“Mami, no me dejes, no te vayas”

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Se acerca el inicio de las clases y algunos padres ya pueden imaginar la escena en la puerta del jardín o el colegio, y hasta escuchar los llantos y gritos de sus pequeños aferrados al mejor estilo “oso panda”, temblando de miedo y angustia ante la idea de separarse de mamá. Aquí, algunas recomendaciones para superar el mal momento.

TEXTOS. LIC. ANDREA BALDANTONI.

 

No es fácil ver y contener a un niño angustiado, con miedo intenso y preocupación. Esto genera en los padres mucha confusión al tratar de lidiar entre su propia intuición y los diferentes consejos que las personas a su alrededor generosamente brindan con el fin de ayudar: “Está llamando la atención”, “Tenés que ser firme”, “No dejes que te maneje”, “Esto no es normal”.

¿Qué entendemos por trastorno de ansiedad de separación en niños? Todos los niños sienten ansiedad. Es de esperar y es normal que el niño se sienta ansioso en ciertos momentos específicos de su desarrollo.

La angustia por separación corresponde a una etapa evolutivamente normal del niño: aparece a partir de los 6 a 8 meses de edad. Este tipo de ansiedad cumple, a su vez, con una función adaptativa importante ya que colabora para que el niño pueda mantener cerca a sus padres y así asegurar su protección ante posibles peligros externos. En épocas primitivas, los niños con ansiedad de separación tenían una mayor probabilidad de supervivencia. Hoy en día esta ansiedad forma parte de lo esperable en el desarrollo infantil; sin embargo, en algunos casos la ansiedad se vuelve severa y empieza a interferir con las actividades diarias de la infancia, tal como separarse de los padres para ir a la escuela y hacer amigos. Es entonces cuando los padres deben considerar recurrir al asesoramiento de un especialista.

CÓMO SE MANIFIESTA

La característica fundamental del TAS (Trastorno por Ansiedad de Separación) es la ansiedad y malestar excesivo cuando ocurre o se anticipa una separación respecto del hogar, o separación de las principales figuras de cuidado y apego (normalmente los padres, cuidadores o familiares próximos).

Sus síntomas se manifiestan a nivel cognitivo (preocupación excesiva y persistente a perder las figuras de cuidado o a que sufran un posible daño), conductual (resistencia o rechazo a acudir al colegio u otro lugar, negarse a dormir sólo o fuera de casa si no está cerca la figura de cuidado), y físico (dolores de estómago, cefaleas, pesadillas recurrentes, náuseas, etc.).

A pesar de su alta prevalencia, persiste la idea errónea de que los trastornos por ansiedad son transitorios o inocuos. Investigaciones en el Reino Unido (Laga-ttuta KH, Sayfan L, and Bamford C, 2012. Journal of Experimental Child Psychology) indican que, con frecuencia, los padres presentan una visión poco realista acerca del bienestar emocional de sus hijos, tienden a subestimar y pasar por alto las emociones negativas y el grado de estrés de sus niños. Si bien hay padres que se asustan “de más” frente al llanto de su hijo, otros se autoengañan con creencias falsas: “Ya se le va a pasar”, “todos los chicos son iguales”, y pasan por alto una situación que requiere de una atención y recursos específicos para ser superada.

Investigadores señalan que, si se deja sin tratamiento, los niños con trastornos de ansiedad tienen un mayor riesgo de mal desempeño en la escuela, tienen menos desarrolladas las habilidades sociales, son más vulnerables al abuso de sustancias y pueden desarrollar trastornos de ansiedad y depresión al llegar a adulto.

CÓMO AYUDAR

- Establecer un ritual de despedida. Compartir un ritual de despedida al dejar a su hijo en la guardería o el colegio, puede ayudar a tranquilizar y reasegurar a su niño que quedarse al cuidado de su maestra o niñera es parte de su nueva rutina. La rutina y la estructura son fundamentales para los niños, un pequeño ritual de despedida contribuye a normalizar la separación y con el tiempo, reducir el grado de estrés al decir ‘Adiós‘.

- Mantener la calma. Los niños reflejan y reaccionan frente al estado emocional de los padres y sus cuidadores. Si su hijo lo ve nervioso o asustado, él reflejará este estado emocional.

- No permanezca más tiempo del necesario al decir adiós. Puede parecer que el llanto de su hijo nunca se detendrá. Confíe en los docentes que reciben a su hijo. Si es necesario reúnase con ellos de antemano para charlar acerca de sus preocupaciones y planificar juntos estrategias para una sana despedida.

- No desaparezca sin antes avisarle a su hijo. Los padres que se retiran sin decir adiós mientras los niños están distraídos, contribuyen a que los pequeños desarrollen la falta de confianza y el miedo al abandono.

- Hable con su hijo. Debe dialogar acerca de los cambios y los aspectos positivos que implican transitar una nueva etapa (empezar el colegio, cambiar de grado, de maestra, ser más independiente).

- Trate de ser firme y consistente. La “dulce firmeza” le transmitirá la seguridad y consistencia que su hijo necesita para poder crecer. Si bien la ansiedad de separación corresponde a una etapa evolutivamente normal del desarrollo, es importante reconocer cuándo realizar una consulta con un especialista.