Festival de Teatro 2012

Rafaela, una ciudad de cultura

 

Desde el 17 al 22 de este mes, la Perla del Oeste vivió su fiesta mayor. Veintiséis espectáculos dieron brillo a una ciudad que demostró una vez más cómo se puede encarar con felicidad y eficiencia un acontecimiento de trascendencia nacional.

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Roberto Schneider

Como en un verdadero hormiguero, durante los seis días de su extensión, los rafaelinos recorrieron el itinerario que se había trazado en diversos espacios de su ciudad -y los de las tres subsedes sumadas este año: Sunchales, Ramona y Suardi- para ver el mejor teatro. Los hacedores teatrales del país viajaron hacia Rafaela y llegaron a esa bellísima ciudad, con su población sumamente educada y amable, para asistir a la edición 2012 del Festival de Teatro, organizada por la Municipalidad de Rafaela con la cogestión del Gobierno de Santa Fe a través del Ministerio de Innovación y Cultura, y el Instituto Nacional del Teatro. Los espectadores agotaron las entradas, participaron y ovacionaron a los elencos participantes. Los rafaelinos estuvieron contentos, chochos, vivieron la fiesta con indisimulable atención y fueron corriendo desde un espacio a otro en la geografía bellamente empedrada. Agotador, sí, pero las ganas de ver teatro superan cualquier fatiga.

Asistimos a las seis intensas jornadas y fue hermoso ver cómo mucha gente probaba un sabor distinto del arte. Miles de espectadores -más de 13.000, según la cifra entregada por los organizadores- concurrieron a ver las propuestas provenientes de diversas provincias argentinas. Siempre las entradas con un costo sumamente accesible se agotaron y todos los espectáculos trabajaron a sala llena. Los organizadores dieron en la tecla al poner el acento en la idea de que el teatro es un hecho comunicativo, y por tanto la competencia del espectador es fundamental para que el hecho teatral se complete. Hace tiempo que todos coinciden en que el teatro no es un género literario, lo cual indica que para analizar el hecho espectacular debemos ser capaces de reconocer en principio todos los signos constitutivos de la escena, que confluyen dando sentido a la misma.

Sensaciones, emotividades, sólidos conceptos

La posibilidad de asistir a estos encuentros marca claramente la intención de abrir la alternativa para los espectadores de encontrar no sólo sensaciones o emotividades sino conceptos que los introduzcan en la problemática teatral, herramientas que les posibiliten conocer la especificidad de un lenguaje, y la posibilidad de encontrar un sentido más profundo en los acontecimientos teatrales de los cuales son partícipes.

Hablar de cada uno de los espectáculos sería, tal vez, abrumador. Sí, aparecieron textos de múltiples lecturas, elementos sociopolíticos, connotaciones existenciales en propuestas cargadas de significados.

Y cada año del Festival de Rafaela, decimos que el verdadero ser de esta Fiesta es el intercambio, el debate, el cruce de estéticas y de problemáticas regionales, potenciar y expandir las propias individualidades. Es por esto que esta celebración rafaelina se constituye en una suerte de isla dentro de las políticas nacionales y federales. Pero no debemos ser románticos en esto. Ya que la inversión realizada por los organizadores debe remar río arriba para lograr optimizar esto que constituye la piedra basal del evento: el intercambio.

Apertura inteligente

Pocas veces un discurso inaugural de un encuentro cultural tiene la contundencia, la inteligencia, el compromiso con la vida como el que tuvo el del secretario de Cultura de los rafaelinos, Marcelo Allasino. Tras sostener que ése era uno de los momentos más trascendentes de su vida, el incansable creador y ahora funcionario destacó que vio crecer este Festival desde su nacimiento, “cuando Gabriela Culzoni me convocó hace 8 años. Y así, edición tras edición, lo fuimos nutriendo, fuimos acompañando su crecimiento y viendo cómo se instalaba en la conciencia de la ciudadanía y adquiría un nombre en el país, hasta llegar a ser, hoy, uno de los encuentros teatrales más importantes de la Argentina”.

Allasino puntualizó que encaraba la nueva edición desde otro lugar, que implica una responsabilidad mayor, porque como secretario de Cultura, ya no se trata solamente de poner la mirada en la dirección del Festival, sino de vislumbrarlo en un proyecto integral de Cultura, “en el marco de un proyecto político. Y la cultura, es una forma de hacer política muy vigorosa, muy poderosa y transformadora”.

“La cultura -dijo- es política, y apostar al desarrollo cultural es apostar al desarrollo del hombre, de la sociedad, de la ciudadanía. Rafaela ya no es solamente una ciudad de pujanza deportiva, ni un modelo de desarrollo industrial, ni el ejemplo de un comercio floreciente. Rafaela es hoy una ciudad de cultura. Trabajamos intensamente para eso, y este Festival es una de sus pruebas más claras”.

