Tres íconos de la arquitectura

La máxima contribución estadounidense a la arquitectura es, sin dudas, el rascacielos. Y la ciudad de Chicago, que es líder en este campo, brinda numerosos ejemplos al respecto.

TEXTOS. MARIO A. LAGUZZA.

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Simulación del proyecto arquitectónico Chicago Spire.

 

Es difícil encontrar una ciudad moderna que no cuente con un rascacielos o, al menos, con un edificio de cierta importancia. Los más antiguos datan de finales del siglo XIX.

Su desarrollo fue posible gracias a dos avaces técnicos de la época: la invención del ascensor por parte de Graves Otis, y la utilización de estructuras de acero.

El auge de la construcción que comenzó en Chicago a partir del año 1871 de levantar edificios altos, no era sino una estrategia para rentabilizar al máximo el espacio que ofrecía un solar.

Williams Jenney fue el pionero en utilizar las estruturas de acero para los grandes bloques de oficinas del centro de la ciudad, y sus edificios funcionales abrieron paso al primer gran estilo de rascacielos: el de la Escuela de Chicago.

Más tarde se utilizaron elementos ornamentales y decorativos históricos en un estilo que se denominó Beaux-Arts, siguiendo la tendencia de la escuela de arquitectura parisina en la que tantos arquitectos estadounidenses se habían formado.

Editoriales de periódicos y empresas de seguros se apresuraron a embellecer sus edificios -cada vez más altos- con elegantes adornos neoclásicos. El estilo más popular del momento, el neogótico, imitaba el estilo medieval de las catedrales europeas en su aparente aspiración de alcanzar el cielo.

Adornar los rascacielos ayudó a los promotores a satisfacer su ego, y a los arquitectos sus caprichos. Pero la espectacular altura del edificio también contaba. Los grandes rascacielos, por encima de los 300 metros, formaban un club muy exclusivo. En la década de 1930 sólo se construyeron dos, pero entre los años 1966 y 1974 fueron cinco las supertorres construidas.

En la década de 1960 los rascacielos se extendieron desde América hacia Europa y las emergentes ciudades-estados de Singapur y Hong Kong. Años después las siguieron China, Japón, Corea y demás países de Oriente y los Emiratos Árabes.

Pero volvamos a Chicago donde, tal vez, como en ningún otro lugar, se puede apreciar la variedad de estilos y tendencias por los que atravesó la arquitectura desde finales del siglo XIX hasta el presente y que marcó el camino de la Escuela de Chicago.

Desde la impronta del genial Frank Lloyd Wright, que quedó plasmada en numerosas obras que aún se conservan en excelente estado, pasando por el vanguardismo de Ludwing Mies Van Der Rohe, las creaciones de estilo neoclásico y moderno de Raymond Hood, Helmut Jahn y Philip Johnson, hasta el futuro encarnado por Adrián D. Smith y Santiago Calatrava.

Todos ellos y muchos otros han contribuido para hacer de Chicago una ciudad única.

JOHN HANCOCK CENTER

El primer ícono a considerar es el rascacielos “John Hancock Center” que con sus 95 pisos es uno de los pocos edificios altos del mundo (segundo en Chicago) destinado para viviendas.

Inaugurado en 1969 y diseñado por el conocido estudio SOM de esta ciudad, fue el primer súper rascacielos que se construyó en Chicago, y se destaca por su elegante acabado metálico en negro y los tirantes de acero que se muestran en sus cuatro fachadas.

Su gran altura, 344 metros, y su forma de pirámide truncada, también lo hacen fácilmente reconocible y pone en evidencia su revolucionaria ingeniería estructural para aquellos años, tan bella como tecnológicamente avanzada, que rinden tributo al genio de sus creadores.

Para el diseño del John Hancock Center se desarrolló un concepto denominado “tubo de tirantes” que consistía en sujetar la estructura exterior con enormes tiras de acero en diagonal sobre las cuatro fachadas.formando así grandes triángulos. Esta estructura de gran rigidez repartía las cargas con gran eficacia y garantizaba la perfecta resistencia al viento, logrando así una estructura tan llamativa como tecnológicamente avanzada que rinden tributo al genio de sus creadores.

A partir de la planta baja, los primeros cinco pisos son de uso comercial. Luego, las siguientes seis plantas están destinadas para aparcamiento y los restantes pisos son destinados para viviendas.

En el penúltimo piso de esta “pirámide truncada” se encuentra un elegante restaurante denominado “Skywalk” y un piso más arriba, en el 95, se halla un panorámico observatorio mirador a toda la ciudad. Imperdible.

Finalmente este espectacular rascacielos está coronado por un par de grandes antenas de televisión, que elevan su altura final a 457 metros. El “John Hancock Center” es, sin dudas, uno de los símbolos de esta ciudad.

