Historias de Hotel

Historias de Hotel

Con el antiguo hotel Ostende como principal locación, la joven directora nacional Laura Citarella debuta en el largometraje con este film delicadamente minimalista, que oscila entre lo detectivesco y la comedia. Foto: Gentileza Producción.

 

 

Rosa Gronda

[email protected]

Desde su título (el nombre propio “Ostende”), la ópera prima de Laura Citarella se identifica con el particular ámbito de los hoteles, espacios sugerentes donde el tiempo rutinario se interrumpe para dejar fluir lo que de otra forma probablemente pasaría inadvertido. La protagonista, interpretada por Laura Paredes, se aproxima de muchas formas a las (anti)heroínas de “Lost in Tokio”, de Sofía Coppola; “El rayo verde”, de Erick Rohmer (un referente muy presente) o “La novia errante”, de Ana Katz, por mencionar finalmente un ejemplo perteneciente a nuestro más cercano cine.

La trama presenta a una joven que ha ganado un concurso radial (en realidad lo ha conseguido su novio, quien se incorporará después). El premio consiste en pasar cuatro días en un viejo hotel junto al mar. La película se inicia con el breve recorrido de la muchacha, desde la estación hasta el añoso edificio que, fuera de temporada, acentúa su aspecto solitario.

La oportunidad de aislarse -como entre paréntesis- de la rutina, permite la posibilidad de descubrir grandes o pequeñas cosas esquivas que suelen revelar un malestar previo, adentro y afuera. Esto, que en el periplo tradicional del héroe se conoce como “el despertar”, suele operar (o no) como disparador de una búsqueda más profunda.

Aburrimiento y curiosidad

Construida a partir de atmósferas y silencios expresivos, la película avanza combinando ironía, torpezas y algo de tragedia en el sustrato amargo que permanece detrás de alguna situación risible que se acentúa con el casi permanente sonido rasante del mar encrespado y la luz que huye.

Todo parece conspirar contra la supuesta diversión de los días ofrecidos como recompensa: la joven está sola y explícitamente se aburre en una playa inhóspita, fría y ventosa. Su único interlocutor será el encargado del bar, Paco, un joven locuaz, que le cuenta una historia de ficción que tiene pensada para una hipotética película. En ese ambiente especial, también la chica empieza a prestar atención al extraño comportamiento de un trío que se hospeda en el hotel: un hombre maduro, acompañado por dos mujeres jóvenes. Y los seguirá y escuchará desde cierta distancia, deduciendo situaciones posiblemente tenebrosas.

Ese misterio intuido y las conversaciones con el mozo de inesperada vocación cinematográfica son lo único que parece motivarla y sacarla de un estado de apatía, porque evidentemente algo no anda bien en la protagonista, de la que solamente escuchamos en sus llamadas por celular la palabra “regular”.

“Ostende” oscila entre dos universos cinematográficos: uno más cercano a la observación, afín a la trama detectivesca; y otro, que irrumpe sin razón aparente y que la aproxima más a una comedia (sin serlo), sobre todo, lo que concierne al mundo en torno de Paquito, el atolondrado muchacho a cargo del bar con su kafkiana historia voluntariamente incompleta.

Paradójica certeza

La mínima anécdota del film fluye entre pocas palabras y mucho relato audiovisual, con buen ritmo por momentos, como el suspenso de una carta estrujada pero no leída sobre la mesa del bar, los seguimientos por caminos apartados, desnaturalizados por un fuera de foco que borra las fronteras entre lo real y lo imaginado.

En la línea policial, la película coquetea con Hitchcock, a partir de las ventanas de enfrente que convergen al patio interno del hotel y la piscina en la que por primera vez aparecen los misteriosos personajes. Ella trata de escuchar a través de las paredes pero solamente percibe retazos de palabras o gemidos.

Cuando finalmente llega su novio, ese particular mundo que ha ido construyendo entre observaciones objetivas y mucha imaginación parece desvanecerse, aunque paradójicamente se confirme para el espectador lo que antes era pura presunción en la línea de la intriga policial, con el clímax del sorprendente final.

Un irónico regusto de paradoja satura todos los niveles de la narración, donde la insistente curiosidad por el mundo exterior conlleva al mismo tiempo la noción de que éste jamás podrá develarse en plenitud. De allí, seguramente ese largo y oscuro plano final, en el que la cámara contempla, desde una posición muy alejada, el inesperado desenlace: una certeza que se confirma en ese mundo de incertezas, aunque la protagonista no lo sepa nunca.

“OSTENDE”

FICHA TÉCNICA

OSTENDE

Argentina, 2011. Directora: Laura Citarella. Fotografía: Agustín Mendilaharzu. Montaje: Alejo Moguillansky. Producción: Mariano Llinás. Reparto: Laura Paredes, Julián Tello, Santiago Gobernori, Débora Dejtiar, Julio Citarella. Duración: 85 minutos. Formato: HD Color

Se exhibe en Sala LOA, los sábados y domingos a las 21.