En Buenos Aires y Santa Fe

Hitos patrimoniales en riesgo

Hitos patrimoniales en riesgo

El Convento de Santa Catalina de Siena en Buenos Aires y la Casa de Sor Josefa Díaz y Clucellas en Santa Fe, dos edificaciones con valor histórico patrimonial que deben ser conservadas, generando -entre otras- condiciones espaciales que las jerarquicen. Foto: Archivo El Litoral y Guillermo Di Salvatore

 

Liliana Montenegro de Arévalo

y Ana María Cecchini de Dallo (*)

En los últimos meses la prensa porteña se hizo eco de un sentir general referido a la supervivencia del Convento de Santa Catalina de Siena ubicado en la manzana delimitada por las calles San Martín, Viamonte, Reconquista y la Av. Córdoba, con entrada principal por la esquina que forman las dos primeras, enfrente del Centro Cultural Borges.

Lucía Gálvez en La Nación del 12 de junio relata que en 1715, el presbítero don Dionisio Torres Briseño, vecino de Buenos Aires, se comprometió ante el rey a donar 40.000 pesos y el producto de algunas propiedades para fundar un convento en Buenos Aires destinado a huérfanas o hijas de familia que hubieran caído en la pobreza. El convento iba a seguir la regla de Santa Catalina de Siena y vendrían cuatro o cinco monjas de esa congregación para instruir a las de acá, a quienes se llamó, como en Córdoba, ‘las Catalinas‘.

Proyectaron el edificio los arquitectos jesuitas Bianchi y Prímoli, constructores, entre otras, de la iglesia del Pilar en Recoleta y la catedral de Córdoba. La obra concluyó en 1745.

Por su parte, el editor adjunto de Arquitectura del diario Clarín del 27 de junio pasado recuerda que a fines de los 70, en uno de sus lados le construyeron una torre tipo monobloque y la pintaron de beige y marroncito. Ahora, quieren hacer otra torre de casi 60 metros de altura.

La iglesia y claustro son patrimonio nacional desde 1942. Tienen no menos de 270 años. Pero parece que a su alrededor, en su entorno urbano, se puede hacer cualquier cosa. El profesional insiste en que la preservación no significa sólo salvar uno que otro edificio, sino que además hay que hacerlo conservando, o generando, condiciones espaciales que lo jerarquicen.

Hace cuarenta años, cuando construyeron el edificio que flanquea al convento sobre la Avenida Córdoba, un enorme cartel anunciaba: ‘Magníficos departamentos en exclusivo solar histórico‘. Los constructores del edificio se vanagloriaban de las mismas cualidades que estaban lesionando. Con ese criterio, la nueva torre podría promover su venta con una publicidad semejante; a pesar de que sus cochera subterráneas son un peligro para la supervivencia del convento.

Especialistas en el tema consideran que el entorno de la Iglesia y Convento de Santa Catalina necesita un diseño especial. Sugieren la idea de un concurso, como por ejemplo el llevado a cabo el año pasado, para completar La Manzana de las Luces.

Es que, para amortiguar el encuentro de dos épocas tan distantes como la de la Colonia y la actual, se requiere algo más elaborado que la fría letra del Código de Planeamiento. En la manzana de Santa Catalina habría que resignar la idea de una torre por un proyecto que jerarquice al convento y se jerarquice con el convento.

A ello se sumó el Plan de Lucha de la Asociación de Vecinos Basta de Demoler, del que se hizo eco La Razón del 10 de julio, convocando para el día siguiente a las 18, a un abrazo simbólico al monasterio, en el marco de la lucha que llevan a cabo en contra de la construcción de la torre en el terreno lindero.

En la ciudad de Santa Fe hay valiosos edificios patrimoniales, propiedad del Estado provincial, que fueron muy promocionados como obras en marcha y sin embargo han quedado relegados a sobrevivir si su fortaleza se lo permite: la Casona de los Aldao con sus 300 años a cuestas; la Casa de la Cultura, emblema del bulevar Gálvez, tan promovido desde el municipio; y la Casa de Sor Josefa Díaz y Clucellas, mirador del puerto y abastecedora de los contingentes inmigratorios. En cinco años no alcanzaron los fondos públicos para realizar obras que les aseguraran la preservación en dignidad.

Otro bien patrimonial que nos preocupa es la Casa Cingolani, ubicada en calle Belgrano 3278; y ofrecida tiempo atrás para venta o alquiler por una Inmobiliaria local. Construida por Enrique Cingolani entre 1914 y 1916, el edificio se organiza en tres niveles, destinándose la planta baja para un gran local comercial (vinería de los dueños). En los dos pisos altos se desarrollaron sendas viviendas para las familias de Enrique Cingolani y de su hermano Nazareno, hermanos, a su vez, del renombrado pintor Juan Cingolani. Se trata de un ejemplo de arquitectura en el que coexisten elementos tecnológicos de avanzada para su época con una actitud de diseño enraizada en la tradición europea del Art Nouveau. Al mismo tiempo, fue el primer edificio con estructura de hormigón armado que se levantó en Santa Fe, con hierro y cemento importados de Francia e Italia respectivamente.

La fachada se divide en dos partes, una más sencilla, correspondiente a la planta baja, con grandes aberturas, y otra mucho más elaborada, correspondiente a los pisos superiores. Aquí puede verse una división del plano en tres franjas verticales asimétricas trabajadas con material de frente, excepto la central que presenta un revoque coloreado simulando ladrillos prensados. Cada franja contiene altas ventanas con balcones que constituyen el tema principal de la ornamentación, con una profusa decoración de motivos naturalistas entre los que se destacan los racimos de vid que aluden a la actividad de los propietarios; igualmente importantes son los balcones, en los que se combina herrería artística con mampostería.

Los dos niveles de la galería lateral presentan una arquería continua con un parapeto ornamentado de modo similar a la fachada y un pretil trabajado como si fuese una crestería.

Este hito de Barrio Candioti, en su abandono, corre el riesgo de convertirse un día en una estructura en ruinas, de riesgo para vecinos. Por lo tanto, merece que se actúe a tiempo para asegurar su perdurabilidad, uso y conocimiento de los santafesinos.

Fuente: Inventario 200 Obras del Patrimonio Arquitectónico de Santa Fe. U.N.L.,

1993.

(*) Integrantes de la Junta Provincial de Estudios Históricos.

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