Mesa de café

Y la luz se hizo

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Remo Erdosain

Estamos sentados en la vereda porque en el bar se cortó la luz. Todos estamos de mal humor. José dice que en su casa la luz se corta dos y tres veces por día. Marcial, que descansa en su casaquinta de Villa California, dice que ya no se puede vivir con los cortes. Abel dice que en Santo Tomé pasa más o menos lo mismo. Cada uno de nosotros tiene una queja para presentar. Mientras tanto el calor “aprieta”, incluso en el bar.

-Es una vergüenza que el gobierno no se preocupe por lo que nos está pasando a los santafesinos -se queja José.

-Preocuparse se preocupa -acoto-, lo que ocurre es que estos problemas no se arreglan de un día para el otro.

-En otros provincias no sucede lo que sucede acá -insiste José.

-En otras provincias no hacen los calores de Santa Fe- replica Abel.

-Ustedes, con tal de liberar al gobierno de toda responsabilidad, son capaces de decir que Santa Fe es una provincia de África.

-No es así -digo- lo que sucede es que el gobierno recibió una herencia...

José no me deja terminar: -¿Hasta cuándo van seguir hablando de la herencia? Hace cuatro años podía haberse justificado, ahora no. La única herencia de Bonfatti es Binner.

-Lo que yo reclamo -dice Marcial- es que los socialistas arreglen este problema lo más rápido posible. Ellos siempre se han jactado de ser prácticos, de que hacen las cosas concretas y no se distraen con baratijas ideológicas y utopías. Recuerdo de mis años de estudiante que cuando todos hablaban del hombre nuevo o de la revolución social, ellos insistían en vender apuntes y organizar campeonatos de fútbol. Y cuando todos hablaban de un nuevo modelo de sociedad ellos organizaban concursos para hacer empanadas y siempre dijeron que para ser socialista había que atender las necesidades básicas de la gente y no perderse en teorizaciones utópicas.

-¿Y está mal eso? pregunta Abel.

-No está mal -responde Marcial-, y porque no está mal es que les exijo que no me hablen de socialismo y me arreglen la luz; yo no quiero ni hombre nuevo ni sociedad igualitaria, lo que quiero es luz, pastos cortos, veredas limpias, delincuentes en la cárcel y que se respeten las leyes de tránsito.

-Te conformás con poco -señalo.

-Puede ser. Yo soy de los que se ganan el mango trabajando, por lo tanto no espero que el Estado me regale nada. Lo que espero de él es que haga cumplir y cumpla con las reglas básicas de toda comunidad civilizada. Vos me decís que yo me conformo con poco, pero parece que tan poco no es porque todavía no lo tengo. En mi barrio, los pastizales están cada vez más altos, los choros se mueven como panchos por su casa y la semana pasada me compré un grupo electrógeno porque me tenían loco con los cortes.

-Hablando en serio -digo-, admitamos que crece el consumo, hay muchos más aires acondicionados en uso, más aparatos eléctricos. Y las inversiones en tecnología no están a la altura de las nuevas exigencias..

-No es mi culpa -responde José-, se hubieran anticipado al problema. ¿O recién ahora se dan cuenta de que hay mucho más consumo de energía eléctrica.

-La otros solución que se me ocurre -dice Marcial- es que dejen de subsidiar a todos los vagos que en nombre de la pobreza consumen energía eléctrica como si fueran ricos.

-El otro día -agrega Abel- la muchacha que trabaja en casa me contaba que en la cuadra de su barrio un vecino tenía dos aires acondicionados y ventiladores de techo en toda la casa, y estaba subsidiado. Me lo contaba enojada, porque ella pagaba la luz, pero su vecino como tiene amigos políticos, estaba eximido de ese deber.

-Ya están los gorilas tirándose contra los pobres -dice José.

-No me tiro contra los pobres. Todo lo contrario. Me tiro contra la injusticia que significa que un trabajador o un empleado pague luz y un vago la reciba gratis invocando su vagancia.

-No invocan su vagancia -enfatizo-, invocan su pobreza.

-Da lo mismo -replica Marcial molesto-, nunca se sabrá si son vagos porque son pobres o son pobres porque son vagos. Lo seguro en todos los casos es que los tenemos que subsidiar con el pago de nuestros impuestos.

-Digan lo que digan -explica Abel-, este gobierno no le va a quitar los servicios eléctricos a los pobres. Además, no sé si los problemas energéticos se arreglan así.

-Los problemas se arreglan con inversiones, planificación y previsión -puntualizo.

-Tres cualidades que este gobierno socialista parece no haber tenido en cuenta en estas circunstancias, lo que no deja de ser curioso ya que lo que siempre ha distinguido al socialismo es su tendencia a planificar.

-Dejemos de lado por un rato a los pobres -propone Abel-, y hablemos de la EPE.

-¿Qué tenés que decir contra ellos? pregunta receloso José.

-Qué es lo que “no” tengo que decir -reacciona Abel-. Es una corporación medieval. Disfruta de privilegios inadmisibles. Se heredan los cargos hasta la segunda generación. No pagan la luz, se fijan sueldos que están por encima de la media de los trabajadores y encima, cuando hace calor, nos dejan sin luz.

-Y si llamás por teléfono no te atienden. O te atiende una computadora que es lo mismo que nada- agrega Marcial.

-Los muchachos de la EPE hacen lo que pueden y lo hacen bien -expresa José-. Los conozco. Algunos trabajan de sol a sol, arriesgando su salud y sus vidas. Los que los critican seguramente creen que una empresa privada podría prestarnos un servicio mejor.

-Yo no digo nada de los servicios privados -responde Marcial con enojo-, lo que quiero es tener luz, no me importa si la luz me la da un gobierno socialista o capitalista, una empresa privada o una pública. Lo único cierto es que hoy estoy sin luz y la provincia está gobernada por los socialistas y el servicio es público.

-No comparto -concluye José.