Es una institución clave para un barrio con serias carencias sociales

Olvidada en el filo de la ciudad, una escuela pide aulas y talleres

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Poco espacio. La biblioteca escolar fue dividida en varias aulas para poder dar clases. Los docentes piden soluciones a los problemas de la escuela. Fotos: Flavio Raina.

Es la Técnica Nº 387 de barrio San Agustín, en el noroeste. Sus docentes dicen que el espacio de las aulas es insuficiente. No hay talleres y reclaman la escritura del terreno donde funciona.

 

De la redacción de El Litoral

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La Escuela de Educación Técnica Nº 387 se recuesta sobre el extremo noroeste de la ciudad -cerca del Mercado de Productores- donde terminan los límites jurisdiccionales. Se enclava en San Agustín, un barrio pobre y postergado. La institución constituye un espacio social clave por la educación impartida, por la oportunidad laboral para los jóvenes y también por su función de contención comunitaria. Pero hay problemas: el director y los docentes afirman que es insuficiente el espacio de las aulas para atender una matrícula creciente; que no se han creado talleres -una contradicción que en una técnica no haya espacios de práctica- y que existen falencias edilicias.

Pero además, reclaman una solución al problema del terreno sobre el que está construida la escuela. Se trata de un predio que era municipal, que el gobierno de la ciudad se lo donó a la provincia en 1997-1998, pero que a la fecha aún no cuenta con el ordenamiento legal ni con la escritura, un requisito necesario para poder hacer ampliaciones. “Hace 22 años que estamos en una irregularidad administrativa”, coinciden los docentes.

“Tenemos una matrícula que crece cada vez más (actualmente es de unos 270 alumnos). El espacio es insuficiente: necesitamos más aulas para dictar las clases”, dice a El Litoral el director del establecimiento, Jorge Urrutia. El lugar de la entrevista -en la que participa también un grupo de docentes- es la biblioteca, ahora devenida en un aula múltiple donde ya no entran mesas ni sillas: allí funciona un 6º año a la mañana y un 5º año a la tarde, de unos 15 alumnos. El salón está subdividido en cuatro aulas, separadas artesanalmente con placas de madera. “A esto nos lleva la escasez de espacios”, se lamenta el directivo.

Tampoco hay talleres funcionando, lo cual parece paradójico para una escuela técnica. “Los alumnos egresan con el título de maestro mayor de obra, pero salen sin saber utilizar en la práctica máquinas técnicas. Sólo los llevamos a los galpones de Vialidad para que vean cómo se trabaja, pero ésa es la única práctica que pueden tener”, confiesan los docentes Sonia Suppo, Stella M. Lebrand, Claudia Cescato, Ariel Borrego, Marta Giménez y Andrés Acosta.

“Hay maquinarias compradas y guardadas (para hacer soldaduras, por ejemplo) que se las mostramos a los alumnos, pero nada más, porque no las pueden usar”, cuentan los profesores. “Los funcionarios del ministerio de Educación y de la Regional IV nos recibieron siempre, la actual ministra (Letizia) Mengarelli nos visitó alguna vez (durante la gestión de su antecesora, Élida Rasino). Hace tres semanas, nos recibió el vicegobernador (Jorge) Henn, quien dijo que se iba a encargar del tema. Pero no nos dan una solución a nuestros reclamos, que ya tienen años”, se quejan.

Para colmo, el edificio de la escuela exhibe deficiencias en su infraestructura e instalaciones: desprendimientos de mampostería, roturas en los cielorrasos, problemas en las conexiones eléctricas y mobiliario escolar en mal estado, entre otros. En la última semana de diciembre pasado, se había aprobado desde la Regional IV una partida para la refacción de baños, canaletas de la cocina y reparación de la vereda. Pero al parecer, no alcanza.

Terreno “irregular”

“La escuela no tiene la escritura del terreno donde está erigida. Este terreno es municipal, fue donado a la provincia para la construcción de la escuela, pero entre los cambios de gobierno nunca se llegó a hacer la escritura. Por lo tanto, la escuela figura dentro de un terreno baldío, por más que esté edificado”, explica el Urrutia.

“Hace unos años (en 2008) advertimos que estaban haciendo mediciones topográficas en este terreno, porque querían comenzar un plan de viviendas sociales en el mismo predio, pero la construcción se paró. Al no pasar definitivamente a ser de la provincia, al no tener la escuela su título de propiedad, el municipio hizo con el terreno lo que quiso. Proyectó en tres cuartos de manzana un plan de viviendas, dejando sólo un cuarto a la escuela, cuando ésta debiera ocupar toda la manzana”, dice Stella M. Lebrand, una de las docentes.

Esta demora legal hace que la escuela no pueda ampliarse: “No se pueden gestionar fondos (ante el Instituto Nacional de Educación Técnica, Inet) para hacer talleres, porque no existe el título de propiedad. La gente del Inet nos dicen que se podría construir en la escuela, pero se necesita la escritura: sin eso, no habrá partidas para ampliaciones”, afirma Urrutia.

Cargos

También se planteó que en la Nº 387 hacen falta cargos de vicedirección, preceptoría, biblioteca y portería. “La comunidad educativa espera aún la construcción de talleres y la creación de los cargos que han sido solicitados históricamente, y hace hincapié en la urgencia de estas acciones”, enfatiza un documento presentado por los docentes de esa institución técnica.

 
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En varias de las aulas, las placas de los cielorrasos se están desprendiendo.

/// UBICACIÓN

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Falencias edilicias en la EET Nº 387: hay problemas en las cajas eléctricas.

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En varios sectores, la humedad está afectando seriamente paredes y techos.

Contención

 

“Somos la única institución pública con terminalidad técnica en el barrio, forjada e impulsada por los propios padres. La escuela recibe a 270 alumnos, y ése es el máximo porque más no podemos recibir: estamos al tope porque falta espacio. Debimos rechazar un montón de alumnos para el 1º año”, agregan Urrutia y los profesores.

Por las características del barrio, la escuela se vuelve un espacio de contención, y debe hacerse cargo de muchas cuestiones sociales que no son propias del área educativa. Lebrand y Suppo coinciden: “Acá se sabe todo, la trayectoria de cada alumno, si llegó cansado de changuear en el mercado de productores y sin comer, si se nos duerme en clase, etc. Hay muchas necesidades sociales. Por todo esto, necesitamos soluciones”, concluyeron.