Quebrar la barrera de la indiferencia

Cine LGTB Santa Fe es un espacio de gestión cultural independiente, formado por un puñado de voluntades que trabajan desde hace años a pulmón para generar conciencia sobre el tema de la diversidad afectivo sexual.

TEXTOS. NATALIA PANDOLFO ([email protected]). FOTOS. ILUSTRACIONES Y VIÑETAS DE IOSHUA, FLAVIO RAINA.

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“No es fácil”, dice Alfredo Pissotti -y lo dirá tanto a lo largo de la entrevista. Hablará mucho y enredado, volverá sobre los temas, se indignará, explicará, criticará. Es el referente de Cine LGTB, un espacio gestado con el ansia de generar conciencia, con la premisa de la igualdad como faro.

En su eterna mutación la sociedad hoy evidencia ciertos cambios en las formas, que no siempre implican cambios reales. Hay una enorme, aplastante maquinaria de discriminación que los medios de comunicación se encargan de reproducir a cada segundo, a cada palabra. Y un manto de burla pegajoso, denso, que cuesta quitarse de encima. Y prejuicios del más amplio grupo y factor. Y mandatos pesados como el plomo sobre los sentimientos y sobre los cuerpos que los soportan. “No es fácil”, dice Alfredo, una y otra vez.

EL EROTISMO EN LOS BORDES

Cine LGTB organiza tres actividades fuertes en el año. Una es la que tendrá lugar mañana, en el marco de la Feria del Libro que arrancó hoy en la Estación Belgrano. Allí, a partir de las 19 en la planta alta de Bv. Gálvez 1100, tendrá lugar “Ioshua en los bordes de la memoria”.

Ioshua, cuyo nombre real fue Josué Marcos Belmonte, murió hace unos meses a los 37 años, debido a un cáncer de pulmón. Fue poeta, escritor, artista gráfico, músico y performer. Fue víctima colateral de la violencia de género, porque su padre lo atacó cuando él trataba de defender a su mamá y le provocó lesiones en la columna vertebral. Fue chico de la calle a partir de los 14 años. “Ioshua fue un personaje. Era un editor autogestivo. Había nacido en el partido de Merlo, de una ciudad que se llama Libertad. Siempre hizo eje en su lugar de origen y rescató los códigos comunicacionales reales de su entorno, con toda su mala sintaxis y su pésima ortografía. A partir de un sino que lo llevaba, casi por decantación, a la droga, la delincuencia o el suicidio, terminó catalizando todas esas penurias a través de diferentes formas de arte: el comic, la literatura, la poesía”, explica Alfredo.

En la presentación harán un racconto de sus obras, una exposición de ploteos con ilustraciones y se estrenará el documental “Ioshua: requeerdos”, producción de Cine LGBT Santa Fe para la cual colaboró un estudiante del Instituto Superior de Cine de Santa Fe, Fabricio Solá. “Lo primero que hicimos cuando empezamos a trabajar fue ver qué material había disponible; buscarlo, guardarlo y proyectarlo. Hay un trabajo de Ulises Bechis, “La Elvis”, mediometraje de 35 minutos en Super VHS, que es la primera obra que aborda la temática trans en Santa Fe. Fue una iniciativa y producción de Bechis, acompañada técnicamente por gente del Taller de Cine de la UNL, donde él había sido alumno. Está protagonizada por Querelle Delage. Nosotros la digitalizamos, porque estaba arrumbada en el Birri. Más allá de esto el Taller, que ahora celebra 30 años, no tiene nada que mostrar sobre el tema. Es sintomático: son 30 años de negación. En 30 años, por alguna causa, no se habló del tema”, critica. En el encuentro de mañana, además, se presentará el libro “Trazoomvestido”, de Juan Pablo Bagnarol.

LA QUERENCIA

La segunda actividad es “Cortemos Les Violencias”, un ciclo de videoclips y cortos contra la lesbofobia, en el contexto del 7 de marzo, día de lucha contra la violencia hacia las mujeres lesbianas.

“Y por último, Queerencia”, dice, como quien dice querencia. Queerencia es una muestra de cine, cuya última edición tuvo lugar a fines de agosto en el auditorio ATE. “Es un vocablo anglosajón, queer (raro, extraño); mezclado con querencia, en castellano. Lo pronunciamos como querencia y tiene que ver con uno de los ejes de la muestra: rescatar la cuestión de la afectividad. Por otra parte, ‘querencia’ también alude al lugar en que uno vive, al que pertenece”.

- ¿La sociedad de hoy es más abierta a aceptar la diversidad sexual?

