Una muerte sin consumar

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Por Nilda Somer

“El espectro de Alexander Wolf”, de Gaito Gazdanov. Traducción de Miguel A. Calzada. La Bestia Equilátera. Buenos Aires, 2014.

La trama, contundente, cabe justo en un cuento. Durante la guerra civil rusa de principios del siglo XX, un combatiente de 16 años, vencido por el sueño, pierde a su compañía y queda aislado en un bosque. De repente estalla un disparo y su caballo se desploma. Un jinete se le acerca apuntándolo con su fusil. El joven se anticipa y hace fuego con su revólver. El otro cae, el joven se inclina sobre él y asiste a los estertores del desconocido. Esa muerte, la única que carga sobre su conciencia, perseguirá siempre al muchacho, que muchos años más tarde, en París, lee en un libro el relato de este suceso, con tal precisión que no quedan dudas de que la víctima que creyó muerta es el autor. El libro está firmado por un tal Alexander Wolf y el joven lo busca largamente. El desenlace se cierra en la última frase, precisamente como en un buen cuento clásico.

Sin embargo, este buen cuento se sustenta y enriquece en novela, porque lo pueblan sugestivos particulares y reflexiones del narrador, y sobre todo dos motivos temáticos: el exilio de los rusos blancos en París (el gran tema épico y existencial de la escritora rusa Nina Berberova) y los tropismos de los dos personajes principales, con la muerte como espectro siempre presente.

Gaito Gazdanov (Georgi Ivanovich Gazdanov) nació en San Petersburgo en 1903. Jovencísimo, formó parte del ejército blanco, y a partir de la década del veinte se exilió en París, donde tras muchos sacrificios conquistó prestigio como escritor. Murió en Munich, en 1971.