Vive en barrio San Lorenzo, sufrió un ACV y se va becado a Alemania

Luis Britos, un joven que no se doblega ante la adversidad

Cursa ingeniería civil en la UTN y quedó seleccionado de entre 3.000 participantes de todo el mundo para participar de un encuentro internacional de estudiantes en Alemania. Un joven que no se derrumba ante las dificultades ni ante su contexto adverso.

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Luis considera que todo el mundo tiene dificultades y que hay que luchar para conseguir las metas.

Fotos: Guillermo Di Salvatore

 

Mariela Goy

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“Quiero contarles de Luis, un joven luchador y humilde que estudia ingeniería y se va becado a Alemania”. Así lo valoró la persona que se comunicó con El Litoral vía mail para que contemos su historia. Luis Britos nació, creció y aún vive con su mamá y hermanos en una casa de San Lorenzo, un barrio que suele salir en las crónicas policiales. Pero él decidió que los límites se los pone uno mismo y no la sociedad que “estigmatiza y encasilla”.

Ése es el leitmotiv de este joven de 25 años que sufrió un accidente cerebral quizá por llegar al límite de su esfuerzo personal. “Él trabajaba, estudiaba, ayudaba en casa y se esforzaba mucho, aún teniendo epilepsia; por eso le dio un ACV hace tres años”, dice Claudia, su mamá.

A simple vista no le quedaron secuelas de la enfermedad, pero tiene muy afectado un hombro y si está mucho tiempo parado, le duele la pierna derecha. Cursa el 4to. año de Ingeniería Civil en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y cuenta que ahora le cuesta más el dibujo técnico y la letra le sale fea. Son las únicas quejas que se le escuchará este joven, de trato agradable y sonrisa afable.

A su domicilio de Amenábar al 4500, se llega surcando calles de tierra poceadas y angostas, con los eternos minibasurales en las esquinas y alcantarillas con agua verdosa, símbolos de una zona postergada. “Acá no entran los remises ni los colectivos”, refuerza Luis.

A fines de mayo, participará durante 10 días de la Semana Internacional del Estudiante (Iswi), en Ilmenau, que es una ciudad de Alemania central. No es la primera vez que viajará a este evento a representar a la Argentina. En 2013, ya había ganado el mismo certamen que requiere la presentación de ensayos en Inglés. “Todavía estaba con bastón, empezando a recuperarme, cuando vi la convocatoria en la facultad y me anoté”, cuenta el joven, mientras muestra una pulsera, ya borrosa y deshilachada, con las siglas del evento.

A Alemania, sin frenos

“Si uno queda seleccionado, sólo hay que pagarse el pasaje de avión porque allá te dan donde alojarte. A mí me tocó parar en la casa de un paranaense que vive en Alemania, así que podía hablar en español. Pero en el encuentro de estudiantes se habla todo en Inglés y más o menos me las arreglé”, sonríe.

Hasta ese momento, él nunca había viajado en avión o en tren, ni había salido del país, ni mucho menos había ido a conferencias en inglés. Pero fue sorteando cada obstáculo que se le presentó. “Un ingeniero de la industria donde trabajaba mi papá, me dio la plata del pasaje. El tema fue que al llegar allá, el aeropuerto era muy grande y no encontré al grupo con el que me había contactado, el celular no me funcionaba, quedé incomunicado y me gasté casi toda la plata que había llevado -150 euros- en el pasaje de tren, porque Ilmenau queda lejos, a un día de viaje”, relata el joven.

En aquella oportunidad, se ganó la beca con ensayos sobre identidad virtual, sexualidad y educación. “Los escritos de este año, se refieren a educación comparativa entre la generación de ahora y la de nuestros papás. Y también a las libertades sexuales: igualdad de género, matrimonio igualitario, en los que ahora Argentina tiene muchos derechos que otros países todavía no”, dijo el joven, que se sorprendió al salir elegido por segunda vez.

