Lengua Viva
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La gramática: una ausente sin aviso
Evangelina Simón de Poggia
Se había iniciado el siglo XX, cuando aparece la figura de Saussure y con él la Corriente Estructuralista, cuya visión de la lengua difería sustancialmente de la Gramática Tradicional: mientras la primera partía del todo, del sistema, la segunda lo hacía desde los elementos constituyentes de la estructura mayor. Se plantean dos grandes vías para llegar al conocimiento de la lengua. No fue antes de la década del ‘70 del siglo pasado que en nuestro país aparecen Gramáticas con fundamentos estructuralistas, que, finalmente, se instalarán en las escuelas para la enseñanza de la lengua.
La gramática era fundamental; en todos los textos de primer año aparecía, en principio, la “oración” como una totalidad conformada por los constituyentes superiores e inferiores, nada quedaba exento de análisis; el rigor científico era admirable, se llegó hasta la oración como la máxima formalización de nuestro pensamiento, la mayor unidad que fuera analizada científicamente, ella sería el lugar de encuentro de todos los niveles del lenguaje. Y al hablar de los niveles entramos en la norma, cuyo recorrido era la base de la enseñanza de la lengua tanto en el nivel primario como secundario, ella regía el uso correcto de esos elementos que el usuario iba manejando hasta lograr representar su pensamiento. Los alumnos sabían manejar las partes de la oración, ingresaban en los niveles del lenguaje con la autoridad que les daba su aprendizaje, no desconocían los acuerdos entre los elementos del sistema, las famosas concordancias, tan importantes para la coherencia textual, el destino que cada elemento tenía en el sistema, sus funciones, podían jugar con la lengua practicando las omisiones, las combinaciones, las segmentaciones, sustituciones y transformaciones.
En la década del ‘80 aparecen en nuestro país, gramáticas para el nivel secundario, en las que, con inteligencia, se iba integrando la visión pragmática, una nueva corriente que constituyó un avance para el estructuralismo; nueva mirada hacia la lengua, que vino a enriquecer a la estructuralista. La Pragmática reconoció la importancia de la labor estructuralista, aunque la consideró insuficiente; fijémonos en las implicaturas de Grace y veremos el juego de lo proposicional con lo semántico, en Austin lo locucionario con lo ilocucionario, etc. Pero, algo ocurrió; en la misma década aparece la corriente denominada Transoracional o Lingüística del Texto, cuyo objetivo fue el “texto” y sus problemáticas, pero ¡qué curioso! se olvidaron de la Gramática, fue una “ausente sin aviso”. ¿Fue la moda? ¿Fue la minimización de una corriente que se quería olvidar?¿Fue la política lingüística?... ¡Quién sabe! Sin duda, no ignoramos que todo sucede en un contexto en el que es importante la proyección social, cultural, histórica, política, etc.
Lo cierto es que hoy, a partir de lo expuesto, nuestros alumnos ingresan a la Universidad, alta casa de estudios, y no diferencian a un sustantivo de un adjetivo, no saben lo que es un verbo regular ¡imagínense, el irregular! Conduzco, quepo, quise, etc. son formas imposibles de conjugar por no conocer los verbos a los que pertenecen ni su estructura, el desconocimiento del vocabulario es lamentable, del análisis sintáctico huyen, ignorando que a su pensamiento lo expresan sintácticamente, y que esos textos, tan loablemente analizados durante años, están construidos a partir de la secuencia oracional, que ahí van a encontrar la lógica del pensamiento, su coherencia y que si son buenos expresadores y escuchas encontrarán al otro para el desarrollo del eje de su desarrollo vital que es la comunicación. Otra normativa desconocida es la Ortografía, cómo será que ¡hasta ellos mismos están asustados de su ignorancia y preocupados! Me pregunto cuál será el rumbo que seguirá nuestra lengua si a las jóvenes generaciones no le enseñamos a valorarla.
Hoy, nuestros alumnos ingresan a la Universidad, alta casa de estudios, y no diferencian a un sustantivo de un adjetivo, no saben lo que es un verbo regular ¡imagínense, el irregular!