Lengua Viva

¿Analfabetismo funcional?

Evangelina Simón de Poggia

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Hace muchos años, comenzamos, los docentes, a observar en las aulas universitarias las debilidades operacionales que presentaban los alumnos ingresantes en las áreas de comprensión y expresión y, lo que es peor, estas debilidades se reflejaban en la instancia de formalización de los discursos que darían cuenta de sus competencias con respecto al conocimiento de interés.

El deterioro fue progresivo y sistemático; al principio pensamos que no sabían estudiar, después que no habían desarrollado hábitos de estudio, pasado un tiempo, recurrimos a la explicación que nos planteaba como causa del déficit cognitivo: la dispersión, la falta de concentración y de madurez, a posteriori responsabilizamos del hecho a la familia, al docente, a autoridades institucionales y ministeriales que no planteaban las exigencias requeridas para el desarrollo de la autonomía que tan necesaria es para la formación del alumno como persona y, por ende, para la adquisición de sus aprendizajes, etc. Todo estaba muy bien, en todo había algo de verdad, pero, finalmente, de manera alarmante, nos fuimos danto cuenta de que el problema era más profundo, pues estábamos frente a un fenómeno que se ha dado en llamar “analfabetismo funcional”.

La Unesco, en la década del ‘70, consideraba analfabeta a aquella persona que era incapaz de leer y escribir una composición simple y breve de hechos relativos a su vida cotidiana. Sería, en la opinión general, aquella persona que carece de capacitación en los hábitos que atañe a la lecto-escritura: no identifican grafemas o bien pueden reconocer alguna letra, pero son incapaces de leer sílabas directas, menos, por supuesto, las inversas y mixtas. En base a lo expuesto, las preguntas que se nos plantean son: ¿Qué es un analfabeto funcional? ¿Por qué creemos que muchos alumnos se encuentran en esta instancia cognitiva?

Un analfabeto funcional es aquella persona que, si bien sabe leer y escribir, no puede utilizar estas habilidades para su trabajo; es decir que presenta dificultades reales para acceder a la lectura de aquellos materiales que son necesarios para su desarrollo cotidiano, laboral e intelectual. Lo que significa que, si bien han asistido a la escuela y han aprendido a leer y escribir, se sienten imposibilitados de entender lo que leen; además, debemos de tener en cuenta que en la Universidad se introducen en pleno ámbito científico, con un lenguaje específico, además del general.

En Estados Unidos, se calculaba hace unos años que un 25 % de su población era analfabeta funcional, lo mismo sucede en Francia y los Países Bajos, en donde se detectaron aproximadamente un 20% de personas en estas condiciones. Nuestro país debiera de pensar en esta nueva perspectiva y encarar un estudio con el objeto de establecer el porcentual de este fenómeno, lo que nos llevaría a concienciar a las autoridades y docentes de todos los niveles y reflexionar sobre su abordaje en pro de nuestros jóvenes y futuras generaciones.