Luego, destacó que “pensar y llevar adelante una política cultural entre todos requiere de un compromiso sin descanso, sin treguas. Nuestra comunidad lo vale y este Festival lo demuestra: Rafaela tiene con qué hacerlo, y no hablo sólo de lo económico, sino que hablo del trabajo, de las ideas, de la pasión de la gente de mi ciudad. Hablo de la herencia de aquellos gringos que arribaron a esta zona y construyeron teatros sobre calles de tierra”.

Que explote la cultura

Allasino fue contundente al afirmar que “puede haber valiosos apoyos, pero la base y el motor fundamentales son el esfuerzo y la creatividad de los rafaelinos y la apuesta del gobierno local. Tenemos responsabilidades compartidas con la provincia y con la nación en otras áreas, donde nos complementamos; pero en Cultura hay, ante todo, un gobierno local y una ciudad que propone, que organiza y materializa.

“Contamos con ayudas que nosotros mismos solicitamos y que recibimos con alegría y que, por supuesto, agradecemos profundamente, pero la iniciativa, el trabajo y las garantías de realización, son rafaelinas; y si tuviéramos la contrariedad de no recibir esos apoyos, igualmente estaríamos aquí inaugurando este Festival. Porque así somos los rafaelinos”.

Agradeció enfáticamente a Luis Castellano por su decisión de dar continuidad al proyecto y a Omar Perotti. “En los comienzos de su gestión como intendente, yo fui muy crítico porque notaba una ausencia de políticas culturales comprometidas y de largo alcance. Pero luego, fui testigo de su transformación... Gracias a su mirada, la Cultura dejó de ser un accesorio y comenzó a ser un proyecto... Ahora, Luis, tenemos la responsabilidad de continuar con este desafío y potenciarlo. Hacer que la cultura explote en Rafaela, como me propusiste en la primera reunión que tuvimos”.

El arte es transformador

Categórico, Allasino expresó finalmente que está convencido de que “el arte es transformador. Desde las grietas, desde lo más profundo e invisible del hombre, está ahí, al acecho, mostrándonos y demostrándonos. El arte es un camino para convertirnos en mejores personas; nosotros elegimos transitarlo y cómo transitarlo. Hablo de íntimas transformaciones que desde nuestra pequeña experiencia pueden repercutir en las vidas que nos rodean. Si multiplicamos las pequeñas experiencias de cada uno de nosotros y las proyectamos hacia los demás, veremos los resultados. Preferiría vivir en una casa diseñada por un arquitecto que lee poemas, ser defendido por un abogado que además es pintor o escultor. Confiaría más en la sensibilidad de un médico que sabe tocar un instrumento o se emociona en el cine. Creo que, definitivamente, viviríamos en un mundo transformado, en un mundo mejor. El arte está al alcance de todos. Es nuestra decisión”.

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“Otra frecuencia”.

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“Povnia”.

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“Molly Bloom”.

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La mejor propuesta: “He nacido para verte sonreír”, de Santiago Loza.

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“Breve relato dominical”.

Rafaela, una ciudad de cultura

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“Tushh Rafaela”. Fotos: Gentileza Prensa FTR12

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“Negra”.

Reconocimiento

Tras la presentación del libro “La flecha y la luciérnaga” realizada en la Biblioteca Mitre, la Municipalidad de Rafaela, a través de su Secretaría de Cultura, entregó una distinción especial al crítico Roberto Schneider por sus 15 años de “La Cuarta Pared”, haciendo “periodismo de cultura y cultura del periodismo y por su dedicación lúcida y generosa al Festival de Teatro de Rafaela”.

Presencias

Con el Teatro Laserre colmado de público, el acto de inauguración contó con la presencia del gobernador Antonio Bonfatti; la ministra de Innovación y Cultura, Chiqui González; el intendente Luis Castellano; el diputado nacional Omar Perotti y representantes de las tres subsedes del festival: Sunchales, Suardi y Ramona, entre otras autoridades.

/// EL DATO

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“Error. Un juego con tra(d)ición”.

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“Salomé de chacra”.

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“Escandinavia”.

(continúa en pág.6 )

El crédito local

El teatro rafaelino se hizo presente en este acontecimiento, con “Monstruos al Teatro”, del Grupo Punto T / La Máscara y “El cuadro filodramático” del grupo de teatro del Centro Ciudad de Rafaela, seleccionados a través del Concurso de Espectáculos Teatrales Locales por medio del jurado integrado por especialistas en artes escénicas como Miguel Passarini, Julio Cejas y Roberto Schneider. El triunvirato de críticos basó su selección, en primer lugar, en la autoría de los textos de las obras elegidas, en ambos casos a cargo de destacados autores santafesinos, como sucede con Patricia Suárez con “Monstruos al teatro” (juntamente con Graciela Repún), y Jorge Ricci con “El cuadro filodramático”.