“El jurado de evaluación seleccionó su trabajo de entre 3 mil aspirantes de todo el mundo”, dice la carta oficial de invitación, firmada por el rector de la Universidad Técnica de Ilmenau y los organizadores del Iswi.

Ponerse metas e ir alcanzándolas

Luis es el primer universitario de su familia. Al hacerle notar que sus ensayos son humanísticos y no técnicos, confiesa que en realidad le hubiese gustado estudiar abogacía. “El tema es que no me aguanto las injusticias, soy muy sensible a eso, y si tendría que verlas en lo profesional a diario, no podría hacerlo. Así que me incliné por la ingeniería, porque además soy lógico y calculista”, se autodefine.

También tiene otra característica: es autodidacta. Está estudiando alemán con el traductor del celular. Todo lo hace a fuerza de tesón, hasta la rehabilitación de su ACV la hizo en su casa, con la sola atención de su mamá, que es enfermera. “Yo venía de estar muy mal porque se me murió una hija. Entonces, cuando a él le pasa esto, le empecé a hacer ejercicios con una pelotita de goma. Él me decía: ‘Mamá, cómo me tenés con los ejercicios de acá para allá'”, cuenta Claudia, a quien se le nota la trasnochada de la guardia laboral.

Luis no se derrumba ante las dificultades ni ante su contexto adverso. “Siempre estuve en contra de los estereotipos y los prejuicios, soy abierto y tolerante con todo el mundo. Creo que uno mismo se pone los límites, no la sociedad que te estigmatiza y te encasilla. Uno tiene que creer en lo que puede hacer y si alguien te dice que no podés, tenés dos caminos: o darle la razón o demostrarle lo contrario”, alecciona.

“Siempre hay que ponerse metas y tratar de superarlas, si no, no tiene sentido. La vida no es fácil para nadie; si a uno le tocó algo difícil, hay que tratar de superarlo. Mi meta fue primero terminar el secundario, luego ir a la universidad y después será ir al extranjero a especializarme. Tenés que ponerte metas, no tan a largo plazo para no frustrarte, e ir sorteando obstáculos”. Ése es el mensaje que deja Luis a los jóvenes que, como él, no la tienen fácil en la vida pero apuntan a volar alto.

Ser alguien

  • “Siempre le dije a Luis que tenía que ser alguien en la vida. No porque seamos de un barrio humilde quiere decir que no queramos lo mejor para nuestros hijos. Si a Luis le daba plata para que se compre algo, se la guardaba para apuntes, siempre con mucho esfuerzo porque tengo 5 hijos”, sostiene Claudia, la mamá del joven. “Desde la primaria, a él ya le gustaba estudiar. Creo que la nota más baja que tuvo fue un 7 y casi se deprimió. Entonces, si traía un 8, yo le decía ‘podés dar para más', lo alentaba. Él tuvo que cuidar de sus hermanos, cocinar, limpiar, ir a la escuela, trabajar. Cuando se recibió del secundario, le dieron la medalla al mérito”, dice orgullosa. Foto: Guillermo Di Salvatore
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Con ayuda

  • El Iswi (International Student Week in Ilmenau) se lleva a cabo cada dos años en el campus de la Universidad Técnica de Ilmenau y es organizado por esa casa de estudios. Más de 300 jóvenes de 70 países diferentes participaron del último encuentro en 2013, con el objetivo de intercambiar con pares de todo el mundo, discutir y elaborar ideas en grupos para la resolución de distintos problemas. Entre ellos estaba Luis, y otros dos universitarios argentinos.

Para esta nueva edición, al parecer, es el único seleccionado por Argentina. “El pasaje sale 11 mil pesos y me ayudaron a costearlo el intendente José Corral, también Sergio Basile y la gente del Quincho de Chiquito, que me dio regalos. Ahora, necesitaría algo más de dinero para comprar euros y no estar tan justo allá”, sostiene Luis.