editorial

  • Mientras la Argentina muestra graves signos de retroceso en materia educativa, una sesión de sexo explícito es organizada en la principal universidad del país.

La educación se desmorona

La Universidad de Buenos Aires fue noticia a nivel internacional. Y no por la calidad de sus profesores o por la excelencia de sus alumnos, sino por una sesión de sexo explícito organizada en los pasillos de una de sus facultades.

El diario El Mundo, de Madrid, reflejó lo sucedido de la siguiente manera: “A la misma hora exactamente en que la presidente Cristina Fernández hablaba por cadena nacional a toda la Argentina desde la Casa Rosada y ponderaba a las universidades públicas, en la facultad de Ciencias Sociales de Buenos Aires tenía lugar un evento pornográfico”.

Las autoridades de la UBA adelantaron que probablemente sancionen a los organizadores, entre los que figuran responsables de la facultad. Lo que llama la atención es que no estuvieran al tanto de lo que se estaba planeando, sobre todo porque desde hacía varios días se había colocado cartelería en las paredes del edificio, para convocar a docentes y alumnos a participar de un “miércoles de placer”.

Mientras esta sesión porno se encuentra ahora en el centro del debate, el verdadero problema es que la educación argentina en general continúa mostrando evidentes signos de degradación y retroceso.

Según el último informe de la organización londinense Quacquarelli Symonds (QS), especializada en educación, ninguna universidad argentina aparece entre las diez mejores de América Latina. La Universidad de Buenos Aires fue la que más se acercó, ocupando el puesto número quince.

Pero los inconvenientes no se observan sólo en el nivel universitario. Quizá, los mayores problemas se plantean en la secundaria. No sólo porque cada año miles de alumnos abandonan sus estudios, sino también porque aquellos que sí logran terminarlos, no cuentan con los conocimientos indispensables.

El último informe Pisa (Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes), realizado en 2013, reveló que la calidad educativa de los alumnos argentinos de 15 años ocupaba el puesto 59 entre sus pares de 65 países.

Este programa analiza el rendimiento de los estudiantes en asignaturas como matemática, comprensión de lectura y ciencias. Entre los ocho países latinoamericanos que fueron evaluados, la Argentina ocupó el sexto lugar.

Según el último trabajo del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA), que funciona en la Universidad de Belgrano, el ausentismo escolar argentino es el más elevado del mundo, ya que alcanza al 58 por ciento de los estudiantes. En China y Japón, por ejemplo, es menor al 2 por ciento, y en Chile afecta apenas al 8 por ciento.

Pero no sólo los alumnos presentan un elevado índice de inasistencias, sino que lo mismo sucede con los docentes -se calcula un promedio nacional del 25%. De hecho, gran parte del presupuesto educativo se destina al pago de salarios a profesores y maestros reemplazantes.

Esta situación termina agravando un contexto de mediocridad y de bajas exigencias para los alumnos. El calendario escolar argentino establece 190 días de clases por año, de apenas 4 horas que pocas veces se cumplen. Esto arroja un promedio de 760 horas anuales. Sin embargo, la Unesco plantea la necesidad de un mínimo de 830 a 1.000 horas de clase anuales.

En Costa Rica, por ejemplo, el calendario escolar anual es de 205 días. En Cuba, los chicos tienen 200 días de clases con 5 horas diarias, o sea 1.000 horas anuales.

Y mientras la educación argentina se desmorona, un grupo porno es contratado para “actuar” en los pasillos de la principal universidad del país como señuelo para debatir temas políticos. Todo un símbolo de una realidad que algunos prefieren seguir negando.

El ausentismo escolar argentino es el más elevado del mundo, ya que alcanza al 58 por ciento de los estudiantes.