Historias escritas sobre el ring

Oscar Pita, “El Chino” más famoso

Sergio Ferrer

Seguramente, Marcos René Maidana, “El Chino” de Margarita, sabe que mucho tiempo antes de que él existiera en todo sentido -es decir como ser humano y como deportista- vivió un peleador que dejó grabado a fuego y para siempre el apodo que hoy en día ostenta con tanto orgullo.

Bautizado como Raúl Oscar Pietta al nacer, la historia del boxeo le ha reservado a ese otro púgil un lugar de privilegio. Mucho más conocido por su nombre de batalla o seudónimo, Oscar “El Chino” Pita, fue el boxeador que conmovió a los fanáticos rosarinos hasta las entrañas y se convirtió en uno de los más grandes ídolos del boxeo en la “Chicago del Sur”.

Nacido el 6 de noviembre de 1933 en Cruz del Eje, provincia de Córdoba, Pita cimentó su bien ganada fama desde “purrete”, cuando empezó a descollar entre los muchos muchachitos que se acercaban a un gimnasio “a tirar guantes”, como se decía entonces.

Primero, fue en el célebre Ñaró Boxing Club, tal como lo contó el ex juez de boxeo y alguna vez pugilista amateur Nicomedes Martínez -residente santotomesino de extensa y respetadísima trayectoria como jurado-, quien con sus recuerdos supo colaborar en la recopilación de boxeadores santafesinos “Monzón nunca estuvo solo”, en la que la semblanza de Pita cumple un rol esencial.

Después fue el Rosarino Boxing Club, el mismo gimnasio que cobijó a figuras tales como Amelio Piceda (Kid Noli, conmemorado a través de este mismo ciclo el 31 de enero pasado), José “El Perforador” Balbi, José Ríos (“El Campeón sin Corona”, repetidas veces rival de José María “El Mono” Gatica), Marcelo Ferri, Nelson Alarcón y Héctor Hugo Rambaldi, pegador de fuste, homenajeado en “Historias escritas sobre el ring” el 17 de febrero último.

El entrenador Pablo “Lito” Muñiz y el manager José Humberto Natale fueron los pilares en los que se respaldó Pita para hilvanar el registro inmaculado de 30-0 (19 KO) con el que subió a conquistar el título nacional de la categoría welter que por entonces se llamaba medio mediano en nuestro país -hazaña consumada ante Eduardo Moreno y en el Luna Park, el 23 de diciembre de 1953-. Allí, en excelente faena, “El Chino” se quedó con la faja que había dejado vacante el propio Piceda, su admirado antecesor.

Campanadas póstumas

De excelente campaña amateur (en 1949 fue campeón latinoamericano en Guayaquil), “El Chino” tuvo un inolvidable paso por el profesionalismo, donde estampó su sello distintivo, el que va más allá de los números (aunque estos últimos hayan sido realmente buenos, ya que ganó 49 de las 55 peleas que realizó, 26 antes del límite, perdió 5 y empató 1) y tiene que ver con la impronta de aquellos peleadores que son admirados e idolatrados por lo que irradian y porque dejan a su paso un recuerdo imborrable.

Murió el 12 de abril de 2011 en Rosario, a los 78 años. Al poco tiempo, revista Ring Side publicó “El boxeo lo llora”, del periodista Néstor Giuria, quien proclama “las diez campanadas póstumas” en homenaje al símbolo de la llamada “Escuela Rosarina”. Con indisimulable carga emotiva y con una rara mezcla de elocuencia y sinceridad, Giuria desgrana en dicho texto el sentido adiós al ídolo que no está, pero también un reconocimiento al héroe del ayer y al amigo leal, al hombre generoso y al boxeador inigualable que convocaba multitudes.

