Entrevista con Ceferino Reato

“Videla cree que hizo lo que debía

y que la historia lo absolverá”

El periodista cuenta en el libro “Disposición Final” que el ex dictador admite haber matado a entre 7 y 8 mil personas durante el Proceso.

 

Gabriel Rossini

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Por primera vez, el ex dictador Jorge Rafael Videla admitió públicamente que durante la dictadura militar fueron asesinadas entre 7 y 8 mil personas, y que sus cuerpos fueron desaparecidos; pero negó que haya existido un plan de robo de bebés.

Lo hizo en reportajes que el periodista Ceferino Reato -autor de “Operación Traviata” y “Operación Primicia” - le hiciera a Videla en la prisión de Campo de Mayo y que fueron publicados este fin de semana en el libro “Disposición Final”.

—Hay que montar una infraestructura compleja para llevar adelante una matanza de ese tipo.

—Videla me cuenta que empezaron a planificar el golpe de forma inorgánica cuando él asume como jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas a principio de julio de 1975. Y la planificación orgánica comienza el 28 de agosto de 1975 cuando él asume como comandante en jefe del Ejército y se consolida cuando Luder les comunica a él y a Massera en octubre que no está dispuesto a reemplazar a la presidenta Isabel Perón. No hay otro golpe en la historia argentina con tanta preparación ni momento en el que el Ejército haya tenido tanto poder. Tal es así que las listas de quienes iban a ser detenidos las preparan entre enero y febrero de 1976. Cuando toman el poder el objetivo era refundacional, disciplinar a la sociedad que ellos veían anarquizada para fundar una nueva argentina en términos económicos, políticos y sociales. No estoy de acuerdo en que haya sido un golpe cívico militar. Los militares tomaron el poder y tuvieron colaboradores civiles.

—¿Por qué es él el que “rompe el pacto de silencio” y habla?

—Por un lado, creo que hay una razón política de corto plazo. Hasta las primarias de agosto él y otros militares estaban convencidos de que Duhalde iba a ganar las elecciones en la segunda vuelta y que una vez en el gobierno los beneficiaría con una amnistía. Derrotados en sus aspiraciones, Videla debe haber pensado que ya tiene 86 años, que el kirchnerismo tiene 4 años más de gobierno y decidió romper el silencio autoimpuesto. La segunda cosa importante es que a los periodistas argentinos Videla no nos interesaba. Desde 2008, que está preso en Campo de Mayo, sólo le habían pedido cuatro entrevistas y ninguna un periodista argentino. Hay otra razón: dice que no está arrepentido de nada, que duerme todos los días, que está muy tranquilo y que era lo que tenía que hacer, casi como un acto de servicio. Pero también dice que siente un peso en el alma y que es explicarle a la sociedad qué pasó con los desaparecidos. Es decir, tiene una sensación ambigua. que no es sólo explicársela a la sociedad. Hacerse cargo en forma detallada de su responsabilidad como jefe del Ejército, que es algo que a él le pesa porque dice que sus oficiales no tenían otra que cumplir las órdenes si querían permanecer en la institución, que podían no cumplir las ordenes pero tenían que irse.

—Me parece que esta actitud tiene que ver ver con su posición católica militante.

—Creo que es así, que es un reflejo de una manera de entender y practicar el catolicismo que por entonces era más común.

Aquella Iglesia pensaba que los dos pilares fundamentales de la patria eran ellos y el ejército y el objetivo era volver siempre a las esencias católicas de la Nación Argentina. Él se considera eso, un católico general, y considera que actuó por voluntad de Dios y que Dios nunca le soltó la mano. Piensa que ahora está en problemas políticos, pero que ha hecho lo que tenía que hacer y que la historia lo absolverá.

¿Un error político?

—Una de las cosas que te dice Videla es que el golpe de Estado de 1976 fue un error político ¿Nunca se dieron cuenta de eso durante todos los meses en que lo planificaron?

