Mirada desde el sur

M & M, el miedo militante

Por Raúl Emilio Acosta

La adecuación de la política partidaria a las reglas del siglo XXI trae sorpresas colaterales, aún no se las puede llamar daños. Han logrado alterar viejos esquemas, ritos, tradicionales modos de la actividad político-partidaria.

El “especialista en redes” es una incorporación que nadie omite. Especialistas jóvenes y diligentes reescriben (en muchos casos escriben) el pensamiento vivo de políticos en campaña, mensajes que mencionan cuestiones infinitas resueltas en 140 caracteres. A veces agregan una foto y los carteles de plazas, conventos, hospitales y escuelas. Todo suma. Eso creen.

El “coaching” -que en la Municipalidad de Rosario ha llegado al disparate del “coaching ontológico”, con rango de secretario (a no reír, que es textual)- todos saben que es imprescindible, porque convengamos: ¿alguien sabía que debía convertirse en actor y responder con el mejor perfil y la más natural sonrisa a cualquier pregunta de cualquier cosa? No. Actualicémonos, el “coaching” prepara para eso, para responder cualquier cosa ante cualquier micrófono.

Ningún político, plantado en el siglo XXI, niega el “tuiteo”, el “facebuqueo” y estar “coucheado”. Los neologismos también son de este siglo. El verbo “tuitear”, de primera declinación, no sonroja a la RAE (Real Academia Española) que cada tanto se manda una moratoria de barbarismos. Ya me la imagino autorizando a “zanagoria” como bien escrita.

El estrés, el pánico escénico, la excesiva adrenalina acompaña a los candidatos, que deben sumar estos temas a sus preocupaciones elementales.

La primera preocupación basal es el dinero. Una candidatura a intendente en Rosario se ha estimado entre 3 y 5 millones de pesos para las Paso. Sumará hasta 12 millones en las generales. Las dos personas realmente con posibilidades, “Anita” y “Moni” (Anita Martínez y Mónica Fein) pueden conseguir el dinero de la campaña de dos maneras. Una, con bonos y festivales a beneficio. La otra, con la suplantación de la campaña por la publicidad de actos de gobierno, multiplicados al infinito. Todos los funcionarios inauguran todo. Desde calesitas a hospitales. Cómo se justificarán los gastos de quienes intentarán -pero, ay, ay, ay, no llegarán- es parte del miedo militante. Se habla de blancos ennegrecidos y negros blanqueados, pero es difícil de entender, mucho más de explicar. API y Afip, y demás organismos de contralor, alguna vez despertarán.

La segunda preocupación es el día después. La militancia barrial debe, si su sector pierde, explicar en el club y el trabajo (sí, algunos trabajan) pero las precandidaturas a intendente y/o gobernador no son sencillas de justificar.

El peronismo está en el confesionario. El más pulcro ha sido Daniel Scioli, que no ha bendecido a nadie en la provincia de Santa Fe y menos en la ciudad de Rosario. Todo el peronismo, en rigor, es bonaerense. Sergio Massa, también bonaerense, totalmente empalidecido, acompaña poco a quienes poco pueden ofrecerle. Y CFK demoró tanto en decidir a quiénes apoyaba, y provoca tanto escozor decir que se es “cristinista”, que el día después es, en parte, el día previo. El peronismo está pidiendo disculpas desde que Obeid le entregase la provincia al socialismo por pedido de NK.

La oscuridad de las alianzas del kirchnerismo, que no existen pero se ven, deja en mala posición a los peronistas militantes. Hay allí un miedo que sólo se resuelve con un puesto en el Estado. Heridos y contusos tienen miedo militante. De la soja a la nada. De la Cámara a la nada. Duele el llano.

Antonio Bonfatti, Héctor Cavallero, Rubén Giustiniani, Rubén Galassi, Eduardo Di Pollina, Clara García son socialistas de paladar negro que serán todos- diputados provinciales. No hay sonsos en el partido de Alfredo Palacios. Si Lifschitz pierde (es 50 y 50 que gana o que pierde con Del Sel) abandonará la función pública, en la que está de hace más de 20 años, sin fisuras.

Los radicales manejan el miedo militante de otro modo. Un lugar bajo el sol. Mario Barleta juega con red, es diputado nacional hasta el 2017. Pablo Javkin (CC), otro tanto. Jorge Boasso apostó a la alianza nacional UCR-PRO (se jugó antes); ignoro cuál será su miedo y cómo lo calmará. El resto de los radicales ha salido a la descubierta: queremos un lugar. Es honesto el pedido. Los votos deciden.

Veteranos militantes, con miedo, y pulcras señoras bien fotografiadas, nos cuentan vida y milagros en un tuit que tiene un subtexto: todo sea por un lugar bajo el sol. La intemperie fabrica miedo y las redes descubren todo de todos. Ése es el asunto.