- Hay un doble estándar. Por un lado, podés hablar en los medios y públicamente; hay bastante respeto. Pero hay todavía un uso de la diversidad para la broma, sobre todo en la televisión. Por ejemplo: Keanu Reeves se enamoró de una persona trans. ¿Eso sería noticia si la mujer no fuera trans? No, obviamente. Esas son las noticias que “pican” en las redes. Y en la medida en que lo seguís reproduciendo, mantenés el mismo estereotipo. Es un círculo vicioso.

En el medio de todo esto hay una responsabilidad muy grande de los comunicadores, que no siempre están a la altura. Uno de los lugares donde suele haber mucho prejuicio es en las páginas policiales de los diarios. Cuando asesinan a una persona trans, titulan: “Asesinaron a una travesti”. No ponés: “Asesinaron a un homosexual” o “Asesinaron a un heterosexual”. Entonces, ¿por qué priorizar la identidad de género por sobre la identidad de la persona? En esas construcciones también estás creando y fomentando estereotipos. Cuando una persona trans está involucrada en algún tipo de delito, se la estigmatiza más aún. Sería algo así como: “además de trans, delincuente. Hay una especie de saña hacia las personas que son de determinado modo.

En algunos espacios como escuelas o instituciones sociales se nota cierto cuidado en lo verbal para guardar las formas, un poco basado en el fantasma omnipresente del Inadi y eventuales denuncias. Pero en el trato cotidiano la palabra “puto” sigue aplicándose como ofensa indiscriminada, incluso más allá de la orientación sexual real de la persona. Sería como la munición gruesa de la grosería, la más ofensiva posible para denigrar la masculinidad del otro.

- ¿Cómo se ubican los medios locales en este contexto?

- En general, en Santa Fe hay buena respuesta de los medios. Pero también, por otro lado, existe todavía una gran barrera de indiferencia. Cuando hacemos nuestras actividades enviamos la información a todos los medios; son dos o tres los que contestan. Lo que intentamos es quebrar esa barrera.

- En este sentido es importante contar con el aval de Cultura de la provincia o de la Universidad.

- Exacto, en tanto son entidades que legitiman. Yo trabajo ad honorem en esto. La muestra que hicimos en agosto, por ejemplo, persiste porque es barato hacerla. Participa como colaboradora Cecilia Dumon, que es guionista; ATE nos cede las instalaciones y la provincia cubre algunas cuestiones de impresión. Pero los gastos de diseño, que son caros, van por nuestra cuenta.

- ¿Hoy hay menos prejuicios en la gente joven?

- Depende de dónde los hayan educado. En las escuelas secundarias, lo que mayor visibilidad tiene es la situación de las chicas lesbianas. Lo he comprobado cuando doy charlas: si preguntás si hay algún chico gay, nadie levanta la mano. Las chicas, sí. Quizá es porque son más seguras: un varón a la misma edad tiene otra maduración. Inevitablemente, ser gay en la adolescencia es todo un tema. Si uno no responde a una categoría más o menos masculina, al varón le implica más confrontación: tiene más presión, más mandato.

- ¿Qué importancia tiene en este proceso el papel que adoptó el Estado, con la sanción de leyes como la de Matrimonio Igualitario o Identidad de Género?

- Las leyes marcaron un antes y un después y señalaron un límite respecto de lo que se podía decir y lo que no. Pero no hay que olvidar que en ese momento Bergoglio convocó a la Guerra Santa. Hay mucha hipocresía. Más allá de las voluntades políticas, lo importante a destacar de esas leyes es que fueron fruto de la labor de organizaciones civiles, que venían trabajando desde hacía mucho tiempo con todos los partidos. Obviamente que hacía falta voluntad política para que se votaran; pero de ahí a la apropiación de banderas hay un paso.

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Alfredo Pissotti, de Cine LGTB.

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AVERSIÓN

“Siempre, cuando se habla de diversidad sexual, se piensa en una sexualidad restringida a lo genital o a la cuestión de la pareja. Es lo que se evidencia en los casos de discriminación: cuando una pareja muestra en público un beso, te das cuenta de que la mayor aversión que tiene la gente es a las demostraciones de afecto, no a la cuestión en sí”, explica Alfredo Pissotti.

“Y esto se da, sobre todo, cuando se trata de varones. Con las mujeres es distinto, está más naturalizado que sean más afectivas en público. Por eso tratamos de trabajar la cuestión de los vínculos en general: el afecto desde lo familiar, lo amistoso, la pareja”.

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