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“Cábala”

La palabra “cábala” (que en lenguaje original se acentúa en la última sílaba: cabalá) proviene del hebreo “lekabel” y significa “recibo” o “recepción”, y como transmisión mística está arraigada en un texto de la tradición rabínica, la Mishná, un código de leyes que reúne las tradiciones judías y glosas de la Biblia, recogidas de los sabios a través de los siglos.

El rabino Sergio Bergman presenta en Cábala. Un GPS para el alma, que acaba de editar Grijalbo, un acercamiento a esta práctica de conocimiento y culto, que siempre fue vista como algo críptico y hermético, destinado sólo a un círculo de eruditos. “La cábala es algo para estudiar, respetar, adoptar. Para eso, es necesario sacarla de ese círculo hermético, llevarla a un ámbito mucho más universal, donde pueda desarrollar todo su potencial. Partimos de los conocimientos de una práctica mística de la religión judía, es cierto, pero intentamos instalarlos en una práctica universal, para cualquier persona de cualquier tradición, de cualquier religión”, propone Bergman. “Los buscadores de sentido encontrarán en los conocimientos vertidos en estas páginas elementos, símbolos, coordenadas, herramientas de navegación...”.

Nos advierte que “a lo largo de la historia hubo diferentes subculturas alrededor de esta disciplina. Decir ‘cábala’ significó diferentes cosas en distintos momentos. Independientemente de las escuelas hermenéuticas (es decir, de las que se apoyan en la interpretación de textos), hubo épocas en que además de ser una práctica oculta y hermética estaba desprestigiada degradada”. También nos señala que si bien pertenece directamente al judaísmo “su sabiduría es una apertura a la dimensión universal de lo espiritual. De todas maneras, hay una cábala cristiana, gnóstica, masónica...”.

¿El misticismo sólo se corresponde con la cábala? Bergman responde con un rotundo no. “Las corrientes místicas son muchísimas y, es llamativo, suelen tener demasiadas cosas en común, independientemente del contexto de la tradición, la religión o la cultura en que se haya producido cada abordaje”.

En los distintos capítulos de su libro, el autor nos habla de la búsqueda de un maestro, la dimensión del entrenamiento, el camino hacia la iniciación, el estudio y la meditación, reseña de los textos cabalísticos tradicionales y meditación de las Sefirot, entre otros temas.

Más allá de las categorías de la cábala, como la gematría, que otorga a cada letra del alfabeto hebreo un valor número y analiza en consecuencia las palabras buscando compararlas o asociarlas; o el notaricón, que toma la letra inicial de las palabras para formar una nueva, como si se tratara de un acróstico; o la temurá, que toma una palabra o un grupo de palabras y altera su orden, de acuerdo a un código de permutación dado, con el fin de generar un nuevo término o proposición, más allá de estas prácticas, en el abordaje que propone Bergman, la cábala “es un cuerpo de saber y de hacer que nos ayuda a navegar el tiempo y el espacio de nuestras vidas para ‘recibir’ y dar sentido tanto de lo humano como de lo divino que siendo dos se hacen místicamente uno”.

“Cábala”

“La cábala utiliza mucho el árbol como alegoría”, señala el rabino Sergio Bergman. En la ilustración: “Árbol de la vida según la Cábala”. Foto: Archivo El Litoral