El Mató a un Policía Motorizado en los Lunes del Paraninfo

Banda de culto, para todo público

Banda de culto, para todo público

Santiago Motorizado, Doctora Muerte y Pantro Puto durante un momento de intensidad del show.

Foto: Mauricio Garín

 

Ignacio Andrés Amarillo

[email protected]

Desde hace unos años, una parte del periodismo de rock viene promocionando a El Mató a un Policía Motorizado como la octava maravilla (lo que en la jerga se conoce como hype). Más allá de eso, la banda platense se ha consolidado a lo largo de más de una década como una de las bandas de culto de la escena nacional (recordemos que No Lo Soporto fue hype por los mismos años) y con proyección al exterior.

¿Cuál es su fórmula? Un mix de canciones “para arriba” combinadas con mid tempos de esos que podrían sonar en el final de una fiesta trasnochada, que Doctora Muerte (es un hombre) vuelve intensos desde la densidad del bombo y el floor tom de una batería casi sin platillos, sobre los cuales machacan el bajo de Santiago Motorizado y la guitarra de Pantro Puto (sic); por encima, las afiladas guitarras indie de Niño Elefante, y por detrás, los colchones del teclado de Chatrán Chatrán. Sobre ese cóctel aparece la voz rasposa y personal de Santiago, cantando letras repetitivas, casi mántricas, que apuestan a la potencia de frases clave.

Versos y electricidad

Con esa propuesta arribaron al Paraninfo de la UNL, convocando a fanáticos y curiosos, a los que los que se saben todas las letras y a los que se sumaron para conocerlos. Y lo hicieron en buena medida de la mano de “La Dinastía Scorpio”, disco editado en noviembre de 2012, la más reciente cosecha, esperando próximos lanzamientos.

Luego de un “Buenas noches, ¿cómo están?”, a cargo del voluminoso y barbado cantante (uno de sus pocos comentarios de la noche, saludado con el “Te amo, Santi” de alguna de las presentes), la brevísima y sutil “El magnetismo” abrió el set, con la frase “¿Quién detendrá a la turba iracunda si no estoy con vos, nena?”, muy posteada en redes sociales. “Nuevos discos” levantó en intensidad, con su clímax de noise guitarrístico.

“Diamante”, del primer disco (llamado como la banda) sonó ochentosa y bailable (“Esta niña se duerme hoy. Diamante”, es toda la letra), viajando en las guitarras del Niño. Fue seguida por su contemporánea “Escupime”, antes de volver a la actualidad con la explosión de “Mujeres bellas y fuertes”, que convocó a los primeros fans a acercarse al escenario y bailar: se irían sumando durante el resto de la velada, sentándose en los temas más tranquilos.

Ahí estaba el núcleo duro de fans; “hipsters”, comentó alguno: bigotitos, barbitas y patillas, camperitas y camisas, pulóveres holgados, polainas de lana, botitas de todo tipo y sandalias con medias (mención especial para la chica del muñequito de trapo).

Oscuridad y sentimientos

Con “Terror”, esas gargantas corearon aquello de “No tengas miedo, sos un reprimido como todos los demás”, junto a la voz casi desganada de Santiago. “Dos galaxias” es un lado B pero muy coreado, que pasó de los arpegios limpios al “subidón” guitarrístico. El bailongo volvió con todo en “Yoni B”, y las palmas recibieron “Vienen bajando” (de “Un millón de euros”), para de nuevo calentar las gargantas con la autodestructiva “Navidad de reserva” (del disco homónimo), casi enganchado en el “tutu-patum” baterístico, muy indie rocker, de “Amigo piedra” (de la misma placa), alejándose en las líneas de guitarra.

“Día de los muertos”, se puso más espesa desde el bajo (alguno recordó el comienzo de “Walk on the Wild Side” de Lou Reed), para convertirse en un viaje noisy con una letra mística (“miro tu trono Señor y espero la salvación”). De ahí al romanticismo upbeat de “Chica de oro” (“Jenny, algún día, Jenny, todo lo que ves será nuestro, nena”), a voz en cuello. Luego, Santiago anunció “la última”, sólo para recibir un “¡No!” desde abajo. El cierre de la primera etapa pasó de nuevo por “La Dinastía Scorpio”, con “El fuego que hemos construido”, y Santiago cantando eso de “Esta noche me despierto y pienso en el tiempo perdido” como una escalera que baja y sube de nuevo, terminando en guitarras aéreas y el eco final del teclado.

Celebración final

De nuevo sobre el escenario, presentaron un tema nuevo, que abre con “Perdido en el gran baile de la colina. Vos y yo perdidos en la colina”, sobre una estructura bailable y festiva. De allí pasaron a la sordidez de “Navidad en Los Santos” (de “Navidad de reserva”) con su persecución policial, con varias gargantas reflejando los cambios de intensidad del peculiar cantante.

Alguien pidió “Más o menos bien”, del último disco, y tuvo suerte: esa canción apareció como un himno en mid tempo: “Ma, no te preocupes tanto, todo va a estar más o menos bien/ Pa, necesito un poco de plata para que todo siga más o menos bien”, con el slide surcando el diapasón del Niño. “Todo llega a su final, es inevitable”, comentó entre murmullos Santiago, antes de un parco “gracias por venir” y de invitar a la celebración final con “Mi próximo movimiento”. Ahí sí: la despedida fue definitiva, y volvió a ser un lunes de otoño, frío y sin gente en las calles.

Referentes locales

En la previa, y como parte de la característica de la edición 2015 del ciclo, se presentaron Los Todopantalla, veteranos integrantes de la troupe que algunos llaman jocosamente “las bandas de diseñadores y cineastas”: aquellas que representan en nuestro medio las influencias que van de la psicodelia a la electrónica, pasando por las variadas movidas manchesterianas.

En este caso, a Los Todopantalla se les nota en el orillo que han escuchado desde los Happy Mondays al “Madchester” de principios de los ‘90, aunque los sintetizadores aporten sonoridades más contemporáneas, con el uso de las voces (una, dos o tres en diferentes combinaciones) como marca característica.

Reunidos y potenciados tras varias experiencias individuales, de a dos o en proyectos ajenos, dieron un intenso show de media hora. Ellos son: Andrés Olivo (guitarra y voz), Lemmy Quintana (bajo y voz), Li Francucci (guitarra, sintetizadores y coros), Estephen Coutaz (sintetizadores) e Iñaki Chemes (batería).