas”.