Se trata de dos nombres que acreditan una trayectoria nacional, no sólo a nivel de dramaturgia sino también, en el caso de Ricci, en el campo de la actuación y la dirección teatral. Por su parte, en segundo término, el jurado valoró, en ambos casos, el despliegue tanto de elencos numerosos como de atractivos dispositivos escénicos, sumado a temáticas de auténtico homenaje al teatro, como es el caso de “El cuadro filodramático”, a los comienzos de la gesta del Movimiento Independiente, del mismo modo que el tratamiento de los clásicos griegos con un lenguaje accesible a todo público, como acontece con “Monstruos al teatro”, en formatos que, más allá de cada espectáculo, priorizan el contacto de estos materiales con las nuevas generaciones de espectadores, y suman el aporte pedagógico y de documentación histórica, que ayuda a consolidar la función social del teatro.

“Este jurado -destacó el acta- considera, además, la solidez de estas propuestas frente a la habitual programación del FTR2012, en el marco de la diversa y siempre rica programación del referido encuentro, que año tras año incluye obras y artistas consagrados a nivel nacional”.

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Presentación de “La flecha y la luciérnaga”. Foto: Gentileza Prensa FTR12

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“Y entre todas las artes, el teatro es tal vez el más vigoroso en su sentido transformador. La vida proyectada sobre la escena, nuestros miedos indecibles, la posibilidad de reírnos de nosotros mismos, de darnos cuenta, de vernos, de sentirnos ahí, partícipes del drama o de la comedia de la vida. Espectadores de nosotros mismos, en conflicto con nosotros mismos. Pensándonos, cuestionándonos. Si el mundo puede mejorar, si nuestro país puede mejorar, si nuestra ciudad puede mejorar, sólo pueden hacerlo a través de un cambio cultural.

“La Cultura no es un remiendo, no es un parche, no es cubrir, sino descubrir; no es remendar, sino tejer de nuevo, urdir una nueva sociedad. Una sociedad con más museos y con más visitantes de museos, de todas las edades, de todas las procedencias; una sociedad con más escuelas de arte, una sociedad cuyas familias se preocupen por decidir con qué disciplina artística se enriquecerá la formación de sus hijos, una sociedad con más música, con más plástica, una sociedad donde la gente haga largas colas para ver teatro”.

Los mejores espectáculos

La intensa actividad desplegada durante los seis días de duración del Festival sería imposible de consignar aquí. Talleres específicos, diálogos con creadores, el apoyo a la actividad intelectual -como la presentación que realizamos del libro “La flecha y la luciérnaga”, de Alberto Catena, en la espléndida Biblioteca Mitre- y las ya tradicionales devoluciones del Círculo de Críticos de las Artes Escénicas de la Argentina, Critea, brindaron el mejor panorama de la actividad teatral del país.

Cabe consignar la excelencia de “Tushh Rafaela” en la jornada inaugural, a partir del desprejuicio estético puesto en escena con malambos con remeras con lentejuelas y una perfecta resignificación de danzas populares, en el mejor sentido del término popular, con un simbólico cruce de tendencias. También la contundencia de “Salomé de chacra”, de Mauricio Kartún, con su profundo sostén ideológico y las fantásticas interpretaciones de Osqui Guzmán, Manuel Vicente, Lorena Vega y Stella Galazzi; y las excelencias de “El centésimo mono”, para hablar de la soledad de los magos y la de los hombres a partir de una depurada estética y una entrega completa de sus actores. “Alemania” conmovió con la descripción de una familia argentina y su disfuncionalidad, con preciso lenguaje casi cinematográfico que dejó al desnudo las apariencias para ir a lo medular de un discurso perfecto.

Desde nuestra mirada, el punto más alto del Festival fue el de “He nacido para verte sonreír”, de Santiago Loza, porque ofreció a partir de una exquisita puesta en escena el más sombrío paisaje humano establecido en la figura de una madre que debe internar a su hijo en una institución para enfermos mentales. El doloroso y lacerante espectáculo contó con las brillantes actuaciones de Luz Palazón y Martín Shanly. Cabe consignar las excelencias de “Otra frecuencia”, que llegó desde Córdoba, y “Kamishibai, teatro de papel”, que arribó desde Río Cuarto; las del brillante “El bululú” y “Amar”; la solidez del discurso político en “Error. Un juego con tra(d)ición”; la excelsa interpretación de Cristina Banegas en “Molly Bloom”, y la del joven intérprete Dennis Smith en “Negra”, obra que le pertenece; además del brillante juego escénico de “Breve relato dominical”, de Matías Feldman.

Párrafo aparte y para llevar en la memoria emotiva a dos espectáculos: “Povnia”, de Monti, Marti y Angelelli, con una payasa inolvidable: Lila Monti; y toda la emoción del discurso amoroso de “Escandinavia”, de Lautaro Vilo, con una dolorosa, brillante y emotiva interpretación de Rubén Szuchmacher en la despedida que un hombre hace de su hombre.