Pita brilló desde muy joven y se apagó rápido. Su debut como rentado fue en 1951, noqueando en tres rounds a Ismael Guevara; su retiro en 1957, con poco más de 23 años, noqueado por Julio Ocampo, “La Pantera del Barrio Saladillo”, con quien Pita había compartido aquellos púberes inicios del Ñaró Boxing Club. Todo aquel que recuerda esta última pelea se esmera en contar que Ocampo (al que Nicomedes Martínez cataloga como “un fuera de serie”, que no llegó a más por su poco apego a la disciplina del gimnasio y su inconducta), ya no quería pegarle más a su “viejo” amigo -aún muy joven para la vida- y que llegó llorando a su esquina con una mezcla de angustia, respeto y admiración, cuando escuchó el out del árbitro.

Un imán para el público

Ésa fue una de las jornadas más tristes del pugilismo rosarino, al convertirse uno en el verdugo involuntario del otro (marcándole el camino del adiós). Es que “El Chino” Pita fue como un imán para el público: técnica depurada, elegante estampa, recursos inacabables, guapeza y coraje. Hizo una estupenda pelea con Cirilo Gil en el Luna Park, el día que perdió el invicto, el 28 de diciembre de 1955, a tal punto que su rival lo recordará siempre como uno de sus más difíciles adversarios. En su ascenso y consolidación se pueden observar nombres como los de Óscar Aceffe, Adolfo Igriega, Manuel Martínez, Francisco Espelozín, José Ríos, Oscar Flores y José María Valdez. Tremendo combate con Gené Poirier en su breve pero fatal estadía en Norteamérica, donde arriesgó el pellejo más de la cuenta. Pita se impuso por abandono, después de haber estado tres veces en la lona.

En Rosario, se lo recuerda también por las peleas sostenidas en el Estadio Norte contra el citado Ríos (al que enfrentó cuando ya estaba a un paso del retiro), Alfredo Argüello y Ramón Sosa (con este último llegaron a meter unas 10.000 personas en el nombrado recinto). Su famosa gira por rings estadounidenses fue determinante. Así lo evocó Giuria para Ring Side: “Pita hizo una gira por Estados Unidos en donde primero derrotó a Fred Monforte en Brockton y luego al ascendente Gené Poirier en Nueva York; lamentablemente, mal aconsejado y mal cuidado, aceptó en su estadía hacer guantes con todas las figuras del momento, en épocas en las que reinaban Kid Gavilán y Carmen Basilio, por dar un par de ejemplos; le mintieron con promesas incumplidas, entonces, cansado de esperar por una pelea importante que nunca le llegó, armó las valijas y regresó a Rosario”.

Según el “Che”, un fenómeno

¿Qué tenían en común Ernesto “Che” Guevara y Juan Domingo Perón? La pregunta, así planteada, podría motivar algún rasgo de curiosidad sobre las muchas aristas que estos dos protagonistas de nuestra historia generan con sólo ser nombrados, pero tal vez pocos orienten la respuesta hacia el boxeo.

Porque si bien el General fue un practicante cabal y gran seguidor del viril arte de los puños (su reiterada presencia en el Luna Park es todo un símbolo de esta simbiosis), al “Che” se lo asocia mucho más con el rugby que con la dura disciplina de combate. Y justamente, lo que tenían en común estos dos hombres -tal vez sin saberlo- era su expresa admiración por Oscar “El Chino” Pita. Guevara supo confiárselo a su amigo de aventuras y desventuras Carlos Granados, a quien le dijo que “Pita era un fenómeno”; mientras que el ex presidente se lo decía al propio pugilista cada vez que lo encontraba o cuando se daba la oportunidad de compartir una charla con algún boxeador rosarino que peleara en Buenos Aires.

Cierto es que el gran líder justicialista y el popular boxeador (cordobés de cuna, rosarino por adopción) tenían entre ellos un trato muy cordial y amistoso.

Los otros grandes admiradores de Pita fueron el inolvidable Eduardo “Zurdo” Lausse, el mendocino Cirilo Gil (otro peleador singular) y hasta el “Negro” Roberto Fontanarrosa, de quien se dice que sentía un profundo respeto por él.

Pita fue un peleador profesional de carrera corta pero explosiva, que atrapó a propios y extraños en la década de los cincuenta. Ilustración: Lucas Cejas

Oscar Pita, “El Chino” más famoso