crónicas de barrio

El barrio de las calles de barro

Una deuda a cielo abierto

En Bernardino Rivadavia no hay una sola calle asfaltada o apta para la correcta circulación. Obras a medio terminar y promesas incumplidas durante años, generan bronca y desilusión en quienes viven en esta zona.

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Desamparados. “En medio del barro, sentimos que nos tienen viviendo como chanchos”, aseguran los vecinos.

 

Al menos desde el año 2005, El Litoral registra los reclamos por falta de desagües en la zona norte de la ciudad, y las medidas tomadas tanto por el Concejo como por el gobierno municipal y provincial para resolver la situación. Lo cierto es que en casi diez años, han pasado licitaciones, gobiernos y mucha lluvia; y la vida en barrio Bernardino Rivadavia continúa siendo tan dificultosa como siempre.

En febrero de 2007, el gobierno provincial encabezado por Jorge Obeid anunciaba la licitación de obras de desagüe en barrios del norte. Se trataba por entonces de siete kilómetros de entubado para desagües pluviales que solucionarían problemas de anegamientos. Y el gobierno la consideraba ya en aquella época “una de las obras públicas más importantes para la ciudad”.

La obra incluía la colocación de 2.908 metros de conductos rectangulares de hormigón armado de distintas secciones y la incorporación de 4.092 metros de cañería de hormigón premoldeado tipo DPV. También contemplaba la colocación de 109 bocas de registro y troneras de hormigón armado; 1.700 metros de rectificación y limpieza del zanjón de callejón Roca; así como 2.310 metros de saneamiento y tapado de zanjones existentes. Se iniciaba en calle Ignacio Crespo e incluía tramos de callejón El Sable, callejón Aguirre, Peñaloza, Aristóbulo del Valle y callejón Roca, hasta la Costanera.

Obeid expresaba que se trataba de una obra “largamente anhelada que iba a permitir solucionar problemas por lluvias y sanitarios en barrios como Las Delicias, Altos de Nogueras, Esmeralda, Altos del Valle, Liceo Norte y Policial, Rivadavia, entre otros”.

Julio Álvarez, propietario de una carnicería en la esquina de Blas Parera y callejón El Sable, recuerda bien aquella época. “Esta calle figura desde la intendencia de Jorge Obeid como asfaltada y alumbrada, y nada que ver”.

Años después, en octubre de 2010, se abrió una nueva licitación para construir el desagüe pluvial de callejón El Sable. Se anunciaba por entonces como “una obra de infraestructura fundamental para evitar que 1.600 viviendas se inunden cada vez que llueve con intensidad”. El nuevo pluvial iba a recorrer 7 kilómetros a través de conductos de hormigón para lograr que el agua escurra rápidamente. También se proyectaba rectificar el zanjón Roca. A lo largo del desagüe se instalarían troneras, bocas de registro y cámaras de captación de cunetas.

“Finalmente, en julio de este año, cuando comenzó el Mundial, empezaron a entubar. Pusieron tres o cuatro caños, se sacaron fotos y de nuevo se paró la obra”, cuenta Álvarez.

Era el 3 de julio y un grupo de funcionarios municipales observaba las obras de entubado del zanjón a cielo abierto en callejón El Sable. Las tareas que se desarrollaban contemplaban el saneamiento del zanjón mediante la colocación de tubos de hormigón en el tramo desde avenida Blas Parera hasta Servando Bayo.

Los anuncios prometían la construcción de varias bocas de registro e inspección, así como la limpieza y rectificación de cruces de calles y entubados existentes, el saneo y reubicación de alcantarillas e ingresos peatonales, vehiculares y cruces de calles. Los trabajos demandarían cerca de 90 días.

Pero a los pocos días, la obra se detuvo nuevamente. Los tubos de hormigón quedaron, según cuentan los vecinos, abandonados en medio de yuyos en un descampado de la zona.

“Ahora según me dijeron, la empresa Alegre SA ganó una licitación por 70 metros. Ellos al menos colocaron 3 caños por día, completaron los 70 metros y ahí quedó todo. En un momento hablaron de realizar un cordón cuneta, de modo que dejaron todo abierto para hacer la cámara, pero sólo en esos 70 metros”, explica Álvarez.

El panorama desde el ingreso del negocio de este vecino es desolador, pero no se distingue del resto del paisaje que ofrece el barrio.

Obras a medio terminar o que jamás comenzaron conviven con el barro y la decepción de cientos de vecinos a los que les resulta imposible transitar con sus coches o a pie, dejar a sus hijos jugando libremente en las calles o creer en que finalmente alguna promesa se hará realidad.

Postales///

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Como en la época colonial. En la mayoría de las calles de este barrio no se puede circular. Bastan unos pocos milímetros de lluvia para que el barrio quede sumido en absoluto caos. El mal estado de los caminos se ve agravado por la circulación de numerosos camiones que han terminado por destruir por completo las calles.

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Todo un presupuesto en el taller. Varios vecinos comentaron que es moneda corriente ver cómo autos, camiones y colectivos se rompen a causa del pésimo estado de las calles. Además, cuentan que en las zonas en las que las obras de desagües han quedado sin finalizar, todas las semanas se caen autos en la zanja.

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Los residuos, un nuevo inconveniente. Al mal estado de los caminos, se agrega un problema con la recolección de residuos. Algunos vecinos se quejaron de que el camión de la basura no respeta el recorrido determinado para el barrio, de modo que muchas personas deben correr al camión con bolsa en mano o guardarla hasta el otro día.

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18 reclamos, ninguna respuesta. Los dedos de Rodolfo Camargo pasan una a una las hojas impresas de reclamos realizados por limpieza y mejorado de la esquina de su casa durante este último año. Son dieciocho reclamos en total. Ni uno solo fue atendido.