LA SEARS TOWER

La esbelta Torre Sears, de 110 pisos y 442 metros de altura, es otro muy importante ícono de la arquitectura de Chicago y fue el mayor rascacielos del mundo durante veinticinco años.

Si tomamos en cuenta las antenas gemelas que se encuentran sobre el edificio, le suman una altura total de 527 metros, sobrepasando en 70 a las instaladas en el John Hancock Center y convirtiendo a la Torre Sears en el quinto rascacielos más alto del mundo.

Su construcción comenzó en agosto de 1970 y finalizó en mayo de 1974. La torre no sólo se convertía en la construcción líder de Chicago, sino que batía también el récord del rascacielos más alto de Nueva York, por entonces en 26 metros y los arquitectos mostraron su deseo de resucitar la tradicional rivalidad entre Chicago y Nueva York, que en aquellos momentos asistía a la construcción de las Torres Gemelas.

Este edificio, al igual que su antecesor, el John Hancock Center, fue diseñado por el estudio SOM. Las diferentes fachadas son de cristal oscuro con marcos de aluminio negro. Las ventanas se limpian por medio de un sistema robótico y el edificio cuenta con 104 ascensores.

La Torre Sears no es un edificio de viviendas, sino de oficinas; alberga en la actualidad una población laboral de más de 10 mil personas y representa una de las direcciones más prestigiosas que una oficina puede tener en Chicago.

Este rascacielos posee en su último piso, un “mirador panorámico” a la ciudad, al que se accede por medio de ascensores expresos, que en no más de un minuto suben hasta allí. Desde dicho lugar se tiene una sorprendente y singular vista de toda la ciudad y su extensa planicie, y del inmenso lago Michigan, y en días claros se alcanza una visibilidad de hasta 95 kilómetros. Asimismo, la vista de noche es incomparable. Millones y millones de luces multicolores resplandecen y se pierden a la distancia marcando calles, avenidas y autopistas, y un sinnúmero de luces dibujan el perfil de los rascacielos. Es una de las vistas más espectaculares que se pueden tener.

EL CHICAGO SPIRE

Una vez finalizado pasará a ser el tercero y más reciente ícono que posee la ciudad de Chicago. La estructura en espiral de apartamentos más alta diseñada por el arquitecto Santiago Calatrava, transformará una de las áreas de rascacielos más importante del mundo, dominada, durante más de cuatro décadas, por las torres John Hancock Center y Sears.

Será el segundo edificio más alto y el primero exclusivamente residencial del planeta; asimismo será el más alto de América.

Se levanta frente al río Chicago, donde éste se une al lago Michigan en la exclusiva avenida North Lake Shore Drive.

En apenas diez meses, las autoridades municipales de la ciudad aprobaron los planos y proyectos rediseñados de la torre. Pero este no fue el primer proyecto: en 1988 el conocido arquitecto César Pelli proyectó un edificio que tendría 800 metros, pero nunca se llegó a construir. Santiago Calatrava ha diseñado el “Chicago Spire”, de 610 metros, con un núcleo central de hormigón y una fachada exterior de siete caras cóncavas, donde cada piso rota dos grados sobre el anterior. De esta forma se logra reducir la tensión de los vientos de la zona.

Además, en su revestimiento tiene un vidrio especial para evitar que las aves migratorias choquen contra la torre.

Para el diseño del alto y retorcido rascacielos,.Calatrava imaginaba a los antiguos nativos americanos haciendo fuego en las orillas del lago Michigan mientras una fina columna de humo se alzaba en el aire.

La torre es tan esbelta que podría crear un efecto de similar delicadeza. De esta manera Calatrava se inspiró para realizar el edificio.

El último piso, de los 150 que posee, se destinará a un mirador panorámico desde donde se alcanzarán a divisar los territorios de ciatro estados vecinos: Illinois, Indiana, Wisconsin y Michigan.

En la planta baja, un amplio vestíbulo de cinco pisos tendrá paredes traslúcidas de cristal y será enmarcado por bóvedas arqueadas de hormigón armado con acero. La torre de siete caras de cristal se hace más esbelta cuanto más alta alcanza a llegar.

De esta manera, esta gran metrópoli de rascacielos contará con una estructura de irresistible elegancia.

Este emprendimiento tuvo inicio en julio de 2007 y su finalización estaba prevista para el año 2010. Pero, llegada esa fecha, la inauguración se postergó por dos años más. Llegado 2012 su terminación se pospuso para 2014, principalmente por motivos de financiación.

Hoy, construida más del 85 % de la obra, se calcula que estará terminada para 2015.

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La Sears Tower, de 442 metros de altura.

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Una imponente postal de la ciudad de Chicago.

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John Hancock Center, destinado para viviendas.