su rostro gigante hecho en mosaicos

Gracias a la desinteresada guía del padre Claudio -de Marbella-, con quien compartimos la Misa y el encuentro privado con el Papa, Nosotros logró acceder al Estudio del Mosaico Vaticano, un lugar increíble que nació en el siglo XVI con la idea de controlar y restaurar los diez mil metros cuadrados de mosaico que hay en la Basílica de San Pedro.

De ese taller, donde en la mañana del viernes 22 había unas diez personas trabajando, salen continuamente riquísimos mosaicos encargados por particulares o por el Papa, que -a menudo- los regala durante las visitas oficiales.

Este Museo ocupa la parte de la Ciudad del Vaticano que fue el antiguo hospicio de Santa Marta. Está enclavado entre dos arcos, a metros de la placita de la Sacristía y de la plaza de los Protomártires Cristianos.

Actualmente, el Dr. Paolo Di Buono -director, quien nos recibió amablemente- y sus empleados están trabajando para replicar lo que pasó allí hace más de un año cuando le fue presentado oficialmente a Benedicto XVI su retrato, que fue a hacerle compañía a los otros doscientos sesenta y cuatro de la Serie cronológica de los Sumos Pontífices, que adornan las naves de la Basílica de San Pablo Extramuros. Todos salieron, a partir de 1847, de las manos de los artistas del mosaico del Estudio Vaticano.

“Puedes tomar fotografías de casi todo, menos del retrato del Papa Francisco que estamos preparando”, advierten. Claro que no hay mejor archivo que el que guardan los ojos humanos: la obra que será emplazada con la cara del “Papa bueno” es imponente.

En ese taller, donde diez artistas con bata blanca y en religioso silencio tejen pacientemente sus minúsculas tramas coloreadas, hoy se moldea el homenaje para Su Santidad.

Este taller tiene secretos interminables. Ejemplo: varios cajones de madera almacenan más de 25.000 colores. Los motivos de cada creación son “libres: no sólo hay temas sagrados sino también copias de obras maestras pictóricas de Monet, Chagall, Rouault. También deliciosas obritas de ‘caballete’ con las vistas de la plaza de San Pedro, del Coliseo y los Foros romanos”.

LA HISTORIA

El nacimiento de esta idea se da casi, al mismo tiempo, con la Basílica, desde 1578, cuando el papa Gregorio XIII decidió comenzar la decoración en mosaico de la nueva San Pedro. Este Estudio del Mosaico Vaticano tiene una función doble: la conservación y restauración de los mosaicos que cubren la Basílica (muy trabajoso fue el de la Capilla del Santísimo Sacramento entre 1992 y 1993); y la realización de obras masivas para la venta al público, inspiradas en las obras maestras del arte sacro y profano, antiguo, medieval, moderno y contemporáneo.

En 1727 el papa Benedicto XIII creó oficialmente el Estudio del Mosaico Vaticano, determinando que fuera dirigido y protegido por la Reverenda Fábrica de San Pedro, el ente superior encargado de la conservación y el cuidado de todas las intervenciones a favor de la Basílica de San Pedro.

No todo fue color de rosas para el Estudio del Mosaico Vaticano: durante la noche del 15 de julio de 1823, la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma fue arrasada por un violento incendio y, entre las numerosas obras maestras destruidas, se perdieron casi todos los cuadros de la Serie Cronológica de los Sumos Pontífices. Los cuarenta y un cuadros que sobrevivieron se conservan hoy en el Museo del Monasterio de los Benedictinos, a quienes se confió la Basílica.

A partir de entonces, las pinturas y los mosaicos fueron ejecutados siguiendo las reglas del acuerdo estipulado para rehacer la Cronología. Así se le dio forma al retrato del papa Ratzinger, presentado oficialmente el 23 de noviembre del año pasado y colocado en la nave derecha de la Basílica de San Pablo junto a la efigie de Juan Pablo II (en el mosaico trabajaron al mismo tiempo tres mosaicistas).

Ahora, toda esa historia pone su luz en el rostro gigante de Francisco, que será enclavado “en las naves de la Basílica de San Pablo Extramuros”, comenta técnicamente Paolo Di Buono, el director.

Un poco más popular en la explicación, el español padre Claudio cierra la recorrida diciendo “se verá desde afuera, a la cara de Francisco la verá todo el mundo”. Con este Papa, uno no hubiera imaginado otra cosa.

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El Dr. Paolo Di Buono es el director del Estudio del Mosaico en el Vaticano. A pesar que no se pueden tomar fotos, este enviado pudo ver el homenaje que le están preparando.

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Obsequios papales

Muchos de los regalos que hace el Pontífice a los jefes de Estado y a los soberanos extranjeros son a menudo mosaicos realizados por el Estudio Vaticano. En su momento, Juan Pablo II -por ejemplo- en su viaje a la isla de Cuba, le regaló al líder máximo Fidel Castro la reproducción del Cristo del Nicho de los Palios de las Grutas Vaticanas.

Era uno de los temas preferidos por el papa Wojtyla: lo llevó consigo muchas veces en sus viajes para regalárselo a los poderosos de la tierra. Al rey de Marruecos, en cambio, le regaló un paisaje y lo mismo hizo con el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton.

En este Estudio del Mosaico Vaticano, además de lo ya comentado, hay retratos de todos los objetos realizados allí por pedido de cada Papa.