Mesa de café

El retorno al peor pasado

Remo Erdosain

Nadie sabe muy bien por qué, pero el calor ha llegado de golpe. Hace una semana hacía frío, llovía, daban ganas de encerrarse en la casa y no salir y, pocos días después, hay una temperatura de treinta grados.

Santa Fe está loca, comenta Abel algo fastidiado.

Santa Fe está como siempre, responde Marcial, los que estamos medio locos somos nosotros.

Acabo de llegar y escucho lo que conversan los amigos, mientras pido un café cortado con un poco de leche.

-A mí me parece de locos que estemos discutiendo cosas que yo creía que estaban resueltas desde hace por lo menos tres o cuatro décadas -digo, mientras espero que el mozo traiga el pedido y sirva.

-¿Y se puede saber a qué te referís? -pregunta José, presintiendo para qué lado va a saltar la perdiz.

-Imaginátelo le digo para dejar la pelota picando.

-No hace falta tener mucha imaginación para saber adónde querés llegar -puntualiza Abel.

-Yo con estos temas dejo a la imaginación en su lugar- responde José.

Marcial, que continúa conversando en voz baja con su taza de té, dice de pronto como si no hubiera estado escuchando lo que hablábamos -Me parece muy bien que el gobierno de la provincia le haya advertido a los chicos de la Cámpora que no pueden estar haciendo proselitismo en las escuelas.

-¿Y quién te dijo que hacen proselitismo? -pregunta José.

-Ustedes -contesta flemático Marcial.

-¿Nosotros?

-Si, ustedes, subrayo - y no te hagás el distraído, ustedes, que sesenta años después vuelven por la misma senda que los llevó al fracaso a ustedes y al país.

-Nosotros no hacemos proselitismo se defiende José -somos militantes y explicamos nuestras verdades.

-¿Verdades a los chicos de las escuelas? pregunta Abel.

-Tal vez las veinte verdades agrega insidioso Marcial.

-El peronismo tiene una sola verdad contesta José -la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación.

-He dicho -agrego.

-Yo no digo nada aclara Marcial -porque cuando escucho semejantes desatinos prefiero hacer silencio, aunque más no sea por vergüenza ajena.

-Vergüenza ajena dan ustedes replica José -siempre en contra del pueblo y a espaldas de la nación. Nosotros retrocederemos a los cincuenta, pero ustedes retroceden al cincuenta y cinco. Todos los días se parecen más a Aramburu.

-Un hombre que si mal no recuerde, tus amigos secuestraron y mataron como a un perro.

-Porque él lo mató al general Valle.

-¿Lo mataron ustedes o los servicios secretos de Onganía? repregunta Marcial.

-Esa es una pregunta que no voy a contestar.

-Porque no te conviene -acusa Abel.

-Volvamos al 2012 -invito.

-Da lo mismo -dice suspirando Marcial- ésa es la tragedia de la Argentina, que estamos discutiendo cosas que yo creía que se habían resuelto hace sesenta años.

-Esos son los méritos de Él y Ella dice sarcástico Abel -habernos hechos retroceder medio siglo y retroceder a los lugares más odiosos, más decadentes de nuestro pasado. Hoy ya no nos podemos reunir con los amigos y los parientes porque terminamos todos peleados. Esa es la gran hazaña que han hecho, dividirnos, sacar a flote lo peor de todos. Mezclar a la Alianza Libertadora Nacionalista con los Montoneros, la Biblia con el calefón.

-Yo lo veo distinto -se defiende José-, creo que con la compañera Cristina y con su compañero hemos retomado el camino de la liberación interrumpido en 1955.

-O sea que ustedes vienen desde esa fecha digo -¿y quién se hace cargo de Isabel y López Rega? ¿O de Menem?

-Un ladrón de gallinas al lado de los que están ahora acota Marcial.

-Y yo agregaría de la Alianza; por lo menos de la mitad de la Alianza- observa Marcial.

-En la Alianza estuvieron ustedes replica José.

-Algunos de nosotros, apunto -porque muchos de ustedes se reportaron allí porque les gusta el poder y ser oficialistas perpetuos. ¿O de dónde te creés que salieron Nilda Garré y Abal Medina, entre otros?

Lo miro a Quito, el mozo, y lo llamo para pedirle un cortado. Marcial aprovecha la oportunidad para levantarse, tal vez para ir al baño. José se acomoda en su silla y hace como que lee el diario. Al rato volvemos a estar enredados en otra discusión. Esta vez el tema es Ciccone. O Boudou, como señala Abel.

-Ustedes son unos piolas bárbaros insiste Marcial que acaba de regresar a la mesa. Privatizan para robar y después estatizan para borrar las huellas del delito.

-Lo que hemos hecho es recuperar la soberanía monetaria.

-¿Realmente se creen en serio ese verso? -pregunto.

-Es que para ustedes todo lo que hagamos es verso -contesta José-, todo es una gran impostura. Juzgamos a los militares y es verso; creamos la asignación universal y es verso; construimos una Corte Suprema de Justicia como nunca hubo y es verso; desarrollamos una política exterior independiente y es verso; ponemos limites a las corporaciones y es verso; defendemos un proyecto nacional y popular y es verso; cuestionamos a los ricos y es verso.

-Lo último que dijiste no es un verso, es una oda -acoto.

-¡O una joda! -agrega Abel.

-¿Cuándo y dónde ustedes combaten a los ricos? Si los principales millonarios del país, empezando por los titulares del Ejecutivo, están con ustedes.

-Los peronistas de ahora -digo- me hacen acordar a los de antes, que creían que combatían a los oligarcas atacando al Jockey Club, cuando muy bien se sabe que desde hace por lo menos setenta años el poder económico real no circula por esos lados.

-¿Y por qué lo hacen? pregunta Abel.

-Porque son unos anacrónicos -respondo.

-Es peor que eso agrega Marcial -son unos vivos. Posan de revolucionarios ante la gilada atacando al Jockey Club, mientras ellos, los verdaderos titulares del nuevo poder económico, la nueva oligarquía, se dedica a comprar pisos en Puerto Madero o hablar mal de la oligarquía mientras con el producto de sus negociados se hacen propietarios de los mejores campos del país. Si mañana los comunistas hicieran la revolución social, a los primeros que fusilarían sería a los integrantes de esta burguesía rapaz, pero titular efectiva del poder económico y político.

-Te equivocás una vez más -enfatiza José-, los comunistas están con nosotros, nos apoyan.

-No me equivoco- dice Marcial- y no me equivoco porque vos te referís a los comunistas argentinos, hoy una secta lumpen que se equivocó siempre y se seguirá equivocando, con la diferencia de que antes lo hacían con tipos inteligentes como Ghioldi y Agosti y ahora lo hacen con analfabetos como Echegaray.

-A nosotros nos apoyan los comunistas, pero a ustedes los apoya la derecha más cavernaria, la argentina decadente y atrasada.

-O sea que ustedes serían la derecha lúcida -pregunta Abel.

-Para nosotros no hay derecha e izquierda, nunca lo hubo, para nosotros hay campo nacional y popular y el enemigo.

-Pensando así ustedes sí que van a llegar lejos -digo.

-O nos van a llevar lejos- agrega Marcial.

-Todo es posible dice José enigmático -pero la única verdad es la realidad.

-¿Sabés lo que pasa con tu realidad? pregunta Abel algo molesto -No la comparto.