Mirada desde el sur

A desalambrar

Por Raúl Emilio Acosta

La vieja canción de protesta (“a desalambrar, que la tierra es mía es tuya y de aquel“) tuvo correlato sojero. Habiendo siembra el alambrado perimetral sirve de poco. El grano no es la vaca; circula mejor la cosechadora.

Por la vieja ruta de Rosario a Córdoba se advierten menos alambrados.

Tal vez más barrios cerrados. Por la vieja ruta Rosario a Santa Fe lo mismo. Sigue la propiedad privada, a la que refería la canción, pero hay menos alambrados. La propiedad se constata en planos y en el impuesto. No se roba del mismo modo el ganado y el poroto.

La provincia de Santa Fe siempre tuvo, para decirlo de un modo claro, un alambrado político. Don Carlos Silvestre Begnis resolvía por sí, con pocas conversaciones nacionales. Otros tiempos. Es pura nostalgia, pero valiosa. Tanta era la independencia que decidieron hacer un túnel subfluvial dos gobernadores. No hay modo kirchnerista de refutar el argumento. Tenían independencia política y el dinero en las arcas provinciales. Uranga/Silvestre Begnis se llama el túnel subfluvial. Una demostración incomparable de independencia. Desafío político cultural: de qué modo resolver el asunto hoy. Ja.

Bonfatti/Urribarri lo esquivarían. Incompatibilidad de caracteres y diferentes modos de sumisión. Pero la dependencia nacional existe y es nociva.

Cuando en 1983 asume José María Vernet, con las dos cámaras legislativas en contra y un pacto que deja encorsetado el Poder Ejecutivo, el sentido de independencia se volvió imprescindible. Se vivía la oleada alfonsinista, de la que hoy los radicales no tienen ni idea. Alguna vez el radicalismo fue movimientista, tuvo poder e ilusiones.

Después de Vernet la era Reviglio, con el affaire Vanrell, desnudó a la provincia, la desalambró. Fue un strip tease momentáneo. La llegada de Carlos Reutemann trajo nuevamente el límite. Ni siquiera el “pejotismo” tuvo entrada, si no era por la tranquera principal. Lole se encerró y la provincia tuvo un armado personal. No crecieron muchos dirigentes. Cuando Obeid entrega la provincia a los K y se aleja de Reutemann el alambrado no cayó. Cayeron los capataces.

Hermes Binner abre cinco puestos en el territorio (los cinco nodos) y resuelve centralmente lo que sabe: salud, educación, cultura, trabajo.

Terceriza Justicia y mete la pata con la Policía. No la despanzurra.

La provincia no se desalambró. Sólo que el gobierno central fue otro.

Alguna vez se podrá contar en detalle la traición permanente de muchos legisladores nacionales, que no defendieron el principio básico de la independencia. Sentido federal y dinero sin chantaje, sin peaje, sin sumisión, sin derecho de pernada. Aún hoy algunos legisladores esgrimen la obediencia debida al gobierno nacional como su mejor argumento político. Uf. Al terruño es traición. Olvido, desaprensión.

No es bueno.

Bonfatti se convierte en el heredero de Binner, la Nación ya está en una carrera desenfrenada por la suma del poder público y convengamos, ni en las otras provincias ni en la Nación hay ánimo federal. Tener que reclamar dineros propios en la Corte Suprema define la situación.

Argentina no es más republicana, representativa y federal. Ni buena ni mala. Es otra cosa. No será fácil reproducir la independencia, la autonomía, las libertades y los deberes del funcionario público. Nada fácil. De eso se trata. De las dificultades.

Es ésa Argentina la que empieza a jugarse en estos días. De las partes al todo. Municipios y territorios provinciales primero. La nación en octubre.

La definición en economía y dependencia, la ubicación en poderes e invasiones territoriales, el amparo/desamparo en flagelos mundiales, nacionales y, finalmente, territoriales, que se usaron como argumento de destrucción. Y el alambrado perimetral. Horacio Correa resumió en un título la gran definición postural: “Santa Fe mi país“.

Sólo de pie es posible imaginarla ¿Qué sentido tiene un virreinato de Santa Fe de la Vera Cruz? Respuesta personal: ninguno.

Alguna vez se contará la traición permanente de legisladores nacionales que no defendieron el principio básico de la independencia. Sentido federal y dinero sin chantaje, sin peaje, sin sumisión, sin derecho de pernada.

Aún hoy algunos legisladores esgrimen la obediencia debida al gobierno nacional como su mejor argumento político. Traición al terruño. Olvido y desaprensión.