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Las víctimas civiles del terrorismo

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Con respecto la espantosa lucha fratricida que vivimos en la Argentina en la década del 70 hay al parecer un dolor políticamente correcto y otro no. Las víctimas del terrorismo en la Argentina quedaron olvidadas para la historia. Carlos A. Manfroni y Victoria E. Villarruel se abocan en “Los otros muertos” a romper el silencio “que impera en un área sobre la cual se ha escrito muy poco y es mucho más lo que se ignora que lo que se conoce”.

El enfoque del libro se remite a las víctimas civiles, aunque los autores advierten que esto no significa “que las víctimas de las fuerzas armadas o de seguridad no deban ser recordadas. En primer lugar, ellas están incluidas en esta obra aunque no hubieran estado participando de las hostilidades o habrían sido sorprendidas en una situación de indefensión al momento de los hechos, de acuerdo con el concepto de los convenios de Ginebra”.

Los autores comienzan recordando la estrategia jurídica que llevó a que los crímenes cometidos por miembros de organizaciones como Montoneros, Ejército Revolucionario del Pueblo, Fuerzas Armadas Revolucionarias, Fuerzas Armadas Peronistas y otras, no fueran declarados de lesa humanidad y por ende, pasaran a ser prescriptibles. Sin embargo, “¿acaso la prescripción de un delito cambia moralmente al criminal? ¿La impunidad que los miembros de Montoneros, ERP y otras organizaciones obtuvieron en la Justicia convierte a sus acciones del pasado en moralmente buenas y a sus víctimas en una materia despreciable, insignificante, públicamente impresentable? Aunque esto parezca un disparate, pone de manifiesto las consecuencias que ha tenido la corrupción del lenguaje en la cultura argentina.

“De otra manera, no se explicaría que los autores de aquellos crímenes aparezcan hoy como jueces del resto de la sociedad, pidiendo cuentas sobre lo que cada quién ha hecho en el pasado, cuando a ellos se les está regalando el olvido; censurando las omisiones, cuando no pueden poner a luz sus propias acciones; pontificando sobre la moral, cuando ni siquiera han confesado públicamente sus delitos. Escriben sobre sus aventuras y dictan conferencias sin recibir jamás una pregunta ni una respuesta incómoda, son buscados como referentes en la cultura y en los negocios, cobran indemnizaciones y pensiones pagadas con el patrimonio de todos y hasta presentan los libros de los magistrados que deberían haber ordenado indagar sobre sus crímenes”.

Justamente Manfroni y Villarruel citan a Tzvetan Todorov en su precisación sobre los términos de memoria e Historia: “Una sociedad necesita conocer la Historia, no solamente tener memoria. La memoria colectiva es subjetiva: refleja las vivencias de uno de los grupos constitutivos de la sociedad; por eso puede ser utilizada por ese grupo como un medio para adquirir o reforzar una posición política. Por su parte, la Historia no se hace con un objetivo político (o si no, es una mala Historia), sino con la verdad y la justicia como únicos imperativos. Aspira a la objetividad y establece los hechos con precisión; para los juicios que formula, se basa en la intersubjetividad, en otras palabras, intenta tener en cuenta la pluralidad de puntos de vista que se expresan en el seno de una sociedad”.

“Los otros muertos” se detiene a contar algunas de las historias de las más de mil víctimas mortales del terrorismo en la Argentina, e incluye en su apéndice una lista de muertos, heridos y asesinados. Publicó Sudamericana.