MIRADA DESDE EL SUR

Cristina y el periodismo (I)

RAUL EMILIO ACOSTA

El peor de los males K es su eje. La palabra. El relato. Perón al revés. Mejor que hacer es decir, mejor que realizar es prometer.

Cuando se vayan dejarán males endémicos. Pavor. Se irá CFK, sola. Muy sola. El resto estaba, está y estará. Que conste en actas: quedará el discurso, la formulación, la división amigo/enemigo. Asumamos la neo formación en mitad de las neuronas. Nos enfermaron de relato. Confesión, nos dejamos enfermar.

Algunos se preocupan por las consecuencias económicas. Es cierto, estaremos endeudados hasta un poco más arriba de los ijares. Perdimos el tren de aquellos años en los que nosotros, como Uruguay y Bolivia crecíamos al 6.5 anual. Inatajables la inflación y la recesión.

Otros se preocupan por las crisis partidarias, ya que el radicalismo es un outlet de rencillas tribales.

Se indica, con certeza, la destrucción del binomio presidencial como institución confiable.

La soberbia de los sindicalistas corruptos es endémica sólo se ha profundizado, ya estaba.

En cuanto a los partidos el justicialista ya no es eso, es un cuartel. Ni con Perón tan duro.

El radicalismo tiene hace mucho tiempo textos de Vacarezza y, en los conventillos de las palomas, personajes como la señora Carrió sólo han sido posibles con el advenimiento y triunfo de los pastores cibernéticos, a los que Elisa logra sacarles más de un cuerpo de ventaja.

Hasta la traición dentro del binomio ya era conocida: Chacho Álvarez.

Hoy acepta, nuestra memoria, a la onomatopeya de los tambores uruguayos como una gramática de la política. “Borocotizar”. “Borocotización”.

Una de las peores consecuencias del gobierno K es el ataque/venganza al periodismo político. Definamos, para la nota apenas, que llamamos periodismo político a la crónica, reportaje o análisis de los hechos específicamente políticos partidarios de una sociedad. Investigación, ensayo y novela periodística tienen, por construcción, otros tiempos. También otras reprimendas. Investigación y ensayo cuestan vidas. Hay ejemplos.

Los escritos y sus autores deben, como los actores políticos a los que refieren, soportar la crítica y la objeción.

Desde el gobierno K el asunto es directo. Los K son vigilantes del viejo Oeste, son amigotes de Lynch. El piquete es el más directo brazo de la ley de la calle. Los K propusieron a la calle como su constitución. El periodismo viralizó el piquete. Certificó su soga al cuello. El piquete es chantaje y violación. Sin periodismo no hay piquete. Chau. Insistamos. Es el periodismo el que legalizó el crimen: el piquete.

El kirchnerismo blanqueó amores clandestinos del periodismo. Un ministro diciendo barbaridades e insolencias es una vergüenza para los colegas que, sumisos, aceptan que los “verdugueen”. El ejemplo allí es completo. Yo pago y te sodomizo. Dame un besito. Ahora “andate”. Asumamos. No duele tanto.

En Argentina, apenas establecido el reinado de los K, desde el oficialismo como de la oposición, creció la intolerancia. Al periodismo no lo defiende la oposición, simplemente lo usa. Se aprovecha de la “fórmula K”. La enemistad como salvoconducto o condena sin apelaciones.

El periodismo se reformuló según la posición que NK ofertó: el Enemigo. La trampa fue perfecta. CFK sólo ajustó el nudo. No pudimos decir que teníamos posición política partidaria, filosófica, ética. Nos ganaron de mano. Nos acusaron de impuros y nos convirtieron en enemigos. El enemigo. “La Corpo. Nos habíamos subido al mentiroso mausoleo de la independencia y la imparcialidad. Perdimos.

Cuando CFK no saluda, no da conferencias de prensa, reportajes, partes diarios de trabajo, cuando simplemente relata una Argentina de ficción, desde su traje nuevo, el teñido perfecto y el retoque quirúrgico de su cutis sólo certifica que no supimos crecer y liberarnos. Que somos soldados en una guerra contra los K, su última generala y su mensaje. El mensaje es “ellos mienten”. Ellos somos nosotros.

A la señora K le falta, apenas, pedir expresamente que castiguen físicamente a los periodistas que opinan en contrario. El peor de los males que dejarán los K es la pérdida de la credibilidad. Y la más irónica observación. El relato, al cabo, es una forma partidaria del periodismo. CFK, entre las razones que tiene para el enfrentamiento, suma la competencia directa. Lo suyo, para que se entienda, es un “diario de Yrigoyen” al revés. No es un diario para mostrarle al presidente, es una presidente leyéndonos un diario partidario. El suyo.