al margen de la crónica

El coqueto Nico

La nueva generación de robots humanoides podrá reconocer su imagen, o al menos eso intenta un investigador de EE.UU. que ha logrado que un robot identifique el reflejo de su brazo y le enseña ahora a “mirarse” al espejo.

Se llama Nico, y de momento es tan solo una estructura de cables y tornillos, aunque su creador, Justin Hart, doctorando de la Universidad de Yale, le ha puesto ojos y boca e incluso una gorra, que le dan un aspecto de simpático humanoide.

Su misión: aprender a reconocerse en el espejo para saber interpretar los objetos que tiene alrededor algo que, aparte del hombre, sólo hacen unos cuantos mamíferos y que será un gran paso en el mundo de la robótica.

El trabajo de Hart se ha inspirado en la psicología evolutiva y la neurociencia, y trata de mejorar la robótica mediante la incorporación del “yo” en los procesos de razonamiento robótico.

El robot, ataviado con una camiseta de Yale en sus fotos para la prensa, ya ha sido programado para reconocer su brazo reflejado en un espejo, pero el objetivo de Hart es que pase la prueba del “espejo completo”. Nico “registra el movimiento de su brazo en su campo visual y aprende cómo es la estructura del brazo, cómo se mueve a través del espacio, y la relación entre el brazo y su campo visual”, según explicó.

El robot construye con sus dos cámaras una imagen en 3D y 2D de donde espera ver su brazo después de un movimiento y al detectarse en el espejo, como conoce cómo actúa su brazo, sabe con precisión dónde están los objetos en el espacio sobre el que se refleja.

“Sólo se sabe que unos pocos animales son capaces de utilizar espejos como instrumentos para el razonamiento espacial en formas similares a esta”, explicó Hart.

Para el científico, lo “emocionante” es que el robot “es capaz de utilizar el conocimiento que ha aprendido sobre sí mismo para razonar sobre una cosa que hay en su entorno, el espejo, de una forma que los robots no habían sido capaces de hacer antes”.

El siguiente paso en esta investigación es enseñar al robot a construir una idea de “sí mismo” más amplia que incluya su propia estructura en 3D, no sólo la de su brazo, y también información sobre colores, para que aprenda a reconocerse.

Hart quiere someter al robot a la prueba del “espejo completo”, diseñada en 1970 por el profesor Gordon Gallup, que mide teóricamente en animales la capacidad que tienen de reconocer su reflejo en un espejo.

“Aunque se han hecho varios experimentos interesantes con robots y espejos en los últimos años, ninguno ha pasado todavía el test completo”, algo que se espera que Nico haga en los próximos meses.

La importancia de entender el concepto del reflejo permite al robot utilizar el espejo como un instrumento de referencia sobre la posición de los objetos en el espacio según aparecen en el reflejo, en otras palabras, es como si utilizara el retrovisor de un coche.

Según Hart, éste es el primer sistema robótico diseñado para tratar de usar un espejo de esta manera, “lo que representa un importante paso hacia una arquitectura cohesiva que permita a los robots aprender sobre su cuerpo y apariencia a través de la auto-observación”.