Señal de ajuste

Una de vikingos

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El protagonista es Ragnar Lothbrok (Travis Fimmel), un héroe de las leyendas nórdicas, que se rebelará contra lo establecido; aquí junto a su esposa Lagertha (Katheryn Winnick). Foto: Gentileza Producción

 

Roberto Maurer

Si bien en “Vikingos” se evita el estereotipo de los guerreros feroces y sedientos de sangre que arrasan pueblos a su paso, y así como la serie ilustra acerca de su vida cotidiana según una escala costumbrista, es exagerado afirmar que se nos ofrece “el lado tierno de los vikingos”, como esta serie ha sido presentada en una ocasión.

Desviándose de su nicho, la señal NatGeo ha programado por primera vez una ficción (los lunes a las 22 y repeticiones) que inevitablemente ha sido interpretada como un derivado oportunista de “Game of Thrones”, un formato épico que, a su vez sería deudor de los filmes de “Sword & sorcery” (espada y brujería), y de “Spartacus”, con su receta de violencia, sexo y confabulaciones. Es decir, es el gore trasladado a culturas remotas, que habilita un efectismo sin límites de acciones crueles, sin el riesgo de incurrir en lo políticamente incorrecto.

De todos modos, el guionista Michael Hirst proporciona una mirada con matices. “La gente piensa que los vikingos eran salvajes y sanguinarios, pero la verdad es que eran más democráticos que la cultura británica y francesa y más compasivos con la mujer que los estadounidenses”, declaró el autor consagrado de “Los Tudor”, otra serie “de época”, quien ya había ganado el Oscar con el film histórico “Elizabeth”.

Salvo algunas libertades, los entendidos han aceptado que “Vikingos” es una versión fidedigna de la época, la cultura y los hechos históricos que serán narrados. Sólo que a veces se cruzan algunas líneas de diálogo demasiado modernas.

—Hola, joven Bjorn, ¿Dónde están tus padres? -pregunta Rollo, el hermano del protagonista a su sobrinito.

—Están teniendo sexo -responde el niño.

Del este al oeste

El primer capítulo se limitó a la presentación de los personajes y la vida cotidiana de los vikingos mostrada con nobleza didáctica y un criterio documental que hace honor al canal que emite esta recreación de la civilización del medioevo escandinavo. O sea que, tras esta entrega inicial, la violencia se redujo a una decapitación (1) y un intento de violación en cual los violadores escapan maltrechos ya que, como se sabe, las vikingas fueron guerreras entrenadas y, a veces, como puede verse en la serie, también entrenadoras. También eran coquetas, según la actriz Jessalyn Gilsig (en el papel de Siggy, la compañera del jefe de la tribu), quien, sorprendida ante el hallazgo de un peine en la tumba de una vikinga, comentó: “Detalles como ése demuestran que los vikingos eran aseados y que las mujeres se preocupaban por su imagen”. Eso puede ser cierto, aunque también es cierto que es imposible prescindir en una ficción de mujeres bien producidas, en especial desde que los actos sexuales desde hace un tiempo se han incorporado a las series con creciente aceptación de la platea.

El protagonista es Ragnar Lothbrok (Travis Fimmel) (2), un héroe de las leyendas nórdicas, granjero, navegante visionario y saqueador reconocido. En la asamblea anual de la tribu, el despiadado Conde Haraldson (Gabriel Byrne) reúne a la comunidad para juzgar a quienes delinquieron, bautizar como vasallos a los niños en una ceremonia solemne donde reciben el brazalete de la lealtad y los símbolos del mar y la tierra, organizar los llamados “pillajes del verano”, y concluir con un festín, en ese orden.

Ragnar es un rebelde que se resiste a continuar con las expediciones al Este, a desembarcar en tierras bálticas “donde viven bastardos tan pobres como nosotros“. Quiere marchar hacia el oeste, con todos los riesgos de las distancias marinas, pero con la promesa de alcanzar regiones ricas, y se atreve a plantearlo en la asamblea.

“He oído esas historias, esos rumores, pero no voy a arriesgar mis barcos ni mi reputación en una falsa fantasía. Son mis barcos, pago por ellos, y van a donde yo digo que vayan”, responde el tirano, quien, luego, en privado, amenaza al disconforme.

Son creyentes profundos, y Ragnar consulta con el oráculo que se comunica con los dioses, que no es gratuito, y la respuesta es confusa. Y acude a un constructor de barcos excéntrico e independiente de la comunidad, y con su hermano como socio, encarga un navío que es botado al final del capítulo.

—¿Cómo nos orientaremos en mar abierto? -duda su hermano.

Ragnar le muestra un instrumento que llama “tablero de sombras“, que se sirve de la luz del sol. —¿Y si está nublado?

Entonces le muestra otro, llamado “piedra solar”. Son instrumentos rigurosamente históricos, el GPS de los vikingos.

(1) “Así es como se hacen las cosas aquí, ¿entendiste,hijo?”, le dice el protagonista al pequeño Bjorn, que debuta como espectador de una ejecución pública.

(2) Empezó como modelo de ropa interior de Calvin Klein y años después interpretó a Tarzán. Son elecciones de la tele: nos da un héroe metrosexual.