—Él considera hoy que desde el punto de vista estrictamente militar no tenían necesidad de dar el golpe porque dicen que los decretos de Luder le daban “licencia para matar”. Dice que las desapariciones venían de antes y que con estos decretos se hacen más numerosas. Y creo que ahí tiene razón. Tomando el caso cordobés es evidente el aumento de las desapariciones a partir de octubre de 1975. Después, ellos masifican el método de las desapariciones. Desde el punto de vista militar dice que fue error, que le quitó legitimidad democrática en la guerra contra la subversión. Ahora, también dice que era inevitable el golpe porque el gobierno de Isabel estaba desfalleciente.

—Pero es probable que si no hubieran dado el golpe les habría costado mucho ocultar la masacre que cometieron porque hubiesen seguido funcionando el Congreso, la Justicia, no hubiera habido censura contra la prensa.

—Seguro. Creo que ellos estaban convencidos de que lo más importante era derrotar a las guerrillas para preservar los valores “occidentales y cristianos” y estaban convencidos de que había que eliminar, como él dice, una cantidad grande de gente. Y para eso necesitás tener todo el poder. Ellos hicieron como dos tipos de listas. Una la de los detenidos -que mataron- y otra la de personas más de la política, entre las que estaban Isabel Perón o Carlos Menem. En el libro explico cómo hicieron las listas.

—La relación entre los militares y Montoneros siempre estuvo en una zona gris. Por lo que contás en el libro, Videla admite que no eran lo mismo éstos que el ERP.

—Establece diferencias. Cuenta que Massera pidió ocuparse de la represión de los montoneros en la Capital Federal con el argumento que el Ejército había tenido muchas relaciones con éstos, especialmente en el gobierno de Cámpora y en la primera parte del gobierno de Juan Perón, con el comandante Jorge Carcagno. Y el Ejército lo aceptó porque había sido así. Dice que había una sensación de que Montoneros era distinto al ERP, porque tenía sus orígenes nacionalistas y católicos. Pero no había dudas de lo que había que hacer con el ERP. Admite que Massera buscó el apoyo de Montoneros en el exterior y que mantuvo cautivo a militantes en la Esma para su proyecto político. Videla cuenta que los servicios de inteligencia del Ejército detectaron contactos entre Massera y Montoneros e indicios de reuniones entre Massera y Firmenich, pero nunca pruebas. También le pregunté por las versiones sobre Firmenich como agente de inteligencia militar y me lo negó. “Rumores siempre hubo, pero pruebas ninguna”, me contestó.

—El número de asesinados que reconoce Videla -entre 7 y 8 mil- son los que que releva la Conadep y se publican en el Nunca Más (8.961 casos en 1984). ¿Qué opina respecto de lo que vino después, cuando los desaparecidos pasaron a ser varios miles más y la sociedad no asumió su responsabilidad con respecto al rol que tuvo en los ‘70?

—Dice que no importa el número, que importa el hecho. Como nunca explicaron esta metodología de asesinato y desaparición de personas, dieron pie a que surgieran múltiples cifras y que hubiera algunos negocios con los derechos humanos. Pero en la entrevista se mostró muy respetuoso.

—Videla niega o admite que haya habido un plan para el robo sistemático de bebés.

—Lo niega, pero admite que hubo muchas irregularidades y delitos por falta de control en el campo de acción, que son delitos y deben ser castigados.

El rol del periodismo

Con respecto al rol del periodismo, Reato cuenta que Videla le dijo -en las entrevistas que mantuvo para el libro- que la prensa en general apoyó a los militares, sobre todo al inicio del proceso. “Videla me dijo que no podía decir que la guerra contra la subversión hubiera sido impedida por la tarea de la prensa. Por el contrario, los apoyaron. Además recuerda que la prensa anunciaba el golpe todos los días. En realidad, me dijo, todos los factores de poder los apoyaron. Con la Iglesia Católica dice que tenía una muy buena relación en lo personal y que su gobierno siempre fue comprendido por la institución”.

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Ejemplares del libro “Disposición Final”, del periodista Ceferino Reato, que salió a la venta este fin de semana.

Foto: EFE