tribuna de opinión

El turismo, motor de ingresos para una España golpeada por la crisis

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Plaza Mayor. Está ubicada en la zona denominada Madrid de los Austrias, y de hecho tiene en su parte central una estatua ecuestre de Felipe III. Es una postal característica de la capital del país y animado punto de encuentro para propios y extraños, quienes suelen aprovechar sus terrazas para tomar sol y aperitivos, acompañados, en este caso, por algunas sabrosas “tapas” españolas. Foto: EFE

 

por Carlos Vernazza (*)

Reconforta volver a España. Como siempre. Es un ejemplo del turismo mundial en calidez, eficiencia y buenos precios, cuando se la compara con el resto de Europa.

La recepción de las personas vinculadas con el turismo es excelente, y el pueblo en general muestra sensibilidad hacia el visitante y lo ayuda con naturalidad.

La comida es exquisita, quizá mejor que nunca, y sus precios están por debajo de todos los vecinos. El menú turístico oscila entre 10 y 15 euros, incluye entrada, plato principal, postre y una bebida sin alcohol. Antes de seguir, recordemos que un euro, en su valor real equivale a 14 pesos argentinos.

En los últimos años, España ha sido sinónimo de malas noticias por varios motivos: su crecimiento económico se detuvo, el número de desocupados superó los cinco millones y, luego de alcanzar el séptimo lugar entre los países más poderosos de la tierra, bajó al undécimo.

Los “parados”

No hay nada que preocupe más que la desocupación. Lo peor del caso es lo que le ocurre a los jóvenes, ya que la mitad de los sin trabajo corresponde a menores de 25 años, quienes nunca consiguieron un puesto laboral o lo tuvieron precariamente.

Pero créase o no, en la calle esto no se advierte fácilmente, porque son pocos los que piden limosna y menos aún los que duermen en las calles.

¿Cómo se enfrenta esta pésima situación? Los beneficios que otorgaba el Estado benefactor se han reducido al mínimo. Los inmigrantes extranjeros, salvo los africanos -que intentan llegar de cualquier manera-, ya son muy pocos.

Los argentinos que antes constituían una colonia numerosa, ahora son apenas 250.000, cifra tres veces menor que tres años atrás.

Peor aun, ya que al menos la mitad de los asalariados sufrió un recorte en sus ingresos, de un 10 por ciento como mínimo. Si bien la inflación es muy baja, un 2 por ciento anual, los que ganan 1.000 euros, que son la mayoría, deben destinar el 50 por ciento para pagar un alquiler en alguna zona aledaña a la capital.

Más de 60 millones

Desde la época del franquismo, con Javier Fraga Iribarne como ministro de turismo, y bajo el fenecido eslogan “España es diferente”, este país es una potencia mundial en este rubro.

Es la tercera nación del mundo en la lista de las que más turistas reciben por año. El primer lugar lo ocupa desde hace muchos años Francia, que es visitada cada año por 89 millones de extranjeros. Los EE.UU. reciben a 71 millones y el año pasado España fue visitada por 61 millones. El cuarto lugar lo ocupa China con 58 millones de visitantes.

Entre las ciudades más visitadas está Madrid con 10 millones de viajeros y le sigue, como es esperable, Barcelona, que tiene atractivos tan fuertes como la iglesia de la Sagrada Familia -de Antoni Gaudí-, los museos de Picasso y Joan Miró, las ramblas y múltiples expresiones de Art Decó catalán.

Aporte al PBI

El ingreso por el turismo es tan representativo que suma el 11 por ciento del PBI. América Latina, por el contrario, tiene pocos visitantes -en términos relativos- y sólo recauda el 4 por ciento promedio en este rubro. Pero cuatro países de la Comunidad Europea son los que movilizan el 60 por ciento de la cifra europea: el Reino Unido de Gran Bretaña, Alemania, Francia e Italia. Los primeros son los británicos, a quienes no sólo los atraen los paisajes y las playas, sino fundamentalmente los precios. Y en la tierra de Antonio Machado, el costo de vida es tres veces menor que el de Londres.

Los nuevos visitantes advertibles a simple vista son los chinos que aumentaron un 35 por ciento, y los siguen los rusos, con un 32 por ciento, a quienes les gusta la Costa del Sol andaluza, y no se limitan a pasear sino que son grandes compradores de propiedades.

Según el Indec, nuestro país fue visitado en el 2012 por 2.600.000 personas. En el mundo, en 2013, viajaron más de 1.000 millones de turistas.

Unos 35 mil hoteles

La cifra precedente habla por sí sola de la capacidad hotelera de los ibéricos; también, de la calidad de sus establecimientos. Este periodista puede dar fe que la relación precio y calidad no tiene parangón en el resto del mundo.

Un hotel de tres estrellas español equivale a un cuatro estrellas de cualquier país europeo; es más, debido a su buena atención y limpieza, uno puede alojarse tranquilamente en un hostal de una estrella, sin sorpresas ni malos entendidos.

Otro aspecto destacable -y no sólo en los hoteles- es la calidad y aseo que se observan en los baños de las estaciones, restaurantes y bares. En el primer caso, se paga 0,50 euros, pero es tal la limpieza y lo que se ofrece que es muy barato en relación con otras naciones. En las estaciones de Francia, se paga tres veces más que en España; y en Londres, cuatro veces más.

Con 44 patrimonios

En el país de Antonio Banderas, la Unesco elevó a la categoría de bienes de la humanidad a 44 lugares y parques nacionales. Sólo Italia la supera en números. Además, es la sede de la Organización Mundial de Turismo.

Volviendo a los argentinos residentes allí, digamos que una tercera parte está en una situación irregular y un 20 por ciento reside normalmente porque posee pasaportes comunitarios, gracias a sus antepasados.

Dos hechos auspiciosos para nuestros compatriotas, el 34 por ciento de los que viven en la tierra de Cervantes, cursó el secundario completo y las deportaciones que años atrás ocuparan muchos titulares en los medios argentinos, ahora se han reducido a la mínima expresión.

Ésta es la España de hoy, con sus aciertos, errores y omisiones. Con la mayoría de los políticos totalmente desprestigiados. Con la abdicación del hasta hace poco muy respetado rey Juan Carlos, baluarte junto con Adolfo Suárez de una transición democrática digna de imitar en cualquier parte del mundo. Hoy, con la asunción de Felipe, el flamante monarca, el país espera una nueva estrategia para salir de la crisis en la que Mariano Rajoy navega con apenas un salvavidas, no sólo para mejorar al país sino a su propio partido, salpicado por la corrupción. Y mientras la infanta Cristina, hija del rey saliente, espera con miedo no terminar en prisión.

(*) Ex subdirector de El Tribuno (Salta).